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La joven violada ante sus padres y otras decenas de nuevos crímenes franquistas que buscan justicia a través de Argentina

Expectación Jiménez, madre de la joven violada y asesinada, Juan Salas (izquierda) y Manuel Bernete.

Juan Miguel Baquero

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Un grupo de hombres viola a una joven. Los padres están delante. Cuando se hartan, matan a tiros a la chica, Josefa. Después, a su madre, Expectación. Los cuerpos calientes caen a una fosa que los fascistas han obligado a abrir al padre, Manuel. Pasan más de 80 años para que el caso toque la puerta de la justicia a través de la denominada querella argentina.

Una denuncia colectiva presentada esta semana en el Consulado de la República Argentina en Barcelona acumula éste y otras decenas de delitos de diversa tipología: desde 132 desaparecidos forzados a ocho deportados en Mauthausen, 138 esclavos del franquismo o varios torturados por Billy el Niño.

“Un total de 388 víctimas”, dice la promotora de la iniciativa, María José Bernete, que ha contado con el apoyo de Ana Messuti y Máximo Castex, abogados de la querella argentina, y de la Red Catalana y Balear de Apoyo a la Querella Argentina contra los Crímenes del Franquismo.

Todos los casos tienen un marco común: las poblaciones que conformaban la Colonia de Fuente Palmera (Córdoba) de 1936 a 1978. Y entran a formar parte del único proceso abierto en el mundo para investigar las graves violaciones de derechos humanos cometidas por los golpistas de Francisco Franco y que España sigue sin resolver. Una causa, la 4591/10, que tramita la jueza María Servini de Cubría desde el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal Nº1 de Buenos Aires.

El asesinato de la familia Peña Jiménez

El macabro caso de la joven violada y asesinada por falangistas ante sus padres ocurre el 12 de septiembre de 1936 en el cementerio de Fuente Palmera. Ahí siguen los huesos, en una fosa común, como testigos de la pedagogía del terror ejecutada por los franquistas. Una violencia que adopta especial saña contra las mujeres.

El asesinato de Expectación Jiménez Fernández, Manuel Peña Guisado y su hija Josefa Peña Jiménez es una de las “muchas historias tristes y aterradoras” que suma esta denuncia colectiva. Uno de los 132 episodios de muerte violenta que atestigua la querella.

“Violaron primero a la joven delante de sus progenitores para luego matarla ante sus ojos, matar también a la madre y lanzarlas a la fosa que previamente había cavado el padre, quien no murió de los disparos y fue rematado con la pala con la que había abierto el agujero que los engulliría a los tres”, relata María José Bernete en la documentación entregada en el consulado argentino en Barcelona.

“Podría haber sido peor; uno de sus hijos más pequeños los iba siguiendo y a los falangistas les debió parecer demasiado matar a un niño de tan corta edad y lo mandaron a casa”, explica la querellante.

Sucedió en Andalucía, la región más castigada por el terror franquista con al menos 45.566 asesinados y 708 fosas comunes. España suma 114.226 víctimas ejecutadas por los golpistas, según la causa que abrió en la Audiencia Nacional el juez Baltasar Garzón. Más de 740 fosas han sido excavadas y recuperados unos 9.000 esqueletos desde el año 2000.

Pero décadas de retraso en memoria histórica condenan a la mayor parte de las familias a no recuperar jamás a sus muertos. Apenas una cuarta parte de las víctimas podrían ser recuperadas de las fosas. Quizás un máximo de 7.000 llegarían a ser identificadas con nombres y apellidos, según un informe del Ministerio de Justicia al que ha tenido acceso eldiario.es.

Víctimas del nazismo, esclavos de Franco

La querellante, María José Bernete, ha vivido con “emoción” los últimos días. Da el paso, dice, porque “olvidar sería otra victoria del fascismo”. Y porque siente “vergüenza de tener que vivir en este reino de impunidad que tan bien atado dejó el dictador genocida”.

La querella presentada en el Consulado del país austral en Barcelona “se envía esta semana a Argentina, a la Cancillería de Exteriores, que a su vez la remitirá al juzgado donde será registrada”, refiere. Porque las víctimas esperan encontrar “reparación” a través de la Justicia Universal. Como una manera, alega, “de que sus historias prevalezcan”.

“La verdad es que prácticamente casi podemos encontrar todos los tipos de crímenes considerados de lesa humanidad”, asegura la denunciante. Como los deportados muertos en el campo de concentración nazi de Mauthausen. De Fuente Palmera “fueron ocho, una cifra muy alta para un pueblo tan pequeño”.

