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'Screenoma': el genoma digital que permitirá estudiar el comportamiento humano a través del móvil

Las nuevas tecnologías forman parte de la vida de los seres humanos

Teguayco Pinto

Daniel, 37 años, estudia en la biblioteca municipal para unas oposiciones. A media mañana le vibra el móvil. Un mensaje. Al desbloquear el teléfono ve notificaciones en otras aplicaciones. Facebook, Instagram, correos sin leer… Su primera intención era responder al mensaje, pero su periplo digital ha durado más de una hora. “Joder, he perdido media mañana”, se lamenta. Es innegable que las nuevas tecnologías se han convertido en una parte importante de la vida de los seres humanos y no son pocos los que, tras conectarse a un dispositivo, pasan varios minutos saltando de forma compulsiva de una aplicación a otra. Sin embargo, no todos lo hacen igual. El camino que cada persona transita a través del mundo digital es único y un equipo de investigadores está tratando de caracterizar esa huella digital, que ha bautizado como screenoma.

El screenoma no es más que la recopilación de imágenes obtenidas a través de una aplicación que los usuarios deben instalar en sus dispositivos y que toma capturas de pantalla cada 5 segundos. Esta sucesión de imágenes sirve para determinar cuánto tiempo pasa cada usuario con cada aplicación, cuándo pasa de una a otra, qué momentos del día son los de mayor uso, etc. “Es un registro de las experiencias individuales representadas como una secuencia de pantallas con las que la gente interactúa a lo largo del tiempo”, aseguran los miembros del Proyecto Screenomics en un artículo publicado en la revista Human-Computer Interaction.

Con toda esta información, los miembros de este proyecto, que ha sido desarrollado por el Centro de Estudios Avanzados de Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Stanford, pretenden analizar de forma más precisa la huella digital de cada persona y estudiar así el papel de las nuevas tecnologías en diversos ámbitos, desde la política, hasta el estudio de las relaciones personales a través de la red o incluso la identificación de problemas psicológicos.

“Mapear el screenoma y descubrir cómo los patrones cambian con el tiempo nos ofrecerá información sobre muchos aspectos del comportamiento humano”, explicaba uno de los investigadores del proyecto, el profesor de la Universidad de Pennsylvannia, Nilam Ram, en una entrevista a la Asociación Internacional de Comunicación. “La screenómica proporcionará un nuevo microscopio para observar y comprender el uso de los nuevos medios de comunicación”.

El genoma digital

La palabra screenoma es una combinación entre el término inglés screen, que en español significa pantalla, y el sufijo oma, utilizado para referirse al conjunto de estructuras que ofrecen información particular sobre un individuo. El genoma, por ejemplo, es el conjunto de material genético que posee un organismo, así que el screenoma se podría entender como una especie de genoma digital.

Hasta ahora, el proyecto ha recopilado más de 25 millones de capturas de pantalla de adultos y niños en EEUU, China o Myanmar. “La heterogeneidad que vemos en la forma en que los individuos usan sus dispositivos y se mueven a través del contenido de los mismos es enorme, tanto entre las personas como en el día a día de un solo individuo”, afirma Ram.

Los primeros análisis de algunos de estos datos, realizados sobre 30 estudiantes universitarios de EEUU, ya han proporcionado algunos resultados llamativos. Los datos recopilados gracias a la aplicación instalada en los portátiles de los estudiantes han mostrado que éstos apenas pasan 20 segundos en promedio en una aplicación, antes de saltar a otra y rara vez pasan más de 20 minutos ininterrumpidos en una sola actividad.

El efecto transformador de las nuevas tecnologías

El rápido salto entre aplicaciones es característica del nuevo mundo digital. Desde la aparición de los nuevos dispositivos móviles, los usuarios pueden acceder a “experiencias numerosas y radicalmente diferentes, que ahora pueden verse en rápida sucesión en una sola pantalla”, aseguran los investigadores. Además, las nuevas tecnologías permiten que “las experiencias digitales se pueden pausar y reiniciar sin perder nada”.

El efecto es fácil de observar en el día a día. Daniel vuelve a coger su móvil no menos de una docena de veces desde que sale de la biblioteca hasta que regresa a su casa. “Es una fuente constante de información”, afirma, “pero también de entretenimiento”. A veces, incluso mira varias pantallas a la vez. “A menudo, cuando estoy viendo una película, consulto en el móvil el nombre de algún actor y, entonces, ya me quedo mirando otras cosas y pierdo el hilo de lo que estaba viendo”.

Este tipo de cambios han llamado la atención de la comunidad científica, que lleva años tratando de estudiar el efecto de esta nueva realidad en los seres humanos. Hasta ahora, la mayoría de esos estudios se han centrado en analizar el tiempo que los usuarios permanecen delante de la pantalla o utilizando una aplicación concreta y algunos resultados ya habían advertido de que un exceso de tiempo está asociado con un peor estado de ánimo o incluso con la depresión.

Sin embargo, los autores de la nueva propuesta consideran que este tipo de medidas son insuficientes, ya que “no captan la realidad de la rapidez con la que los individuos cambian de experiencia o de cómo las experiencias son alteradas o están alterando otras aspectos de la vida”, con lo que proponen hacer un seguimiento más detallado, llevando a cabo “un registro de las experiencias a medida que se desarrollan en tiempo real”.

El riesgo de ofrecer tu vida digital a terceros

La idea de hacer un seguimiento personalizado no es nueva. En un estudio publicado en 2012, un equipo de científicos siguió a cerca de medio millar de individuos durante todo el día, tomando notas sobre su actividad digital. Pero las limitaciones y el excesivo coste de este método son evidentes, así que, en esta ocasión, los investigadores han optado por desarrollar un software que recoge capturas de pantalla de los usuarios cada poco tiempo.

Sin embargo, en una época en la que la privacidad está en entredicho, la acumulación masiva de datos personales e individualizados es un riesgo que algunos no están dispuestos a asumir. Aunque el porcentaje de aceptación para participar en el estudio fue ligeramente mayor que en otras investigaciones similares, un tercio de las personas que contactaron con el laboratorio finalmente declinaron participar y la mayoría afirmaron estar preocupados por la privacidad y, en particular, por la posible exposición de sus mensajes de texto.

Los riesgos asociados a este nuevo tipo de investigación recuerdan a los que ya existen dentro del campo de la genómica, con los nuevos tests de ADN. El pasado mes de febrero, varios especialistas en privacidad alertaban del riesgo para la privacidad que supone ceder información genética a las empresas que venden este tipo de pruebas.

En este caso, la situación es similar, ya que los usuarios acuerdan ceder los datos de su vida digital a los investigadores. Los miembros del Proyecto Screenomics no son ajenos a esta controversia reconociendo que “aunque las ventajas del Big Data son claras, también lo son los riesgos” y lanzan una advertencia: “El screenoma contiene información privada sustancial, tal vez tanto o más que cualquier otro registro individual”.

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