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El asfalto se traga la casa de Tomeu

Tomeu en su casa 'condenada' de Inca.

Raúl Rejón

“Si al menos fuera para un proyecto para el bien común del pueblo, pero para algo tan faraónico...”. Habla Tomeu Ramis, la última cara visible de cómo una cadena de decisiones políticas pueden agigantar un proyecto urbano –en principio comedido y amigable– hasta dejarlo a él sin casa. El Consell de Mallorca y el Ministerio de Fomento han ido modificando una futura ronda urbana –con carriles bici y zona peatonal– en una carretera rápida de alta capacidad. Mayores presupuestos para adjudicar, más coches para circular, más asfalto y más terreno que ocupar. Al final de la cadena, como símbolo. “Derribarán la casa familiar que adquirió mi bisabuelo. Era, bueno aún es, un pequeño legado”, dice Tomeu a eldiario.es

La historia, por repetida en sus patrones, no deja de ejemplificar un modelo de desarrollo de infraestructuras en el que el gigantismo termina por enfrentarse a sus presuntos beneficiarios. Inca es una localidad de Mallorca de unos 29.000 habitantes. La cuestión afecta al norte de la ciudad. En 1987, el Plan General de Ordenación Urbana preveía una ronda por esa zona. A grandes rasgos, se trataba de una vía de 10 metros de ancho, compatible con los peatones y con carriles bici. Máxima velocidad: 60 km/h. Poca cosa debieron pensar los responsables políticos que han econtrado las fórmulas para reservar una franja de tierra de 30 metros de ancho, con carriles para circular a 90 Km/h y vía de servicio. “La ronda se contemplaba en el Plan Director de 1998”, justifican en el consell.

El resultado son 16 millones de euros para la licitación, según los cálculos generales del Consell, cuya justificación del proyecto se basa en la “intensidad media diaria de 20.000 vehículos” que pasarán por allí y que considera que los periodos de información pública han dado suficiente información sobre el plan. El Ayuntamiento también está por la labor: “La densidad del tráfico es muy importante”, justifica. Aunque el alcalde Rafael Llorens luego no tiene reparo en asegurar que “se han recogido todas las peticiones de los vecinos y no se afecta ninguna edificación”.

“A mí nadie me ha dicho nada todavía sobre los cambios del proyecto pero, vamos, de un bulevar con fácil acceso al pueblo a 4,5 kilómetros de asfalto con doble sentido, siete rotondas y circulación a 90 km/h....”, cuenta Tomeu. La casa es parte de la granja en la que trabajaban sus antepasados. “Cuando murió mi padre, un conocido la trabajaba y desde hace tres años, cuando regresé de estudiar la carrera me instalé yo”, rememora este joven de 27 años. Alrededor suyo pasean gatos “y un perro de acogida al que le busqué dueño”. Ahora él se encarga de cuidar esta herencia “cuando volvía de trabajar mientras tenía trabajo en Palma y ahora después de buscar empleo”.

Y como ocurriera en el barrio de Gamonal (Burgos) en enero de este año, y salvando las distancias, la lógica de la piqueta, las excavadoras y las grúas a gran escala no han dejado ya inactivos a los principales afectados por los cambios agigantadores de las administraciones. No se callan.

“A pesar de que la primera idea para cambiar esta obra es de 2012, el plan urbano de la ciudad no ha sido modificado como, entendemos que se debiera hacer”, cuenta a este diario Pilar Roselló, abogada y vecina de Inca. Además, según la última versión del estudio previo para construir esa vía rápida se “ha decidido pasar el trazado por casas, cuando antes no lo hacía”. La vivienda de Tomeu. “Es muy grave, ya que la desviación, aunque ellos digan que es poca y que obedece a razones estéticas en la memoria del proyecto de trazado, implica una sangrante retahíla de expropiaciones de suelo urbano y urbanizable”, analiza la letrada Roselló.

El presidente de la plataforma ciudadana contra la ronda, Pedro Ripoll, explica que “la preocupación hoy ya no es la de hace dos años cuando se cambió todo el proyecto. El trazado desproporcionado con el que nos sorprenden dibuja la línea de una infraestructura monstruosa y que para nada se identifica con lo que el término ronda”. Y pasa a puntualizar que “implicará un elevado coste de indemnizaciones además de aumentar la inseguridad vial”.

Tomeu cuenta desde su vivienda que el primer proyecto, el de la ronda iba mucho más pegada al casco urbano “dejaba poco suelo no urbanizado entre la vía y el resto de la ciudad. Ahora, al llevar el trazado mucho más al norte, además de afectar a áreas naturales sí que ha abierto un montón de terreno que quedará dentro del anillo rápido”, cuenta este propietario. “Las obras finales aún no se han adjudicado y las ventas de fincas dentro de ese anillo ya han comenzado”.

Por una vez, colectivos tan dispares como la Asociación de Comerciantes o el Grupo Ornitlógico de Baleares entienden que las actuaciones del consell y del ministerio han parido una cosa diferente a lo acordado: “Una nueva carretera que atraviesa sobre todo suelo rústico con los impactos graves que esto conlleva además del consumo de territorio que conllevará”, analizan. “Una invitación a no entrar en nuestra ciudad”, se queja Ripoll.

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