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Save the Children pide que se priorice a los alumnos más vulnerables en la vuelta a las aulas para que no se queden atrás

La educación emocional disminuye los niveles de violencia en aulas, según un experto

Daniel Sánchez Caballero

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La suspensión de las clases presenciales provocada por la Covid-19 está teniendo un mayor impacto (para mal) en los alumnos más vulnerables, que corren el riesgo de quedarse (más) atrás, según Save the Children. La ONG, que acaba de publicar un informe sobre las consecuencias educativas que está teniendo el confinamiento entre los más pequeños, especifica que estos en el grupo de “más vulnerables” referido a esta cuestión se enmarcan en concreto las niñas y los alumnos de origen migrante o de entornos socioeconómicos.

“Cabría esperar que la pérdida de tiempo lectivo (...) lleve asociada un coste en términos de aprendizaje del alumnado, especialmente para aquellos de origen migrante o de entornos socioeconómicos más desfavorecidos, ampliándose así la brecha educativa en España”, afirma la organización.

Para paliar este retraso que puedan acumular, Save the Children propone que ante la más que probable vuelta escalonada a las aulas –el Ministerio de Educación quiere grupos de 15 alumnos máximo– se dé prioridad a estos alumnos en el caso de que alguno se tenga que quedar en casa.

“Si se tienen que reducir los alumnos por aula”, explica la ONG, se propone “reforzar las plantillas de los centros con alumnado desfavorecido de forma que, si lo permite el espacio o por turnos, pueda asistir presencialmente todo o la mayor parte del alumnado y el máximo tiempo”.

La organización argumenta esta propuesta en base a la literatura científica sobre la cuestión y cómo esta demuestra que afecta (por razones que parecen bastante intuitivas) a este perfil de alumnado: la reducción del tiempo lectivo, el “olvido veraniego”, la desvinculación con la escuela y el traslado de la docencia al entorno digital.

De momento, poco se sabe de cómo será esa vuelta escalonada, que solo una vacuna antes de septiembre podrá remediar. Educación se ha limitado a explicar que las clases serán de máximo 15 alumnos, pero no ha ahondado en cómo se articulará. Sea el que sea el modelo que finalmente se elija, parece seguro que los alumnos tendrán que quedarse en casa y estudiar a distancia en algún momento del día o la semana.

La brecha educativa y el verano

Save the Children dedica un capítulo especial a los campamentos de verano, el llamado “olvido veraniego” (esa pérdida de conocimientos académicos que se puede producir durante el estío) y la brecha entre el alumnado. La cuestión estará en la conversación hasta que se cierre el curso: el Ministerio de Educación tiene intención de utilizar estos meses entre cursos para montar campamentos que a priori pueden tener un carácter más lúdico, pero que también deben servir para repasar o afianzar conceptos.

La ONG recuerda que “las investigaciones muestran cómo esta pérdida es el equivalente a lo aprendido durante un mes de curso escolar” y “la relevancia de los meses de verano en la creación de brechas entre niños y niñas de distinto origen socioeconómico”. Los resultados de estos estudios explican que la brecha se abre por los dos lados: los más vulnerables empeoran sus resultados tras el verano, los más favorecidos los mejoran.

Más allá de la explicación del fenómeno, que se entiende cuando se piensa en niños de familias acomodadas en campamentos de verano o incluso academias y niños de hogares humildes que quizá ni tengan vacaciones, la ONG está interesada en destacar que “la investigación en la materia ha demostrado que los programas de aprendizaje en verano son efectivos para que el alumnado adquiera competencias cognitivas y emocionales”, y sostiene que puede tener un efecto equivalente a dos meses de cursos. Más aún, según un estudio de la Education Endowment Foundation estudiantes que participaron en programas durante tres veranos consecutivos hicieron un progreso equivalente al 40%-50% de un curso escolar.

Save the Children realiza una propuesta detallada para los campamentos de verano: deben tener contenido académico y de educación emocional (para lidiar con potenciales problemas surgidos por el confinamiento), grupos de máximo 15 personas (en la línea de lo que piensa el Ministerio), durar mínimo cinco semanas con tres horas diarias de aprendizaje, incluir actividades lúdicas y comedor. Además, propone “vincular excepcionalmente la no repetición a la asistencia a programas de verano, principalmente en las transiciones de etapa” (entre Primaria y Secundaria, etc.).

Un sistema inequitativo

La organización también realiza algunas propuestas para el refuerzo educativo extraescolar de cara al próximo curso. Save the Children recuerda que el sistema ya era inequitativo de por sí antes de la Covid-19, lo cual defiende bajo cuatro argumentos: los niños humildes van en un porcentaje tres veces inferior a los centros infantiles que los acomodados; a igualdad de condiciones académicas un alumno con pocos recursos tienen cuatro veces más posibilidades de repetir; una madre sin la ESO supone diez veces más opciones de abandonar los estudios que si tiene un título universitario, lo cual genera un círculo vicioso de pobreza; y por último, por la segregación del sistema público, con sus centros-gueto y sus centros ricos como reflejo de la misma segregación geográfica.

Por eso Save the Children insiste en la importancia de dotar de recursos humanos y materiales a los centros que acogen un importante porcentaje de alumnado de origen humilde. Destaca en este aspecto la petición específica de que se refuercen las plantillas de los centros con alumnado desfavorecido, ahondando en la idea de darles prioridad en la vuelta.

Además, la ONG hace hincapié en las actividades extraescolares. “Los estudios que tratan de identificar el efecto de este tipo de cursos de refuerzo obtienen, en general, resultados positivos, si bien el efecto de este tipo de intervenciones puede depender tanto de la edad de sus participantes como de su diseño”, reza el informe.

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