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El youtuber Jaime Altozano crea una sala de estudio y trabajo online seguida por miles de personas

Fragmento de una de las últimas sesiones de trabajo en el canal de Twitch de Jaime Altozano

Felipe G. Gil

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“Cuando el confinamiento empezó, pensé de qué manera podía yo ayudar más a la gente. Y pensé que eso sería haciendo vídeos diarios, para que hubiera entretenimiento. Pero eso no se me ocurrió solo a mi, se le ocurrió a todo el mundo. Y todos los youtubers empezaron a hacer videos casi diarios y las cadenas de televisión...y de pronto había más entretenimiento que antes. Pero sin embargo, hablando con gente que estaba en el colegio, en la universidad, trabajando como freelance y en trabajos creativos, me decían siempre lo mismo: y era que les estaba costando mucho ser productivos, que estaban procrastinando un montón, que perdían el día entero... la parte difícil no era estar entretenido durante la cuarentena sino ser productivo”.

Este es el punto de partida y el certero diagnóstico que lleva a cabo el youtuber musical Jaime Altozano en el vídeo en el que explica su experimento: llevar a cabo directos diarios de productividad en su canal de Twitch. Las sesiones duran aproximadamente 3 horas, de las cuáles 2 horas y 20 minutos se reparten en dos grandes bloques de trabajo donde va sonando música que Altozano pincha y luego hay una introducción, un descanso y una charla final. Él mismo lo explicaba hace unas semanas en un vídeo en su canal de Youtube.

Altozano ya es bastante conocido como youtuber musical y además de contar con un sólido canal con más de 2 millones de suscriptores, es reclamado cada vez más por parte de medios convencionales. De hecho, justo antes de que comenzara la cuarentena, participó en OT.

Altozano nos explica el motivo para aventurarse en algo que a priori no tiene que ver con la música y el origen de su inspiración: “Lo he empezado para ayudar a la gente a tener un horario fijo para ponerse a currar o a estudiar, pero…¡También para tenerlo yo! A mí me obliga a una disciplina que agradezco mucho, y como persona que trabaja desde casa a veces no es tan fácil conseguir. La idea vino de que yo siempre he sido muy fan de los grupos de estudio. Quedar con amigos a estudiar y trabajar es algo que ha sido habitual para mí. Una experiencia del estudiante y también del autónomo, y que yo he vivido mucho, es que tienes findes en los que te tienes que quedar encerrado currando porque, si no, no puedes sacarlo todo adelante. Y si no quedas con gente a currar te toca pasar todo el finde solo. Así que siempre me buscaba a amigos que también tuvieran que estudiar o que trabajar y quedaba con ellos para hacerlo más llevadero y más disciplinado”.

Durante la cuarentena hemos visto cómo personas que contaban con conocimientos expertos en una determinada materia ofrecían de forma gratuita contenidos en directo donde daban consejos, hacían tutoriales o muestras de su trabajo para otros. En la mayoría de los casos el formato era bastante rudimentario: emitido con un móvil, con un sonido precario y sin demasiado guión. Dichas personas, con toda la buena intención del mundo, han poblado la red de contenidos que podían satisfacer casi cualquier necesidad: como hacer pan, como activar el core, como pinchar música... Pero el experimento de Altozano va mucho más allá. Ha utilizado una metodología para pautar el trabajo y sacar el máximo partido a las herramientas que proporciona Twitch para gamificar la experiencia. Y no lo ha hecho solo, ha contado con otras cuatro personas.

“El proyecto ha evolucionado de manera muy natural. El primer bot lo programé yo siguiendo tutoriales de youtube y era muy básico. Cuando alguien ponía la letra 't' le contaba como ”trabajando“ y sumaba +1 a un contador en pantalla de 'personas trabajando'. Y con 'dt' dejaban de trabajar y les restaba. Eso para cuando había 20 personas bueno, pero ahora con 7.000 de media en cada directo no funcionaría por muchas razones. Empecé a hablar con dos programadores que tienen una startup llamada Bite Industry que precisamente venían a los directos a currar en sus proyectos y han hecho una versión pro. El bot ahora tiene una base de datos robusta, funciona con comandos que se pueden apagar y encender, y lo pueden usar 7.000 personas a la vez y aguanta sin colapsar. Además, he podido trabajar con 2 diseñadores, una mi pareja, la también youtuber y arquitecta Ter y el otro es Juan Escudero, para que haya un marco con animaciones a mi alrededor que indica en qué ”bloque de trabajo“ estamos, y cuanto queda para el siguiente descanso”.

Altozano reconoce que no se imaginaba la aceptación que iba a tener: “Cuando lo empecé no pensaba que el proyecto fuese a crecer tanto. Ya estamos manos a la obra entre los cinco para diseñar nuevas mecánicas y mejorar las existentes. La idea es crear en el mundo virtual un análogo a algo que ya existe en el mundo real. La típica sala de estudio donde vas con tus amigos a currar un rato, y cuando acabas te vas. Y para suplir todo lo que el mundo físico tiene que el virtual no, hacen falta comandos y mecánicas de todo tipo. Ahora la gente puede mandar fotos de en lo que están trabajando y se muestran en pantalla, puede consultar cuántas horas lleva trabajadas en el stream, cuántas horas lleva trabajadas la comunidad... y espero que pronto podamos anunciar aún más cosillas”, precisa. Y es que de momento y por los comentarios de las personas que están participando el experimento parece estar funcionando muy bien.

