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Es el momento de mirar a Guinea Ecuatorial

El presidente de Guinea Ecuatorial, Teodoro Obiang.

Héctor Gómez / Antonio Gutiérrez Limones

Diputado del PSOE y senador del PSOE, respectivamente —

Cinco meses fueron lo que duró la democracia en Guinea Ecuatorial.

La democracia ecuatoguineana se inauguró con las elecciones de 1968, organizadas por la entonces metrópoli, la España de Franco, bajo presión de la ONU. Estos comicios pusieron punto y final a nuestra colonización sobre este pequeño país africano en un momento en que procesos así ni se soñaban en el resto del Estado.

Cinco meses después, el vencedor de las elecciones, Francisco Macías Nguema, protagonizaba un autogolpe de Estado contra su propio Gobierno de unidad nacional, pasando a cuchillo a algunos de sus ministros, acusados a su vez de tentativa de golpe Estado. Tras esos sucesos, se instaló una sangrienta dictadura que fue continuada, tras otro golpe de Estado, por su sobrino y ejecutor, Teodoro Obiang Nguema, a partir de 1979 y hasta el día de hoy.

Guinea Ecuatorial lo ha sufrido todo: régimen de segregación racial bajo el yugo colonial español, dictadura franquista (aunque muchas no hagamos memoria de que este u otros territorios como el Sáhara Occidental también sufrieron al dictador) o una dictadura extractiva hereditaria como la que se prolonga hasta la actualidad.

El país se ha convertido en el séptimo más autoritario del mundo, según The Economist Intelligence Unit, por encima de verdaderos campeones como Eritrea. Las libertades civiles y derechos políticos están ausentes, según Freedom House. Reporteros Sin Fronteras y Amnistía Internacional han denunciado detenciones de periodistas críticos y censura, y el primero sitúa al país en el puesto 171 de los 180 evaluados en su Índice de Libertad de Prensa. 

Mirando solo las estadísticas económicas podríamos pensar que en Guinea Ecuatorial existe un cierto bienestar material, ya que tiene un nivel de renta similar al de países europeos como Croacia y se sitúa en el grupo de países de renta media alta, gracias a los recursos que obtiene del petróleo y de la explotación de recursos naturales como la madera de sus selvas. Es miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEC) y el cuarto mayor productor subsahariano, con alrededor de 200.000 barriles al día. El principal problema es que toda esa riqueza no se reparte entre los ecuatoguineanos y es secuestrada por la élite extractiva que ha crecido alrededor de Teodoro Obiang y de su familia, encabezada por su hijo y posible heredero: Teodorín Nguema Obiang.

Sin embargo, también existen razones para el moderado optimismo. Hay organizaciones que realizan su trabajo en condiciones de semiclandestinidad intentando vertebrar una sociedad civil que es por el momento casi inexistente, como CEID -recientemente disuelta por el Gobierno- o Somos Parte del Mundo -que espera pacientemente desde hace años su inscripción como asociación feminista y de defensa de los derechos LGTBI-. También existen partidos políticos como Convergencia para la Democracia Social de Guinea Ecuatorial (CPDS), del espectro socialdemócrata y miembro de la Internacional Socialista y de la Alianza Progresista, al igual que el PSOE.

Este partido ha celebrado recientemente su Consejo Nacional, en un momento clave para el país por el renovado acoso a opositores políticos y organizaciones sociales por parte del régimen de Obiang. Invitados por CPDS, el PSOE ha querido estar presente para mostrar su apoyo, solidaridad y admiración hacia el trabajo que realizan en el país, en penosas condiciones, sus militantes y cargos. El partido de Obiang (el Partido Democrático de Guinea Ecuatorial, recientemente admitido como observador en la organización que agrupa a los partidos conservadores del mundo, de la que forma parte el PP y el PPE) ocupa cualquier espacio de poder: a él pertenece el Gobierno, todos los senadores, 99 de los 100 diputados de la Asamblea ecuatoguineana y todos y cada uno de los municipios.

Pertenecer a un partido como el CPDS supone una heroicidad: cualquier oposición al régimen es tildada de terrorismo y los militantes y cargos del CPDS se ven marginados en su vida social y económica, vetados de cualquier trabajo en la esfera pública y obstaculizados en el desarrollo de sus iniciativas privadas e incluso familiares. Militantes y cargos sufren la amenaza constante de ser detenidos y torturados, como el caso de Joaquín Eló Ayeto “Paysa”, torturado y en prisión desde febrero. Hace solo unos meses, el secretario general del partido, Andrés Esono Ondo, sufría en sus carnes esta persecución al ser detenido y aislado durante varias semanas en Chad por orden del régimen de Obiang, acusado falsamente de compra de armas y contratación de mercenarios para preparar un golpe de Estado contra Obiang. Los esfuerzos diplomáticos de nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, dirigido por Josep Borrell, del Servicio Europeo de Acción Exterior, de las diplomacias de otros Estados miembros y la presión de partidos hermanos como el PSOE fueron claves en su liberación.

Episodios como este demuestran la importancia que tiene la comunidad internacional a la hora de apoyar a las fuerzas democráticas en el país y en el exilio. Es por eso que, desde el PSOE hemos querido poner a Guinea Ecuatorial en el mapa de la política exterior española, de la que había estado ausente demasiado tiempo. Nuestro compromiso con la democratización del país quedó reflejado tanto en el programa electoral para las elecciones generales como en el de las elecciones al Parlamento Europeo, donde pretendemos llevar la denuncia de la situación que sufre el país, dados nuestro vínculos históricos, culturales, sociales, económicos y familiares. Este debe ser un esfuerzo, además, transversal, que involucre a todos los partidos políticos de las cámaras y es lo que desde el PSOE vamos a intentar, reactivando los grupos interparlamentarios en el legislativo.

El esfuerzo por visibilizar la realidad ecuatoguineana no podrá, sin embargo, fructificar si a él no se suman los medios de comunicación, públicos y privados, dando cobertura a lo que pasa en el país, y la sociedad española en general. El régimen de Obiang no puede durar para siempre y tenemos que empezar a hablar de las alternativas democráticas para nuestros hermanos de Guinea Ecuatorial.

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