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The Guardian en español

El Partido Republicano, presa del síndrome de Estocolmo, se rinde a los pies de Donald Trump

Donald Trump, en la Cámara de Representantes / Flickr Casa Blanca

David Smith

Washington —

“!Eres mi hombre!”. “Te he apoyado desde el inicio”. “¡Eres el mejor, que Dios te bendiga”.  “!Te sigo! ¡Me encantan tus tuits!”. “Dios es bueno”. “¡Quiero a mi presidente! Sigue ganando”. “Te apoyamos”.

Estos son mensajes dedicados a Donald Trump que aparecen en una tarjeta de felicitación con motivo de su 72º cumpleaños, acompañados de un dibujo de una tarta de cumpleaños con velas, que a su vez se hacen eco de algunas de las promesas del presidente: desempleo bajo mínimos, autosuficiencia energética, menos burocracia, recortes fiscales, un Ejército más fuerte y una económica más sólida.

Abajo, junto a un mar de barras y estrellas, el siguiente mensaje: “De parte de todos nosotros, los deplorables”, en alusión a la expresión que utilizó Hillary Clinton para menospreciar a los seguidores de Trump.

La tarjeta de cumpleaños se exhibió en un lujoso hotel de Washington, durante una conferencia organizada por la Coalición Fe y Libertad, un grupo cristiano de derechas. Todos los oradores elogiaron el hecho de que Trump haya conseguido anular gran parte del legado de su predecesor, Barack Obama, y haya promovido el programa del Partido Republicano. Afirmaron que Trump les está dando lo que querían; de hecho, más de lo que nunca soñaron.

El hecho de que cause tal admiración entre sus seguidores y lo traten como a un héroe ha mandado un mensaje positivo que es clave para entender la actitud arrogante del presidente, así como su seguridad en sí mismo y su sensación de impunidad. Cuando cumple los 500 primeros días de mandato, Trump ha conseguido situarse como el segundo presidente de Estados Unidos con un índice de popularidad más alto tras un conflicto, solo por detrás de George Bush después de los atentados del 11 de septiembre.

Esta situación volvió a ser evidente esta semana cuando Trump atacó a aliados como Canadá y Francia, insinuó que un país rival, Rusia, podría incorporarse al G7, retiró la invitación a los ganadores de la Super Bowl a la Casa Blanca y celebró, en lugar de esta recepción, una “Celebración de Estados Unidos” que consistió en un discurso de menos de cuatro minutos y canciones patrióticas.

También volvió a quedar en evidencia su obsesión por otorgar indultos presidenciales a famosos, al insinuar que Mohamed Ali podría ser el siguiente perdonado, aunque en 1971 el Tribunal Supremo ya revocó la condena del boxeador por negarse a ser reclutado y luchar en la guerra de Vietnam.

Actitud e improvisación

Antes de su histórica cumbre con el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, Trump tal vez describió la que podría ser su filosofía como presidente cuando le preguntaron sobre sus preparativos: “No creo que me tenga que preparar mucho. Lo importante es la actitud. La voluntad de que las cosas se hagan”.

En otras palabras, según sus detractores, improvisar.

Para ellos, y para muchas otras personas alrededor del mundo que siguen los pasos del presidente, la pregunta es: ¿cómo consigue librarse de las críticas? La respuesta la encontramos en la tarjeta de cumpleaños y en el apoyo incondicional de la base de votantes conservadores y religiosos, que han optado por ignorar los tuits incendiarios o el sórdido pasado de un presidente que se ha casado tres veces y que, incluyen, una grabación de audio de Access Hollywood en la que presume de manosear a las mujeres y o las alegaciones de que tuvo una relación con la actriz porno Stormy Daniels cuando ya estaba casado con su actual esposa. Sus seguidores han preferido hacer la vista gorda y centrarse en sus actos y sus políticas.

Para muchos de sus seguidores, llegar a la conclusión de que lo iban a apoyar no fue un camino fácil. En la conferencia celebrada la pasada semana fue posible identificar los momentos que fueron decisivos para lograr el apoyo de estos seguidores durante la campaña de 2016.

El primero, la decisión de que Mike Pence, un cristiano evangélico que se opone al matrimonio entre personas del mismo sexo, fuera el candidato a la vicepresidencia. También la decisión de Trump de divulgar una lista de los candidatos para los puestos vacantes en el Tribunal Supremo. Asimismo, un debate presidencial en el que el candidato republicano no dudó en mentir: “Si seguimos con el razonamiento de Hillary, en el noveno mes puedes sacar al bebé del vientre de la madre antes de que esta dé a luz”.

