Sandra Sabatés: “Las primeras dos sentencias de 'la manada' nos fallaron a todas”
Sandra Sabatés (Granollers, 1979) presenta cada noche, entre lunes y jueves, uno de los programas televisivos más seguidos, El Intermedio. Entre la actualidad y el humor, Sabatés lleva el peso informativo del programa y su labor le ha valido importantes reconocimientos: en 2018 recibió el Premio Ondas a la mejor presentadora de televisión, además de otros galardones, como el Premio Meninas o el Premio CIMA TV del Festival de Vitoria. La periodista ha hecho de la igualdad y el feminismo una de sus banderas, en el programa, en sus redes sociales y también en sus libros.
Sabatés acaba de publicar No me cuentes cuentos (editorial Planeta), un libro en el que a partir de cuentos tradicionales narra las historias reales de varias mujeres que han sufrido diferentes formas de violencia machista. Violaciones, sumisión química, abusos de un padre, trata con fines de explotación sexual, mutilación genital... Las caperucitas, bellas durmientes y blancanieves de este libro tienen nombre y apellidos reales, pero sus identidades se esconden detrás de los nombres de las protagonistas para proteger su anonimato.
El relato que escoge para empezar su libro es el de Caperucita Roja, ¿por qué?
Es uno de mis cuentos preferidos, y no tienes la misma visión cuando te lo cuentan de niña que cuando vas creciendo y haces la lectura con otra mirada. Ahí piensas que en realidad lo que te estaban contando era una violación. Igual que Caperucita, otros cuentos esconden una historia que es mucho más perversa. La idea del libro es que dejemos de naturalizar esas violencias. Hemos cambiado muchas cosas, ya no queremos ser princesas, las mujeres tenemos otras aspiraciones personales y profesionales, pero la violencia de género sigue ahí, sigue formando parte de nuestra realidad hoy en día.
Precisamente utiliza el cuento de Caperucita para contar la historia de la chica que sufrió la violación de 'la manada'. ¿Es el caso que ha marcado un punto de inflexión en nuestro país a la hora de hablar de violencia sexual y de ampliar la visión social de las violencias machistas?
Sin duda. Es un caso muy mediático, del que hemos hablado muchísimo. En el libro, algo que remarcan todas las protagonistas es lanzar el mensaje de la importancia de denunciar, para que se las pueda ayudar y para ser conscientes de lo que está pasando y luchar contra esa violencia machista. Fue muy importante cuando la gente salió en tromba a la calle para pedir que no se pusiera el foco en la víctima y que todas nos sintiéramos amparadas. Esas primeras dos sentencias de 'la manada' nos fallaron a todas. Éramos conscientes de que le había pasado ella pero que nos podía haber pasado a cualquier de nosotras. Y luego está la responsabilidad de los medios de comunicación. En algunos casos la víctima se sintió muy cuestionada, o vio que se les daba mucha voz a los abogados de los acusados y se legitimaba de alguna manera su discurso, aunque también se sintió muy apoyada, hubo esas dos caras.
Habla del papel de los medios de comunicación, que también ha sido un ámbito en el que la ciudadanía ha exigido cambios en los últimos años para que dejaran de lado los tópicos y los estereotipos y aplicaran la perspectiva de género. ¿Han estado los medios a la altura de ese momento y de esa demanda social?
Sí, es que tenemos que hacer mucha autocrítica y mejorar mucho. Hemos visto las dos caras: por un lado se abrían debates que cuestionaban a la víctima y se la intentaba desprestigiar y se daba voz a la versión de los agresores a través de su abogado. Y luego la cara contraria, la de empatizar con la víctima, ese 'yo sí te creo'. A nivel general creo que estamos dando pasos, aunque son lentos. De alguna manera sí creo que somos más conscientes a la hora introducir esa perspectiva de género, se nota que cuidamos más del lenguaje, hay más presencia de mujeres, también en puestos de decisión, recurrimos más a expertas... También sabemos que las conquistas de derechos de las mujeres son lentas y cuestan mucho, de ahí la importancia de defenderlas, porque sabemos que son difíciles de conseguir y muy fáciles de arrebatar.
En una de las historias menciona a Pamela Palenciano, que ha sido denunciada por grupos ultra por su monólogo 'No solo duelen los golpes'. Es un caso paradigmático de cómo se están produciendo los ataques contra muchas feministas. El acoso legal o el hostigamiento y ataque en redes son algunas de las estrategias. Como periodista expuesta públicamente y comprometida con el feminismo, ¿sufre ese hostigamiento?
