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Cómo el diseño partidista de los distritos electorales en EEUU ha permitido la ola antiabortista que sacude el país

El Supremo de EE.UU. evalúa dividido el caso de aborto más importante en 20 años

Adrian Horton / Tom McCarthy / Jessica Glenza

Los sondeos de opinión en Alabama, Georgia, Ohio y otros estados de Estados Unidos indican que la mayoría de sus ciudadanos quieren que el aborto siga siendo legal. Sin embargo, los gobiernos de estos estados, todos controlados por el Partido Republicano, han aprobado leyes que prohíben, de facto, el aborto.

En democracia, los cargos electos que contradicen la voluntad de sus votantes deberían abandonar sus puestos. Se supone. Sin embargo, estos legisladores no parecen muy preocupados por las elecciones de 2020, a juzgar por lo extremas de sus medidas. Y es que los gobiernos se han dado cuenta de algo que los votantes aún ignoran: en muchas zonas de Estados Unidos el electorado no elige a sus representantes. Sino que son los políticos los que eligen a sus votantes.

El dibujo de los distritos electorales –conocido con la palabra inglesa gerrymandering– es una práctica legal dentro de la política estadounidense. Conociendo la afinidad ideológica mayoritaria de una zona, republicanos y conservadores se ponen de acuerdo en los límites que abarcará cada distrito, del que saldrá elegido un cargo público.

De esta manera, concentran en cada circunscripción electoral la máxima cantidad de votantes de un único partido, asegurándose entonces ese asiento. Esto impulsa una suerte de carrera armamentística ideológica que tiene como consecuencia la aprobación de leyes cada vez más distorsionadas, como afirman los analistas.

“Hay una relación directa entre el gerrymandering y legislaciones extremas como estas leyes que prohíben el aborto después de que se hayan detectado los latidos del corazón del feto”, explica David Daley, autor del libro superventas Ratf**ked: por qué tu voto no importa.

“El dibujo de circunscripciones electorales no solo asienta las condiciones para la conformación de legislaturas extremistas, sino que además dificulta mucho que los votantes puedan deshacerse de estos legisladores cuando se pasan de la raya”, argumenta. “De esta forma, se le otorga el poder a una minoría y los votantes no pueden deshacerse de ellos en las urnas. Es algo muy peligroso y deberíamos tomarlo muy, muy en serio”, advierte.

Como demostraron en mayo los 25 hombres blancos republicanos que aprobaron en el estado de Alabama la ley de aborto más restrictiva del país, en Estados Unidos continúa siendo una realidad que no son las mayorías las que gobiernan. Ejemplos paradigmáticos de esta falta de representatividad abarcan desde la histórica negación de derechos a las mujeres y a los ciudadanos no blancos en la Constitución, o la permisividad de la esclavitud de personas afroamericanas, hasta la actual existencia de dinero negro o medidas que autorizan la privación del derecho al voto.

Ahora, la oleada de leyes en contra del aborto –en los últimos tres meses, al menos seis estados republicanos han endurecido su legislación al respecto– pone en evidencia que el gerrymandering, el dibujo de los límites de las circunscripciones electorales, es, según los analistas, una de las herramientas más efectivas para que salgan adelante gobiernos que representan a minorías.

Las estrategias de gerrymandering de los partidos –ampliamente aprovechadas por el lado republicano durante los últimos 15 años– podrían ser evaluadas por el Tribunal Supremo este mes de junio, según explica el libro de Daley. Y esto tendría lugar si la Justicia decide que el Supremo debe empezar a atender los casos en los que el gerrymandering se emplea de manera partidista –a diferencia, por ejemplo, de usos de gerrymandering por motivos raciales–.

Al margen de la decisión del Supremo, el gerrymandering es en la actualidad una herramienta política tan poderosa que es complicado que deje de emplearse en el corto plazo. “Distritos no competitivos pueden permitir a los legisladores promover medidas más extremas, sin que el electorado pueda castigarlos”, cuenta Robynn Kuhlmann, profesora de ciencia política en la Universidad de Missouri Central y especialista en elecciones estatales.

Ohio: mapa de distritos inconstitucional

Ohio aprobó el mes pasado la prohibición del aborto a las seis semanas de embarazo. “Se puede afirmar que sin duda lo hizo posible el gerrymandering”, opina Richard Gunther, profesor emérito de Ciencia Política en la Universidad de Ohio.

El mapa parlamentario de Ohio, considerado inconstitucional por varios jueces, “dividió” y “compactó” a los votantes demócratas en distritos irregulares que aseguraban una mayoría republicana de representantes, tanto a nivel estatal como nacional. Por ejemplo, en 2012 los candidatos demócratas para la Cámara Baja del Estado obtuvieron 55.000 votos más que los republicanos, pero fueron los republicanos los que consiguieron la mayoría de los escaños, 60 de 99.

