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El test de Turing o la inteligencia de las máquinas

Alan Turing.

Maite Garrido Courel

Madrid —

“Si una máquina se comporta en todos los aspectos como inteligente, entonces debe ser inteligente”. Esta premisa, y casi convicción, llevó a Alan Turing a exponer en la prestigiosa revista filosófica Mind su pensamiento ante la comunidad científica británica. Su artículo, publicado en 1950 bajo el título “Computing machinery and intelligence”, ahondaba sobre la inteligencia artificial haciéndose una sencilla y trascendental pregunta: ¿pueden las máquinas pensar?

Turing proponía en ese artículo lo que hoy se conoce como el test de Turing, y que consistía en llevar a cabo el juego de imitación. Para dicho juego es necesario un juez, ubicado en una habitación aislada, y un individuo y una máquina en otra. Ambos responderán por chat a la preguntas que les realice el interrogador. La máquina ha de hacerse pasar por un ser humano; si el juez es incapaz de distinguir entre el individuo y el ordenador, se considera entonces que la máquina ha alcanzado un determinado nivel de madurez: es inteligente.

Para Turing, la inteligencia artificial existirá cuando no seamos capaces de distinguir entre un ser humano y un programa de una computadora en una conversación a ciegas.

Pero la década de los cincuenta estaba lejos de ser una época en la que las ideas visionarias de Turing tuvieran cabida fácilmente. Tuvo que enfrentar críticas y comentarios –a los que respondía en el citado artículo– del ámbito teológico (Dios no ha dotado a los animales ni a las máquinas de alma), pero también matemático. Los colegas matemáticos dudaban de que una máquina pudiera contestar a preguntas que escaparan del sí o del no y que pudieran emular el intelecto humano.

Programa Tres14 sobre inteligencia artificial y test de Turing

De ELIZA a CAPTCHA

Más de diez años después del polémico artículo, un profesor emérito de informática del MIT, Joseph Weizenbaum, diseñó uno de los primeros programas en procesar lenguaje natural. ELIZA, inspirado en los postulados de Alan Turing, funcionaba buscando palabras clave en las frases escritas por el usuario y respondiendo con una frase modelo registrada en su base de datos.

Resultó tan convincente que algunas personas que interactuaron con el programa, sin saberlo, llegaron a pensar que realmente hablaban con un humano. Aunque ELIZA tenía sus límites: cuando no entendía el enunciado, repetía las palabras en forma de frases y expresiones incoherentes. Aún quedaba mucho para lograr una máquina inteligente.

En 1990 se inició el concurso Premio Loebner entre programas de ordenador que intentan pasar el test de Turing. Un juez humano se enfrenta a dos pantallas de ordenador, una de ellas se encuentra bajo el control de un ordenador, y la otra, bajo el control de un humano. El juez plantea preguntas a las dos pantallas y recibe respuestas.

El premio, que se celebra de forma anual, está dotado con 100.000 dólares para el programa que pase el test. La primera y única vez que un juez confundió a una máquina con un humano fue en el año 2010, cuando el robot Suzette, de Bruce Wilcox, superó la prueba.

Actualmente, una de las aplicaciones de la prueba de Turing más extendida es el control de spam. Este correo basura es generalmente enviado por un ordenador, así que el test de Turing puede usarse para distinguir si el remitente es humano o una máquina. En el CAPTCHA, Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans ApartTuring test (prueba de Turing pública y automática para diferenciar máquinas y humanos), esa conocida sucesión de números y letras, su ‘juez’ es, paradójicamente, un ordenador.

Las predicciones de Turing sobre máquinas y el juego de imitación son todavía un desafío. El matemático pensaba que en unos 50 años las máquinas jugarían tan bien que un interrogador no podría realizar la adecuada identificación tras cinco minutos de preguntas. La inteligencia artificial sería algo común y corriente: no se pondría en entredicho.

“Creo –decía Turing– que a finales de siglo la opinión educada general se habrá modificado de tal manera que se podrá hablar de máquinas que piensan sin esperar que lo contradigan”.

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