En las redes es donde más se nota. Te conviertes en diana y ves como proliferan esos ataques, en los últimos tiempos cada vez más. Siempre que emitimos una de nuestras entrevistas de 'Mujer tenía que ser' empiezan los insultos, todo tipo de improperios, de ataques, de negación constante. Son esos discursos negacionistas en los que la extrema derecha está insistiendo constantemente. En los últimos tiempos sí he notado que este tipo de mensajes han crecido exponencialmente, mensajes además llenos de un odio que se propaga y que es muy peligroso.
¿Considera entonces que la llegada de la extrema derecha a las instituciones ha aumentado ese clima de acoso y de enfrentamiento?
Estamos en un momento de extrema polarización y en lugar de optar por el diálogo, se opta por el enfrentamiento, por la confrontación, el estás conmigo o contra mí, ese 'a por ellos' constante. Es un discurso que cala a base de repetir argumentos que son totalmente falsos. Es un intento de amedrentar también; lo que hay que intentar es que no lo consigan. Lo que me preocupa es que estos discursos también calan en sectores de edad más vulnerables. Cuando ves los datos y ves que crece el número de chicos jóvenes que creen que la violencia machista es un invento ideológico... De ahí también el libro, es un 'no nos contéis cuentos', esta es la realidad que a día de hoy seguimos viviendo las mujeres en nuestro país.
Uno de los 'picos de la mesa' –esos momentos donde se sienta en la mesa del programa para lanzar pequeños discursos sobre temas clave– lo dedicó al conflicto por la aprobación de la ley trans. Defendió que lo importante era que salieran las normas y no quién las sacaba adelante. ¿Cómo se posiciona en el conflicto que se ha abierto al respecto?
Considero que el feminismo lucha por la igualdad y estamos hablando de derechos humanos. El feminismo es transversal, incluye distintas formas de interpretarlo y todas son válidas, y el objetivo es seguir dando pasos hacia la igualdad. Habrá cosas en las que estemos más de acuerdo que en otras, lo importante es tirar hacia delante unidas en las cosas en las que se coinciden y en las cosas en las que no haya tanto acuerdo o haya polémica, ser capaces de hablarlo y de escuchar otras posturas. Yo no soy experta de nada ni tengo la verdad absoluta de nada, por eso escuchar maneras de entender diferentes a la mía también me pueden aportar mucho y nos pueden enriquecer. Yo considero que el feminismo es un movimiento transversal e inclusivo. Estamos a la cola de Europa en el reconocimiento legal del género. Lo fundamental en cualquier caso es el diálogo, el huir del ataque gratuito. Hablar es lo que permite llegar a puntos de encuentro y entender al otro es algo básico para seguir avanzando. Enfrentarse solo consigue ruido y no llegar a ninguna parte.
Para terminar quiero preguntarle por el tema de la imagen y la televisión. Hay una crítica hacia los medios, la publicidad, el cine... acerca de los modelos de belleza y de los cánones corporales que tienden a reproducir, pero también hay una idea perversa que hace que muchas de las periodistas que trabajan en televisión se sientan cuestionadas porque parece que están ahí por ser guapas. ¿Cómo hacemos compatible la crítica hacia esa normatividad que se sigue reproduciendo con no caer en argumentos que invaliden su experiencia y su talento?
Yo recibo muchos comentarios en este sentido. Comentarios que apelan a tu físico, que por eso estás ahí, en la línea de desacreditar o desprestigiar, sin tener en cuenta tu capacidad, tu talento, la forma en que desempeñas tu trabajo. Recuerdo acabar de ganar el Ondas y recibir mensajes así, daba igual que tuviera un Ondas, se me juzgaba por si era más guapa o menos guapa.
Hemos reivindicado mucho las canas de las mujeres en televisión, creo que cada vez más, y que queremos cumplir años y seguir trabajando en imagen, por qué no. También venimos de una tradición en la que se jugaba a eso, a un hombre presentador con una chica que estaba ahí para acompañar y ya. El rol de las mujeres dentro de los medios ha cambiado muchísimo, aunque los cambios son muy lentos, por eso debemos seguir insistiendo en estos mensajes.
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