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The Guardian en español

Michigan exige a un preso que pague su estancia en prisión con los ingresos del libro que ha escrito

Curtis Dawkins recibió 150.000 dólares como adelanto editorial por su libro de cuentos cortos // Michigan Department of Corrections

Edward Helmore

Nueva York —

Curtis Dawkins, un preso de Michigan y nueva sensación editorial, podría verse obligado a pagar todos los costes de su encarcelamiento con los ingresos que genere su obra literaria.

El asesino está cumpliendo una sentencia de cadena perpetua por una serie de crímenes que se produjeron en la noche de Halloween de 2004 que se saldó con un hombre muerto. Su primera colección de relatos cortos, The Graybar Hotel, se escribió en una cárcel de Michigan y se publicó en julio.

Pero ahora, el Departamento del Tesoro de Michigan busca hacerse con el 90% de los bienes de Dawkins, incluidos “los que proceden de sus publicaciones, futuros pagos y derechos” del libro. Michigan estima que el coste de su encarcelamiento asciende a 72.000 dólares.

Dawkins, que ahora tiene 49 años, recibió un anticipo de 150.000 dólares de Scribner, un sello editorial de Simon & Schuster.

El Estado afirma que Dawkins, que se representará a sí mismo en una vista la semana que viene en Kalamazoo, no tiene derecho a transferir sus ganancias a su familia. Pero Dawkins, que ha expresado su profundo arrepentimiento por el asesinato y ha dicho que la escritura es su “bote salvavidas”, alega que su familia está siendo injustamente castigada y que la legislación estatal contiene una disposición que establece que el tribunal tiene que tener en cuenta “cualquier obligación legal y moral” que él tenga de mantener a sus hijos.

Por su parte, Kenneth Bowman, el hermano de la víctima de Dawkins que se llamaba Tom Bowman, dijo al New York Times el año pasado que considera que cualquier dinero que reciba Dawkins debe ir a parar a la familia de la víctima o a una organización benéfica. Bowman también añadió en el Detroit News que desearía que Michigan tuviera pena de muerte y que, si esto fuera así, él mismo hubiera estado dispuesto a aplicarla.

Poco tiempo después, el Estado hizo su petición demandando un “reembolso parcial por los costes de los cuidados del procesado mientras estaba en prisión”. Muchos estados tienen disposiciones para impedir que los reclusos saquen provecho de relatos de no ficción de sus crímenes al dirigir los beneficios a las familias de las víctimas, pero no para reembolsar los costes del encarcelamiento.

Según el Centro Brennan para la Justicia de la Facultad de Derecho de la Universidad de Nueva York, Michigan es uno de los 40 estados donde se les puede exigir a los prisioneros que paguen el coste de su tiempo en prisión.

¿Penas de prisión y pagos por los servicios?

En los últimos años, según informa the Times, las peticiones gubernamentales de reembolsos de este tipo han aumentado y ahora pueden incluir el pago de los costes médicos, la ropa, la comida, el transporte policial, los honorarios de los abogados de oficio, los análisis antidroga y la vigilancia electrónica.

El año pasado, Michigan recaudó 3,7 millones de dólares procedentes de sus 294 prisiones. El Estado tiene 40.000 personas encarceladas de los 2,2 millones de adultos que hay en las cárceles estadounidenses. Según el centro Brennan, alrededor de 10 millones de personas deben 50.000 millones de dólares en costes derivados a su estancia en prisión.

En un documento de 2015, titulado Charging Inmates Perpetuates Mass Incarceration (cobrar a los presos perpetúa el encarcelamiento en masa), el centro concluyó que, aunque era comprensible que los estados tratasen de compensar los altos costes de los encarcelamientos, “no era razonable requerir a la población cuya deuda con la sociedad ya está siendo pagada por las penas que cumplen que paguen parte de las facturas, teniendo en cuenta además que el 80% son indigentes”.

Lauren-Brooke Eisen, autor del informe, dijo a the Times que la privación de la libertad y después la obligatoriedad de pagar el tiempo en prisión “plantea crueles e inusuales problemas en torno al castigo”. H. Bruce Franklin, autor de Prison Literature in America, cree que tales medidas podrían disuadir a los presos que escriben de publicar sus textos.

Dawkins, padre de tres hijos, ha dicho que escribir le permite existir en un mundo imaginario. Escribir sobre una prisión ficticia, según dice, hace que sea menos duro estar en una de verdad. “Me aleja del mundo al que trato de convertir en ficción, si es que eso tiene algún sentido”, dijo en el Detroit News.

Pero hasta que se resuelvan los asuntos legales, las cuentas de Dawkin están congeladas. El pago inicial lo compartió con Jarret Haley, fundador de Bull, una pequeña revista literaria que le ayudó a conseguir el acuerdo con una editorial.

Después, ingresó unos 50.000 dólares en una cuenta para financiar los estudios universitarios y el instituto de sus hijos. Pero por orden del Estado, los pagos finales de sus publicaciones han sido suspendidos.

Un portavoz del fiscal general de Michigan ha dicho que “no puede hacer comentarios sobre procesos que todavía están abiertos”.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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