Así eran los tatuajes de hace 2.400 años: la ciencia reconstruye el arte corporal de la cultura pazyryk

Los cortes de piel suturados post mortem a través de las imágenes indican que los tatuajes no cumplieron un papel específico en el ritual funerario y posiblemente perdieron su significado cuando el individuo murió

Ada Sanuy

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Más de dos mil años después de su muerte, dos individuos de la cultura pazyryk siguen revelando secretos. Conservados en el permafrost de las montañas de Altái (Siberia), sus cuerpos momificados han sido objeto de análisis científico desde su descubrimiento en los años 1940 y 1990. Sin embargo, es ahora, gracias a una innovadora técnica de imagen hiperespectral en el rango del infrarrojo cercano, cuando los tatuajes que decoran sus brazos han podido ser estudiados con una resolución sin precedentes. Los resultados arrojan luz sobre las herramientas, técnicas y pigmentos empleados en una de las tradiciones de modificación corporal más antiguas de Eurasia.

La investigación, liderada por científicos del Centro Nacional de Investigación de Restauro y Museología de Moscú, se ha centrado en las momias de un varón y una mujer datados entre los siglos IV y III antes de nuestra era, pertenecientes al ámbito cultural de los pueblos nómadas pazyryk. El estudio, publicado en la revista Antiquity, ha permitido establecer por primera vez cómo se aplicaron las tintas, la profundidad de las incisiones y la manera en que los tatuajes evolucionaron en el tiempo. Los datos han sido extraídos con una resolución de hasta 0,17 mm² por píxel, lo que ha permitido identificar zonas afectadas por alteraciones térmicas, daños mecánicos o contaminaciones posteriores.

Modelo 3D creado fotogramétricamente de la momia femenina de la tumba 5 de Pazyryk, que muestra: A) textura derivada de fotografías de espectro visible; y B) textura derivada de fotografía de infrarrojo cercano

Un trazo compuesto por cientos de microcortes

Uno de los hallazgos más reveladores del estudio es la constatación de que los tatuajes fueron realizados mediante múltiples incisiones muy pequeñas, de forma repetida, en la misma línea. A diferencia de técnicas de punción únicas o de corte profundo, los trazos pazyryk se obtenían sumando microlesiones lineales, probablemente con una herramienta afilada como una espina o una aguja de hueso. Estas incisiones se rellenaban con una sustancia pigmentada negra, posiblemente carbón, que penetraba en las capas dérmicas. La acumulación de daño controlado en la piel sugiere una comprensión técnica avanzada por parte de los tatuadores y un proceso deliberado de cicatrización para fijar los pigmentos.

La imagen hiperespectral ha permitido además identificar diferencias entre zonas tatuadas y no tatuadas que no eran visibles a simple vista. Gracias a este contraste, los investigadores han reconstruido fragmentos perdidos del diseño original, borrados por el paso del tiempo o por alteraciones físicas en la piel. En el caso de la momia femenina, se ha podido completar un diseño de animal híbrido que no se apreciaba con claridad en anteriores estudios. En el varón, se han identificado repeticiones intencionales de motivos curvos que podrían sugerir una secuencia simbólica o narrativa.

¿Decoración o poder simbólico?

Más allá del análisis técnico, el estudio aporta nuevas pistas sobre el posible sentido social o ritual de estos tatuajes. En el contexto pazyryk, los diseños corporales parecen haber estado reservados a individuos de alto estatus o funciones específicas dentro del grupo. El nivel de detalle, la complejidad de los motivos y la inversión de tiempo requerida para su ejecución apuntan a un rol más allá del meramente decorativo. Los investigadores sugieren que estos tatuajes podrían haber servido como marcas de filiación, indicadores de rango o elementos de identidad colectiva.

El hecho de que ambos cuerpos presenten los tatuajes en los brazos, y en lugares similares, refuerza la hipótesis de una convención social compartida. Además, la existencia de patrones reconocibles entre diferentes individuos hallados en la región sugiere la transmisión de una tradición estética y simbólica propia de esta cultura nómada. Aunque el estudio no puede determinar el significado exacto de cada figura, sí documenta una coherencia formal que se repite en distintos yacimientos, lo que añade peso a la tesis de un sistema visual codificado.

Tatuaje en el antebrazo izquierdo: A) estado actual; B) enderezado, igualando los pliegues de la piel y compensando el proceso de desecación, y con la cabeza de ungulado recreada a partir de escenas de peleas de animales de Pazyryk; C) representación artística idealizada

Conservación y acceso con nuevas tecnologías

La aplicación de imagen hiperespectral en este tipo de restos supone un avance significativo en la conservación no invasiva del patrimonio arqueológico. Al no requerir contacto físico ni manipulación directa de los tejidos, esta metodología minimiza los riesgos de deterioro y permite conservar la integridad de las momias mientras se profundiza en su estudio. Además, los resultados digitales ofrecen una base sólida para futuras investigaciones y modelos comparativos en otras regiones del mundo donde la práctica del tatuaje tiene raíces ancestrales.

La precisión alcanzada por esta técnica, combinando longitudes de onda del visible e infrarrojo cercano, permite incluso detectar alteraciones químicas imperceptibles a otros métodos ópticos. Esto incluye la identificación de contaminaciones modernas, hongos superficiales y residuos de tratamientos de conservación anteriores, que pueden interferir en la lectura arqueológica. Los autores proponen que la aplicación sistemática de estas tecnologías puede transformar el conocimiento sobre las prácticas de tatuaje en contextos antiguos.

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