El pasado viernes, durante su intervención, la consejera de la Casa Blanca Kellyanne Conway recordó ese momento. Se movió de la silla y afirmó que: “Creo que el país se quedó asombrado. Y yo pensé que era fantástico. Estas fueron sus palabras y no ha dudado en repetirlas, ya que está convencido de que es así”.

En esta y otras cuestiones, desde el nombramiento de jueces hasta la reducción de impuestos y de las regulaciones federales, los conservadores elogian a Trump por haber logrado lo que ni siquiera Ronald Reagan consiguió. “El volumen de trabajo así como su celeridad, día tras día, son realmente asombrosos”, afirmó Conway.

Los asistentes no escatimaron elogios. Bryan Hughes, miembro del Senado de Texas, dijo en una entrevista que “muchos conservadores apoyaron al presidente Trump, aunque en algunos casos solo fuera para evitar la victoria de Hillary y no estuvieran muy seguros de qué podían esperar, y lo cierto es que ha superado las expectativas con creces”.

“No me gusta necesariamente todo lo que dice el presidente, pero apoyo incondicionalmente las medidas que está adoptando y las políticas que está impulsando. Creo que es justo afirmar que los conservadores y los evangélicos apoyamos al presidente de forma masiva porque defendemos la vida humana”.

Hughes y los demás consiguen hacer las paces con las erráticas estrategias diplomáticas de Trump.

“Estoy aprendiendo a centrarme en los resultados”, explica. “El presidente Trump no aborda estas cuestiones como lo harían otros presidentes. Sin embargo, hasta la fecha, y a pesar de que ha podido inquietarnos en el proceso, ha obtenido grandes logros. Y esto es lo que esperamos en lo relativo a las relaciones comerciales, Corea del Norte y otras cuestiones importantes que tiene entre manos”.

“Dios convoca a personas con defectos”

Incluso personas con un ego más pequeño que el de Trump podrían haberse sentido dolidas cuando se supo que menos de 10 jugadores de los Philadelphia Eagles tenían la intención de presentarse en la Casa Blanca. Sin embargo, en vez de expresar su descontento, anunció una “celebración de Estados Unidos” y desplegó 40 banderas en la fachada sur. 

Muchos columnistas parafrasearon a Samuel Johnson, que en su día afirmó que el patriotismo es el último refugio de los sinvergüenzas. Un invitado se arrodilló durante el himno nacional en solidaridad con las protestas de los futbolistas profesionales contra las injusticias raciales. Otro interrumpió al presidente cuando tuvo dificultad para recordar la letra de la canción patriótica God Bless America (Dios bendiga a Estados Unidos).

Sin embargo, Jasper Preston, un afroamericano de treinta años que acudió a la Conferencia de la coalición de la Fe y la Libertad con una gorra con el eslogan Make America Great Again (estrenado por Trump en su campaña), quitó hierro a la polémica. “Me río de los Philadelphia Eagles: si haces un sacrificio, tienes que aceptar las consecuencias. Aplaudo a Donald Trump por mantenerse firme y ser fiel a sus promesas”.

Preston trabaja para una organización sin ánimo de lucro de Atlanta y afirma que Trump ha luchado contra el racismo durante décadas y que su propuesta de indultar a Ali, el ex campeón mundial de boxeo, a pesar de que su abogado haya afirmado que se trata de un gesto innecesario, debe ser interpretado como un acto de buena fe.

“Rechazar un acto de buena fe es absurdo. No lo llamen racista porque su intención es ayudar a alguien. Están intentando luchar contra el racismo pero se equivocan con el blanco de ataque, además a veces esté blanco de ataque evoluciona”.

Preston también trató de explicar el apoyo de los cristianos al presidente: “Se trata de cómo ha sido llamado para que sea presidente. No queríamos que fuera como Cristo; es humano como tú y como yo. Él ha tomado decisiones moral y éticamente equivocadas en el pasado y yo también. Cuando salió la cinta de Access Hollywood, yo fui el primero en decir que lo que dijo que estaba mal y él también lo reconoció. Dios convoca a personas con defectos para determinados trabajos. Dios nunca ha usado a un hombre perfecto porque no hay un hombre perfecto: aún no hemos encontrado a un hombre perfecto para ocupar ese cargo”.

Los detractores de Trump hace tiempo que esperan un cambio en su comportamiento. Sin embargo, el hecho de que tenga la aprobación constante de su base de votantes frena ese cambio y fomenta que mantenga el discurso actual.

Le avisaron sobre la embajada en Israel

El presidente fue advertido, por ejemplo, de las consecuencias que podía tener trasladar la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Sin embargo, todos los que participaron en la conferencia citaron este traslado como una de sus mejores jugadas; una promesa que otros presidentes hicieron, tanto demócratas como republicanos, pero que ninguno llegó a cumplir.

