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“Evitar el escándalo público”: los documentos que prueban el silencio del Vaticano ante casos de abusos sexuales

Imagen de archivo del arzobispo mallorquín Luis Francisco Ladaria Ferrer (c), actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. EFE/Alberto Martín/Archivo

Jesús Bastante

en religiondigital.com —

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“Eminencia, esta congregación, después de haber estudiado cuidadosamente el caso del sacerdote de su diócesis que les ha presentado , Bernard Preynat, ha decidido confiarle la tarea de tomar las medidas disciplinarias adecuadas, evitando el escándalo público, en el entendido de que, en estas condiciones, no se le puede encomendar otro ministerio pastoral que incluya un posible contacto con menores”. El cardenal español Luis Francisco Ladaria, actual prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ordenó en 2015 “evitar el escándalo público” en el caso del cura depredador francés, quien confesó que llegó a violar, durante años, a cuatro o cinco menores a la semana, y que en 2020 fue condenado por la Justicia francesa a cinco años de prisión.

El caso, que acabó con la carrera eclesiástica del cardenal Barbarin (condenado en primera instancia por encubrimiento, aunque posteriormente exonerado) no es el único, sino un ejemplo del 'sistema de silencio' que, durante años, imperó en el Vaticano, y que consistía en trasladar al abusador y lavar los trapos sucios en casa, sin exigir la denuncia ante la Justicia.

La denuncia, publicada hoy por el periodista Emliano Fittipaldi en Domani, pone de relieve la existencia, durante décadas, de un 'sistema de silencio', cuyos ecos persisten aún hoy en determinadas esferas de la Iglesia católica. Junto a la carta de 2015, el semanario publica otra similar, en esta ocasión de 2012, en referencia a otro cura abusador, Don Trotta. En este caso, la dinámica seguida por Ladaria (durante el pontificado de Benedicto XVI secretario de Doctrina de la Fe y, desde 2017, ya prefecto) fue la misma: “evitar el escándalo público” y otorgar al clérigo “otro ministerio que no conlleve contacto con menores”.

Sólo que en este caso, Trotta fue enviado sin avisar a nadie de sus antecedentes a Lucera, un pueblo en la provincia de Foggia. Allí con total impunidad, se convirtió en entrenador de un equipo de fútbol. Entre 2014 y 2015 violó a diez niños, y fue condenado a 20 años de cárcel. “Probablemente, si las autoridades religiosas y vaticanas hubieran denunciado lo que sabían, habrían evitado esta violencia”, denuncia Fittipaldi.

El “caso Gaztelueta”

En nuestras fronteras, las tesis de Ladaria también hicieron su trabajo. Así, en octubre de 2015, el hoy prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe ordenó “restablecer el buen nombre y la fama del acusado”, un supernumerario del Opus Dei acusado de abusos en el colegio Gaztelueta, “sin que proceda adoptar, ulteriormente, ninguna otra medida con relación a la citada persona”. Dicho profesor fue condenado, primero, a nueve años de prisión, por la Audiencia Provincial de Bizkaia, y posteriormente a dos años por el Tribunal Supremo. Es, pues, un pederasta condenado en firme por la Justicia española, que ha demostrado que abusó de Juan Cuatrecasas jr. en el colegio Gaztelueta. Siete años después, el cardenal todavía no ha rectificado ni repuesto “el buen nombre y la fama” de la víctima.

Archivo-Congregación-de-la-Fe-Octubre-2015 by Jesús Bastante on Scribd

Su padre, Juan Cuatrecasas, no se muerde la lengua. “Por fin se hace justicia con la pasividad, el encubrimiento y la complicidad de este personaje, que no solo ha mentido a todos los cristianos con estos graves delitos sino que a día de hoy sigue manteniendo que hay que reponer el 'buen nombre' de un pederasta condenado a dos años por abusos a un menor en un centro escolar saltándose a la torera sin rubor un auto de instrucción, una sentencia de la Audiencia Provincial de Vizcaya y otra del Tribunal Supremo”.

“Se hace justicia y ya todo el mundo sabe lo que hizo y ha seguido haciendo: urdir una trama para seguir destrozando el nombre de una víctima de abusos sexuales, mi hijo. Ahora ya sabe todo el mundo quien es, el del buen nombre, mi hijo Juan Cuatrecasas Cuevas”, señala su padre. “Mal que le pese a la jerarquía negacionista. Todo el pueblo ya lo sabe. Se acabó la broma, la suya. Una broma macabra impropia de un prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe”.

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