Así se diseñó Curro, el pájaro con un arcoiris en la cabeza que fue mascota de la Expo'92 de Sevilla
Una voltereta en el aire y un grito parecido al del pájaro loco sirvieron de despedida. En la película de dibujos animados proyectada durante la presentación oficial, Curro se giraba en el cielo después de mostrar su pico multicolor, lanzaba los números mágicos —el 9 y el 2— y desaparecía entre aplausos. Solo habían pasado cuarenta segundos, pero ya estaba claro que ese pájaro de nariz enorme y cresta arcoíris iba a ser la imagen más recordada de la Expo’92 de Sevilla.
El encargo no fue sencillo. La organización buscaba una figura moderna, con identidad propia y sin referencias a los tópicos sevillanos. Por eso, cuando se decidió abrir una convocatoria internacional para seleccionar a su autor, el objetivo era encontrar un diseño que pudiese funcionar tanto como personaje animado como en formato tridimensional.
El nacimiento de un personaje que rompía con los tópicos habituales
Entre las 24 propuestas que llegaron a la fase final, destacaban nombres como los españoles Miguel Calatayud y Antonio Mingote. Incluso se planteó invitar a Quino, el creador de Mafalda, aunque rechazó la oferta.
La propuesta ganadora fue la del ilustrador checo nacionalizado alemán Heinz Edelmann, conocido por su trabajo gráfico en Yellow Submarine. Aunque muchos relacionaron el nombre de la mascota con el torero Curro Romero, lo cierto es que su origen fue mucho más doméstico. Edelmann tenía un perro llamado Francis, y al conocer cómo se acorta ese nombre en Andalucía, decidió llamarlo Curro. El guiño andaluz terminó convertido en un emblema de proyección internacional.
El 14 de marzo de 1989, en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, se organizó el acto oficial de presentación. Curro apareció en una figura tridimensional iluminada por un foco blanco, bajo una especie de sombrero de copa, mientras Edelmann y Manuel Olivencia, comisario general de la Expo, lo descubrieron ante los medios.
Cada gesto, color y forma respondía a una intención concreta del autor
La proyección de la película animada sirvió como complemento para dar a conocer los detalles del personaje y su mundo visual, repleto de montañas, charcos iridiscentes y formas onduladas.
La escena más comentada de aquella animación fue el momento en que Curro, todavía con el pico blanco, se inclinaba sobre un charco y bebía. Al entrar en contacto con el agua, su nariz se teñía con los colores del arcoíris, en una metáfora visual del vínculo entre descubrimiento y transformación.
Según explicó Edelmann aquel día, su intención era dotar a la mascota de rasgos marcados y de una actitud inquieta, y señaló: “Es orgulloso, seguro de sí mismo. Se trata de un pájaro de buena presencia y que ha tenido la suerte de tomar parte en un gran acto”.
Los rasgos que definían al personaje no eran fruto del azar. Las patas gruesas se inspiraban en las de un elefante, para dar sensación de estabilidad. La sonrisa, por su parte, fue objeto de cierta discusión durante el desarrollo del diseño. El propio autor explicó que quería que el personaje transmitiera seguridad y buen ánimo, alejándose de cualquier lectura irónica o exagerada. En sus palabras, recogidas por El País en la cobertura del evento, “le gusta tanto descubrir cosas que le hace parecer curioso”.
Uno de los elementos más característicos del personaje fue su cresta en forma de penacho, junto al pico de gran tamaño. Ambos estaban iluminados con los cinco colores del arcoíris, una decisión que respondía a la necesidad de representar a los continentes presentes en la exposición. Aunque la figura tenía un aire cómico, Edelmann insistía en que cada rasgo tenía una justificación funcional.
Sevilla lo acogió en un evento festivo que lo catapultó a la fama
La presentación ante el público sevillano se celebró semanas más tarde, el 22 de abril de 1989, en un acto festivo que tuvo lugar en la Plaza de España. A partir de entonces, el personaje comenzó a multiplicarse en soportes publicitarios, campañas institucionales, materiales promocionales y merchandising. Pero la base de todo estaba en aquel primer concepto, definido por su creador con una mezcla de trazo limpio, colores intensos y proporciones poco convencionales.
En los diseños originales conservados por la organización, pueden verse diferentes versiones del personaje en distintos ángulos y poses. Algunas ideas fueron descartadas, como una variante con gafas redondas o una versión con cola de abanico. El resultado final fue una figura blanca, con gesto amable y una silueta fácilmente reconocible incluso a distancia.
De esta manera, Curro no fue solo una mascota diseñada para una exposición internacional. Fue un ejercicio deliberado de síntesis visual, con elementos reconocibles pero sin caer en el costumbrismo. Y aunque después de la Expo su presencia se redujo, el trabajo de diseño que le dio forma sigue siendo uno de los ejemplos más recordados de imagen institucional en la historia reciente de España.
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