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Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento premia a Coleman y Friedman por descubrir la hormona del apetito y del peso

El bioquímico Douglas Coleman y el médico Jeffrey Friedman. / Fundación BBVA

Europa Press

Madrid —

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La Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento ha premiado, en su categoría de Biomedicina, al químico Douglas Coleman y al médico Jeffrey Friedman por relevar la existencia de los genes involucrados en la regulación del apetito y del peso corporal, un descubrimiento fundamental para entender patologías como la obesidad.

Se trata de la hormona leptina, cuyo nombre se lo dio el propio Coleman, que está producida por la grasa que actúa en el hipotálamo, en el cerebro, para regular la ingesta de alimento, el gasto energético y la cantidad de grasa que se acumula. De esta forma, la falta de leptina o de su receptor conduce a la obesidad.

El jurado de este premio ha estado formado por el premio Nobel de Medicina y catedrático emérito de Microbiología Molecular en el Biozentrum, instituto interdisciplinar de investigación de la Universidad de Basilea (Suiza), Werner Arber; el director de la División de Biología de las Células Madre y Genética del Desarrollo del National Institute for Medical Research, Robin Lovell-Badge; el director del Instituto Escocés de Señalización Celular y director de la División de Terapia de Transducción de Señales, Dario Alessi; y el catedrático de AXA-CNIO de Oncología Molecular en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Mariano Barbacid; entre otros.

Todos ellos, han valorado el trabajo de los dos galardonados porque no sólo han abierto nuevas vías de investigación sobre las bases biológicas de la obesidad, sino que, también, han cambiado el paradigma de la sociedad al demostrar que la obesidad no se debe a un comportamiento inadecuado, sino que es la consecuencia de un desequilibrio en un proceso regulado hormonalmente.

“Este descubrimiento tiene una enorme importancia clínica dado que la obesidad es una carga muy importante para los sistemas sanitarios de la mayor parte de los países”, ha recalcado el premio Nobel de Medicina quien ha sido el encargado de leer el acta del jurado durante la presentación de los premios.

La razón por la que la Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento ha premiado conjuntamente a estos dos investigadores es porque fue Friedman quién demostró que las hipótesis científicas de Coleman eran correctas. Y es que, éste último, a finales de los años sesenta comprobó que debía haber una hormona, entonces desconocida, que regulara la ingesta y el peso corporal. Lo hizo trabajando con ratones portadores de una mutación que los convertía en extremadamente obesos.

Así, a mediados de los años 80, Friedman se interesó por el trabajo realizado por Coleman y, tras contactar con él, decidió buscar cuál era el gen culpable del aumento de peso. Ocho años después, descubrió el gen de la hormona leptina, que funciona tal y como pronosticó Coleman. Gracias a ellos, actualmente se conoce que la obesidad es un problema genético y que la leptina está también implicada en los problemas de fertilidad, en la masa ósea y en el asma.

Eliminar el estigma social contra el obeso

Concretamente, el sistema funciona de forma que cuanta más grasa corporal hay, más leptina se produce y menos apetito se siente. El objetivo final es que un individuo con mucha grasa acabe comiendo menos, para que no siga engordando y viceversa. Por tanto, la causa de que el cuerpo tenga un mecanismo así está en la evolución.

Asimismo, los investigadores han comprobado que la leptina circula por la sangre y actúa sobre los centros cerebrales que regulan el apetito, tal y como predijo Coleman. “La obesidad es una resistencia a la leptina y hay que ver lo que causa esa resistencia. No obstante, se ha mostrado que está en el cerebro y que, además, más del 10 por ciento de los individuos con obesidad mórbida tienen defectos en los genes que ya se conocen y que regulan la ingesta, el peso corporal y el metabolismo”, ha comentado por teléfono el propio Friedman.

Ahora bien, el investigador ha informado de que la leptina no es el único gen relacionado con la obesidad y ha asegurado que se seguirán encontrando más. “Queda mucho por saber sobre la regulación de la obesidad, pero la leptina nos llevará, sin duda, a una comprensión mucho mejor de los factores que controlan el apetito”, ha señalado para insistir en que con el tiempo podrían surgir “nuevas terapias”.

Dicho esto, el experto ha reconocido que sólo recomendaría realizar un tratamiento para perder peso a aquellas personas que tienen problemas médicos relacionados con su obesidad, porque, de lo contrario, se podría hacer “más daño que bien”.

“El objetivo no debería ser que todo el que esté obeso adelgace, sino, ante todo, mejorar la salud de las personas, algo que ya se logra incluso con pérdidas moderadas de peso”, ha enfatizado el investigador. Por ello, ha abogado por eliminar el estigma social que hay contra los que tienen sobrepeso.

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