Este patrón también es evidente en el Partido Republicano; el “partido de Trump” según los medios de comunicación de Estados Unidos. La web Axios lo resume de este modo: “En 500 días, el presidente ha conseguido hacerse con el Partido Republicano, un logro increíble. Ahora el partido en el poder en Estados Unidos se define por las políticas de Trump, la popularidad que tiene entre los votantes, su mentalidad de que los hechos objetivos no son importantes, y su capacidad de controlar y de hacer callar a cualquier otro cargo público del partido”.

Un editorial del New York Times ha indicado que las primarias de esta semana “han evidenciado la profunda transformación del Partido Republicano en manos del presidente Trump, que ha pasado de ser una organización política a rendir culto a una sola persona”.

Por ejemplo, John Cox, un empresario que se presenta a las elecciones para gobernador de California, apoyó a Trump y este a su vez promocionó su candidatura a través de Twitter. Cox quedó segundo en las primarias (a las que concurrían juntos candidatos de los dos partidos) por detrás de Gavin Newsom, demócrata y actual vicegobernador.

En cambio, la congresista Martha Roby ha pagado muy caro haber pedido a Trump que dejara paso a otro candidato presidencial después de que saliera a la luz la cinta de Access Hollywood. Trump ignoró sus consejos y ganó en el distrito de la congresista de Alabama por 32 puntos de diferencia.

Esta semana, Roby no ha conseguido hacerse con la candidatura del Partido Republicano y ahora deberá enfrentarse en segunda vuelta a Bobby Bright, que ha contratado publicidad para acusarla de “haber dado la espalda al presidente Trump cuando este más la necesitaba”.

Charlie Sykes, un analista político conservador, señala que “en cada uno de los estados que he podido analizar, los candidatos republicanos creen que tienen que competir entre sí por ver quién es el más proTrump. Cualquier discrepancia amenaza su viabilidad dentro del Partido Republicano. El liderazgo político sigue el ejemplo de los votantes, y la base de votantes apoya a Donald Trump”.

Con una mezcla de demagogia, oportunismo político y sentimiento antiprogresista, reforzada por Fox News y otros medios de comunicación conservadores, Trump tiene un control más férreo sobre su partido que la mayoría de sus predecesores, incluso cuando se atreve a cuestionar el libre mercado.

Sykes se pregunta: “¿Es el partido de Donald Trump? La respuesta es que sí. La transformación del Partido Republicano en el partido de Trump es tan impresionante como profunda”.

“La política en Estados Unidos se ha convertido en una cuestión de tribus pero también hemos descubierto que los valores republicanos son negociables: están dispuestos a mirar hacia otro lado si eso les permite ganar, y sinceramente, hemos visto que nadie ha estado dispuesto a plantarle cara. Todo el partido parece tener el síndrome de Estocolmo. Al final, consiguió cansarlos hasta el punto de que decidieron que era más fácil seguirle la corriente”.

La rebelión que se llamó Never Trump está en retirada. “Estamos en el exilio”, reconoce Sykes. Los senadores de Arizona Jeff Flake y John McCain han sido muy duros con Trump pero Flake ha anunciado su retirada y McCain tiene cáncer y está gravemente enfermo.

Esta semana, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, y Trey Gowdy, presidente del comité de supervisión de la Cámara, se distanciaron de Trump después de que este afirmara que en la campaña presidencial de 2016 había espías infiltrados, una afirmación que carece de fundamento. Ambos han anunciado que este es su último mandato.

Tom Tancredo, un excongresista de Colorado indica que “tanto Paul Ryan como otros siguen intentando atacarlo. Si el fenómeno Trump no hubiera tenido un éxito de esta magnitud, no habríamos visto la clase de triquiñuelas que han maquinado sus rivales”.

“¿Tiene más apoyo en las bases del partido del que tenía cuando ganó las elecciones? Esta es la gran pregunta. Me imagino que ahora los republicanos sienten menos hostilidad hacia él, pero no lo sé”. Tancredo votó a Trump y lo volvería a hacer: “Estoy muy satisfecho. Todo lo que dice consigue poner a alguien de los nervios y eso me gusta”.

Otro punto de vista es el expresado por el antecesor de Ryan, John Boehner. “Ya no hay un Partido Republicano” dijo el expresidente de la Cámara durante un mitin en Michigan. “Ahora existe el partido de Trump”. “El Partido Republicano parece estar echando una siesta en alguna parte”, concluye.

Traducido por Emma Reverter

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