Por miedo o para jugar: un estudio señala que los humanos son capaces de interpretar las intenciones de un perro por su ladrido

Perro ladrando

Raquel Sáez

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Los perros se comunican continuamente a través de sus ladridos, unos sonidos que parecían encriptados y difíciles de interpretar por parte de los humanos, sean sus dueños o no. Sin embargo, estos últimos son capaces de entender a los canes mejor de lo que se creía anteriormente, hasta el punto de que pueden distinguir sus intenciones, según una investigación publicada recientemente en el Journal of Comparative Psychology.

Un equipo de científicos liderado por Péter Pongrácz, doctor en la Universidad Eötvös Loránd (Hungría), descubrió que los oyentes humanos podían distinguir si un perro se comportaba de forma agresiva, temerosa o juguetona por su ladrido. Y pudieron hacerlo tanto personas con cierta familiaridad como completos desconocidos, nada acostumbrados a socializar con perros.

¿Por qué ladran los perros?

El ladrido de los perros siempre ha sido una incógnita para los científicos. No es algo fácil de descifrar, sostiene Pongrácz, que recuerda que otros cánidos, como los lobos, suelen ladrar principalmente de cachorros; de adultos, lo hacen solo en situaciones hostiles.

En las décadas de 1960 y 1970, algunos investigadores creían que los ladridos de los perros domésticos eran simplemente un remanente de su etapa juvenil, pero sin mayor trascendencia comunicativa. Sin embargo, esa visión ha cambiado desde entonces y científicos han replanteado esa idea en los últimos años. De esa premisa partió también este estudio, según informa la Asociación Americana de Psicología (APA, por sus siglas en inglés).

En su estudio, se trabajó con un perro Mudis, una raza húngara. Se grabó a los animales en varias situaciones: cuando un extraño se presentó en la puerta de su caseta; cuando un entrenador le animó a ladrar agresivamente y a morder una venda en su brazo; cuando se preparó para sacarlo a pasear; cuando se quedó solo en un parque atado a un árbol; cuando jugó el dueño; y cuando el dueño sostuvo una pelota o su juguete favorito a pocos metros del perro.

Un perro en una foto de archivo otografía de archivo

Se pidió a 36 oyentes que calificaran la emotividad de la vocalización y que categorizaran las situaciones basándose en alternativas proporcionadas en un cuestionario. 12 de ellos eran dueños de mudi, 12 dueños de otras razas y 12 personas sin perro.

En base a los resultados del cuestionario, se descubrió que los humanos eran capaces de categorizar correctamente las emociones agresivas, juguetonas o temerosas de los perros. Estas “se correlacionaron con la frecuencia pico y fundamental, y con los intervalos entre ladridos”. En cambio, los investigadores no encontraron “un efecto significativo de la tonalidad” ni en la evaluación de emotividad ni en la categorización de la situación de los oyentes humanos. No se identificaron diferencias significativas entre dueños y no dueños.

Según Pongrácz, este hallazgo sugiere que los ladridos de los perros desempeñan un papel comunicativo en la interacción entre perros y humanos. Al autor no le sorprenden estos resultados: “Se formó durante decenas de miles de años de domesticación para convivir con las personas, por lo que no sorprende que exista este tipo de comunicación”.

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