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Fracaso del referéndum impulsado por la ultraderecha para vetar el matrimonio igualitario en Rumanía

La inmensa mayoría de los rumanos ha dado la espalda al referéndum que pretendía vetar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

EFE

La inmensa mayoría de los rumanos ha dado la espalda al referéndum que pretendía vetar el matrimonio entre personas del mismo sexo, que no reunió la participación mínima del 30% para alegría de las ONG a favor de los derechos LGTBI.

Según datos oficiales, solo un 20,41% de los 19 millones de ciudadanos acudió a las urnas tras dos días de votación en una consulta que buscaba enmendar la Constitución para que el matrimonio se defina como la unión entre un hombre y una mujer, frente a la definición actual de unión entre dos personas.

El fracaso de la consulta es un enorme revés para el gobernante Partido Social Demócrata (PSD), que defendió la enmienda en un guiño a su voto rural y de edad avanzada, así como para la Iglesia ortodoxa, cuya influencia real en la sociedad ha quedado cuestionada. Rumanía, que despenalizó la homosexualidad en 2001, es uno de los pocos países de la Unión Europea que todavía no reconoce los enlaces civiles entre personas del mismo sexo.

La asociación LGBT Accept mostró su satisfacción al afirmar que “se ha demostrado que los ciudadanos desean una Rumanía con valores democráticos y que no nos pueden engañar con una agenda política que conduce hacia el odio y la división”. “El Estado rumano tiene la obligación de legalizar de manera urgente las uniones civiles para todos los ciudadanos, incluidas las personas LGBT”, demandó Robert Ratiu, presidente de la ONG MozaiQ.

La Coalición para la Familia (CpF), la organización cercana a la Iglesia ortodoxa que impulsó el plebiscito tras reunir tres millones de firmas, expresó su malestar por la escasa participación y lo achacó a “una campaña de desinformación sin precedentes desde la caída de la dictadura comunista en 1989”. “Todos los llamamientos a votar de las iglesias y cultos religiosos cristianos en Rumanía fueron boicoteados por los partidos políticos, a pesar de las declaraciones oficiales de los líderes”, criticó CpF en un comunicado.

La CpF ha llevado a cabo una extensa campaña defendiendo la “familia tradicional”, que incluía mensajes falsos como: “Si no vas a votar, dos hombres podrán adoptar a tus hijos”. Ni las súplicas para que los feligreses fueran a votar en las misas del domingo ni los mensajes del patriarca de la Iglesia ortodoxa, Daniel, movilizaron al número suficiente de votantes para validar la consulta.

Las críticas a la consulta también vinieron de la Comisión Europea, que pidió que no se utilizara la defensa de la familia tradicional para restar derechos a las personas LGTBI.

Los socialdemócratas, que pretendían cimentar su apoyo entre sus bases rurales en un momento de caída libre de popularidad por escándalos de corrupción y una polémica reforma de la Justicia, han salido muy tocados por el fracaso de la consulta, según coinciden todos los analistas. El líder socialdemócrata, Liviu Dragnea, que había pedido votar a favor de la enmienda constitucional, conocerá dentro de poco una sentencia por un caso de corrupción que puede acabar con su vida política. El secretario general del PSD, Codrin Stefanescu, tuvo que dar la cara ante la prensa para defender a Dragnea, al subrayar que no se había tratado de “una consulta política” y buscó distanciarse del referéndum.

Para el analista Cristian Tudor Popescu, la enorme abstención no es sólo un toque de atención al Gobierno, sino que muestra “una tendencia hacia el rechazo y la desconfianza en la clase política”, declaró a la cadena Digi24.

La oposición, por su parte, criticó el referéndum como una cortina de humo de los socialdemócratas para tratar de distraer a la opinión pública de sus problemas de corrupción. “Se trataba de una consulta inútil que no resuelve las necesidades ni los dramas de la Rumanía actual”, declaró el presidente de la opositora de centroderecha Unión Salvad Rumanía (USR), Dan Barsan, quien pidió la dimisión del Gobierno por “tirar 40 millones de euros” en la organización del plebiscito.

La votación puede pasar también factura al líder de la mayor formación opositora, el Partido Nacional Liberal (PNL), Ludovic Orban, que votó ayer pese a que algunos de sus correligionarios abogaron por boicotear la consulta. “La dirección del PNL lanzó al partido a un nuevo fracaso político; no une sino divide, no moderniza sino que propone políticas retrógradas”, escribieron en sus perfiles de Facebook varios miembros descontentos de esa formación.

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