Hace una década, María José Bernete empezó “a investigar los casos de colonos” que pasaron por los centros de reclusión diseñados por la Alemania de Adolf Hitler. Como el caso de Juan Salas Sánchez, trabajador del campo y vecino de una de las aldeas de la Colonia, Fuente Carreteros.

La derrota de la democracia española obliga al jornalero a cruzar la frontera. En Francia vive un primer internamiento y un periplo como prisionero de los nazis que arranca con su “trasladado al Stalag o prisión XII-D de Trier, Alemania”. De ahí a Mauthausen el 25 de enero de 1941, luego Gusen. Y al final Hartheim “donde es asesinado el 18 de diciembre del 41 a la edad de 26 años”.

Salas fue soldado republicano. Como el único expatriado que tuvo descendencia, Manuel Cobos Herruzo, “muerto a los 34 años en Gusen”, el mayor subcampo dependiente de Mauthausen. “Su primo murió en Hartheim y su hermano en el exilio solo y enfermo”. Su familia busca “esa reparación por el dolor que sufrieron”.

Córdoba es “la tercera provincia con mayor número de víctimas del nazismo”, subraya Bernete. “Aparecen también en esta denuncia la mano de obra esclavizada por la Alemania nazi en la Organización Todt, los antifascistas que pasaron por los campos de concentración franceses, los exiliados, las mujeres vejadas y las asociaciones y particulares cuyos bienes fueron ordenados incautar”, enumera.

Como “Margarita Guisado, hija de Francisca Adame Hens, cuyo padre y hermano, ambos esclavos del franquismo en el Canal de los Presos”, una obra faraónica que sigue dando riego a parte del bajo Guadalquivir. Hasta “138 personas destinadas a Batallones Disciplinarios de Trabajadores o de Soldados Trabajadores” contabiliza el texto entregado para forma parte de la Querella Argentina.

“Torturado salvajemente” por Billy el Niño

José Balmón Castell fue detenido en 1976 y trasladado a la Dirección General de Seguridad, “donde fue torturado salvajemente por Billy el Niño durante 10 días. Antonio González Pacheco le fracturó la mandíbula, le rompió varias costillas y le causó graves hematomas por todo el cuerpo”, denuncian.

El número y tipología de víctimas presentado en la querella suma “41 personas detenidas en una caída del Partido Comunista en el año 1960, que se estaba organizando entre los trabajadores del campo”. Algunos presos políticos, detalla, “estuvieron meses y hasta años en prisión”.

Y la propia querellante acumula hasta 11 casos en su familia. “Mi abuelo Manuel Bernete Jiménez fue esclavo del franquismo construyendo el pueblo nuevo de Belchite”, cuenta. El campo de trabajo forzoso depende de la Dirección General de Regiones Devastadas.

“Tras acabar la guerra mi abuelo junto a su familia vuelve a Fuente Palmera, donde es detenido y encarcelado”, explica María José Bernete. El régimen de Franco le condena en Consejo de Guerra a “12 años y un día” que cumple en la prisión de Córdoba y en San Juan de Mozarrifar, Zaragoza, “donde vio morir de hambre a sus compañeros”.

La acusación fue “pertenecer a la UGT y ser presidente del Comité de Defensa de la República en la aldea de Silillos”. Y, también, “ser tío del Capitán Chimeno”, como se conocía al militar anarquista Juan José Bernete Aguayo. Una venganza que sufrirían otros miembros de la familia.

Como Rosario Bernete. “Le raparon su bonito pelo rubio dejándole parte del cabello en forma de cruz, la pasearon por las calles y la sentaron en una silla en medio de la plaza del pueblo obligándole a ingerir varios tazones de aceite de ricino migados con pan entre insultos, mientras perdía el control de sus esfínteres”. La que había sido novia del Capitán Chimeno, Concepción Quero Dublino, corrió la misma suerte: “vejada y humillada”.

Y su hermano Antonio Bernete Aguayo fue esclavo del nazismo en la Organización Todt y “pasó por varios campos de concentración franceses”. Otro hermano, Francisco, “formó parte de la Resistencia, fue teniente de las Fuerzas Francesas del Interior y de la Agrupación de Guerrilleros Españoles en Toulouse”. Él se quedó en el exilio hasta la muerte del dictador.

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