A priori, y tal comentaba en el vídeo que explica el origen del experimento, podría pensarse que esto solamente está pensado para un perfil muy determinado: profesionales liberados dentro del espectro de trabajos creativos o estudiantes. Altozano señala que hay de todo: “Hay desde niños de 14 años haciendo deberes hasta adultos con hijos, como Pablo que es un profesor de instituto con dos hijas, que el otro día hizo el himno del tren del hype” (en referencia a una de las mecánicas que se activan en un canal de Twitch cuando esté está teniendo éxito). “De hecho, en la última encuesta daban un 30% de personas en el instituto, 30% universitarias, y 40% teletrabajando o haciendo hobbies. Y luego está Paulina, que tiene 51 años y teje jerseys, y es la que más sabe de Twitch y nos explica a todos cómo funcionan las mecánicas más nicho de la plataforma”.

“Tengo 51 años, trabajo en unos grandes almacenes pero estoy empleada por una empresa externa. Esta empresa es un mayorista de mercería y por otra parte me dedico al diseño de prendas de punto, tanto para mi empresa como de manera independiente”, nos cuenta Paulina, afincada en Barcelona desde hace años y nacida en México. “A Jaime lo sigo desde hace bastante y como me interesa mucho su contenido desde hace un tiempo soy Patreon de su canal. Hace unas semanas nos dijo a los patreons la idea que había tenido como un mes antes de hacerlo público , para ver si nos resultaba interesante y que fuéramos probando cosas, tipo beta testers”.

Paulina se encuentra ahora mismo inmersa en un ERTE y reconoce que encajaba en lo que buscaba Jaime “Me pasaba lo que explicó Jaime, me costaba ser productiva. Muchos días no hacía casi nada aunque tenía mucho que hacer. Así que me apunté enseguida y me ha ido muy bien”. Conoce Twitch desde hace tres años: “Me resulta entretenido y muy práctico mientras tejo. Me gusta mucho más que la tele y dura más que los vídeos de YouTube. Me gusta ver jugar, aunque yo solo juego a Los Sims 4 y a Pokémon”. Y reconoce que Jaime no es convencional: “De todas formas lo de Jaime no es típico contenido de Twitch, ni gran parte de su público conoce la plataforma. Por ejemplo Jaime lee mucho el chat y un típico streamer no lo hace porque está jugando”.

Durante la cuarentena miles de personas han expresado, entre muchos otros trastornos psicológicos y emocionales, la dificultad para concentrarse a la hora de llevar a cabo tareas vinculadas al estudio o al trabajo. La incertidumbre, el miedo por la situación y la absoluta ruptura de los hábitos laborales y sociales que teníamos están detrás de esto. Aunque el trabajo desde casa se haya impuesto a la fuerza para quién ha tenido ese privilegio, la experta en teletrabajo y profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, Eva Rimbau, nos recuerda que esto no es exactamente teletrabajo: “Se ha ensalzado mucho el teletrabajo sin poner suficiente énfasis en esto es trabajar en casa en medio de una crisis mundial, normalmente rodeada de tu familia y con un estrés muy importante por toda la situación. No es así cómo debería ser el teletrabajo. Además, ha sido todo muy improvisado, sin poner los medios, sin formar ni a los directivos ni a los trabajadores, con las niños o personas dependientes en casa, sin espacios preparados en las casas”.

Para Rimbau, la conexión entre el experimento de Altozano y el teletrabajo en general se encuentra en la necesidad para socializar mientras llevamos a cabo tareas: “La necesidad de socialización es super-humana y es uno de los problemas del teletrabajo. Y se buscan soluciones. Estas pausas para hablar de lo que sea en el experimento de Altozano, estos canales de Slack para decir las chorradas que quieras o incluso los canales de WhatsApp para mandar memes responden a esa necesidad social y es muy importante cuidarla”.

El proyecto se ha financiado a través de las suscripciones al canal de Twitch de Altozano, tal y como él explica: “Todas las dinámicas son gratuitas. Mandar los comandos de trabajar y dejar de trabajar, el de consultar cuántas horas llevas trabajadas y en qué rango estás, lo de mandar fotos de aquello en lo que estás trabajando, todo eso es gratuito e igual para todos. Y puedes hablar por el chat uno vez al día más o menos. Lo que es de pago es hablar por el chat más a menudo. Y ese apoyo económico es lo que me ha permitido pagar los servicios de los programadores y diseñadores, y que hayamos conseguido montar esto tan rápido”.

Curiosamente comienza a haber una tendencia y hay ejemplos menos elaborados que el canal de Altozano en Twitch: desde una youtuber que se graba estudiando y anima a otras a hacerlo al mismo tiempo hasta cuentas que ofrecen un directo non-stop con música para concentrarse mientras se trabaja. Lo que seguro demuestra el exitoso experimento de Jaime Altozano es que cuando hay creatividad y trabajo se pueden conseguir soluciones innovadoras para problemas comunes. Y sobre todo: que una tecnología por sí sola no va a solventar dichos problemas: será una mezcla entre lo que ésta ofrece y la imaginación de quién consigue sacarle el máximo partido a la misma.

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