La configuración de estos mapas determinan de antemano los resultados electorales, de manera que las primarias internas de los partidos ganan importancia frente a las generales, una realidad que Gunther llama “dinámica de incremento de la polarización, porque los candidatos moderados son desplazados por ideologías más radicales”.

El gerrymandering implica entonces que “aquellos que están dispuestos a adoptar posiciones extremas sobre el aborto están en una posición de mayor peso frente a aquellos más moderados”, afirma Gunther. A su vez, políticos moderados como el exgobernador de Ohio, John Kasich, que vetó dos veces la prohibición del aborto después de las seis semanas, “acaban perdiendo batallas en la legislatura, que está dominada por individuos mucho más radicales”.

Missouri: asientos sin competencia

En mayo, el estado de Missouri prohibió el aborto a partir de la octava semana con un amplio margen de 24 contra 10 en el Senado y de 110 contra 44 en la Cámara Baja. Sin embargo, según los sondeos, una ley tan extrema está lejos de la voluntad del electorado. Una encuesta de 2018 de Gallup concluye que el 77% de los estadounidenses apoyan el acceso al aborto durante el primer trimestre del embarazo, mientras que solo el 18% de los encuestados considera que el aborto debería ser ilegal en cualquier circunstancia.

El thinktank Data for Progress, con datos de encuestas nacionales, estimó que ningún estado tiene una mayoría clara que apoye la ilegalidad del aborto en cualquier circunstancia. En Missouri, las predicciones calculan que apenas el 20% de los votantes prefieren la prohibición total del aborto.

En Missouri funciona además algo que Kuhlmann denomina dibujo de circunscripciones electorales de pareja –sweetheart gerrymandering– y que consiste en que los partidos acuerdan los límites de cada territorio de manera que se mantenga “el status quo en distritos no competitivos”. En 2016 cerca de la mitad de los escaños disputados en las elecciones estatales no tuvieron oposición, “algo que no difiere mucho de lo que sucede en otros estados”, explicó Kuhlmann, “esto demuestra que no hay nada de lo que hablar si nadie compite contra el cargo ya electo”.

En Missouri la mayoría de votantes demócratas se concentra en dos áreas metropolitanas, Kansas y San Luis. El hecho de que estén ubicadas en extremos opuestos del estado favorece el sistema actual, que salvaguarda la mayoría republicana. “Si no hay competencia, no hay necesidad real de que los políticos sean cuidadosos con sus votantes ni que presten atención a la opinión pública y a los sondeos”, señala Kuhlmann.

El actual dibujo del mapa de distritos de Missouri “mantiene una clara mayoría de republicanos en la legislatura estatal que les permite promover políticas conservadoras sin encontrar mayor resistencia”, asegura Kuhlmann.

Sin embargo, esto podría cambiar con la implementación de un nuevo plan de redefinición de distritos, conocido como Limpiar Missouri, aprobado en 2018 con el 62% del voto popular. Según el programa, la redefinición de los distritos la llevaría a cabo un demógrafo independiente que debería dibujar el nuevo mapa con “imparcialidad partidista”. 

El partido republicano, incluido el propio gobernador, se ha opuesto fervientemente a estos cambios. Desde que la medida saliese adelante en la votación han presentado hasta cinco resoluciones legislativas para frenarla. No han tenido éxito, sin embargo, y se espera que el nuevo mapa esté constituido para las elecciones de 2020.

“Es aterrador”, opina Daley. “Además de la legislación radical que vemos aparecer en todo el país, una de las cosas más aterradoras que estamos viendo es que los gobiernos estatales creen que no tienen por qué prestar atención a la voluntad del pueblo expresada en las enmiendas constitucionales sobre la democracia y el derecho al voto”, considera. “Y esos legisladores se sienten así porque saben que están protegidos, y van a seguir siendo así”, advierte.

Los distritos se reconfigurarán después del censo nacional de 2020, y ante el inminente fallo del Tribunal Supremo, la batalla por establecer el dibujo de las circunscripciones ha alcanzado un punto de inflexión, como ha afirmado Daley. El esfuerzo actual del Partido Republicano para que el censo incluya una pregunta para confirmar la ciudadanía de las personas es, según Daley, un intento de quitar el derecho al voto a grupos que tienden a favorecer al Partido Demócrata, valiéndose de cambios en la distribución de los distritos, pasando de un conteo de población en general a un conteo de ciudadanos en edad de votar.

“Suena retorcido, específico y técnico, pero tiene potencial para transformar el escenario político en estados como Texas, Florida, Arizona, Georgia y otros con gran cantidad de votantes conservadores pero también con mucha población inmigrante”, ha remarcado Daley. “Este trabajo ya ha empezado”, ha apuntado.

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