La inesperada función de unos antiguos objetos hallados en Oriente Próximo
Durante décadas, un conjunto de fragmentos cerámicos hallados en el yacimiento sirio de Hama fue clasificado como piezas sin identificar. Fueron excavados en los años treinta por un equipo danés liderado por el arqueólogo Harald Ingholt. Casi un siglo después, una investigación encabezada por Georges Mouamar, también arqueólogo, y publicada en la revista Childhood in the Past ha revelado su auténtica función: se trata de los primeros sonajeros de bebé documentados en el Levante.
Fragmentos olvidados que cobraron sentido
El estudio, enmarcado en un proyecto más amplio sobre la vida cotidiana en la ciudad siria durante la Edad del Bronce, ha analizado 19 fragmentos procedentes del periodo EB IV (aproximadamente entre el 2500 y el 2000 a. C.). “Nos interesa explorar cómo vivían las personas corrientes, y en especial los niños, cuya presencia en los estudios arqueológicos ha sido tradicionalmente marginal”, explicaba la antropóloga y codirectora del proyecto, Mette Hald.
El descubrimiento fue en parte fruto del azar. Según relataba Hald, Mouamar reconoció en la colección de Hama unas formas cerámicas similares a las que había estudiado anteriormente en el Museo Nacional de Damasco. “Fue una coincidencia afortunada, pero también dentro del marco de una investigación que ya se centraba en la infancia”, apuntaba.
Un diseño pensado para manos pequeñas
Las piezas, en su mayoría mangos huecos de entre 4,5 y 6 centímetros de longitud, presentaban características comunes: eran cilíndricas, con bases planas o pequeñas protuberancias y algunas decoradas con bandas negras, rojizas o motivos espirales. Su reducido tamaño sugiere que estaban diseñadas para ser manipuladas por bebés o por hermanos mayores encargados de entretenerlos.
Los investigadores las compararon con ejemplares intactos hallados en el yacimiento cercano de Al-Zalaqiyat, que aún contenían pequeñas piedras o bolas de arcilla en su interior. Al agitarlos, producían un sonido suave y amortiguado, similar al de los sonajeros de plástico actuales. “No eran lo bastante ruidosos como para funcionar como instrumentos musicales, pero sí ideales para calmar a un niño”, señalaba Hald.
Una función doméstica, no ritual
Aunque las piezas fueron inicialmente catalogadas como posibles instrumentos rituales, su contexto doméstico y el patrón de su uso apunta a una función más cotidiana. “Es probable que fueran producidas en serie por alfareros locales y que formaran parte del equipamiento estándar para el cuidado infantil en hogares con varios hijos”, apuntaban los autores del estudio.
El primer registro de estos objetos en el nivel J6 de Hama coincide con una transformación urbana significativa: una expansión del asentamiento acompañada por un trazado más compacto y angosto. Esta reconfiguración sugiere un aumento de población y, con ello, del número de niños en edad lactante. En ese contexto, los sonajeros serían una herramienta útil para facilitar el trabajo diario a las familias.
Más allá del hallazgo en sí, el estudio pone en valor la necesidad de mirar con otros ojos los objetos considerados “menores” en la arqueología. “Los niños han sido invisibles en la historia material durante demasiado tiempo. Este tipo de piezas nos ayuda a recuperar sus voces, sus rutinas y sus juegos”, concluyó Hald.
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