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Para amantes de la ornitología: cinco destinos españoles donde ver aves migratorias en invierno

Flamencos en el Delta del Ebro.

Roberto Ruiz

Cada invierno, España se convierte en una especie de punto de encuentro para miles de aves que llegan del norte de Europa. No es casualidad, nuestros humedales ofrecen alimento, temperaturas más suaves y un respiro en medio de viajes que pueden ser muy largos. Estas llegadas forman parte de un movimiento natural que se repite cada año y que convierte a algunos lugares del país en escenarios perfectos para la observación de aves.

Ese viaje empieza mucho antes de que las bandadas crucen el cielo. Las aves reaccionan a cambios que marcan sus necesidades más básicas, como la duración del día y la disponibilidad de alimento. Esas dos señales activan una respuesta que llevan codificada de forma genética, un mecanismo que incluso puede variar si el clima cambia. Por eso algunas especies mantienen rutas muy marcadas y otras ajustan sus desplazamientos según las condiciones del entorno.

Para seguir estos movimientos, decenas de ornitólogos voluntarios dedican horas a capturar y anillar aves durante los periodos de migración. Gracias a ese trabajo sabemos por dónde pasan, hasta dónde llegan y cómo varían sus rutas con los años. Y también entendemos por qué humedales como Doñana, Gallocanta, Villafáfila, Santoña o el Delta del Ebro se convierten, entre noviembre y febrero, en algunos de los mejores lugares de España para practicar turismo ornitológico.

Doñana

En Doñana, las primeras lluvias marcan el cambio de temporada. Las marismas se llenan y aparecen patos, gansos, flamencos, garzas, cigüeñas y espátulas, todos buscando un lugar con alimento abundante. Es uno de los humedales más importantes de Europa y un punto clave en la ruta migratoria entre el continente europeo y África.

Durante el invierno, el ánsar común es protagonista y sus concentraciones llegan a ser enormes entre octubre y febrero. Los flamencos también están presentes todo el año, pero en esta época encuentran aguas especialmente favorables. Y aunque las aves son el gran reclamo, la visita suele completarse con un paseo por dunas y pinares, porque en Doñana hay mucho más que solo aves.

Grullas en Gallocanta.

Laguna de Gallocanta

Gallocanta, en la frontera entre Zaragoza y Teruel, es sinónimo de grullas. Cada invierno llegan por miles y llenan la laguna con sus vuelos y su sonido característico. Al amanecer y al atardecer el movimiento es constante y los observatorios permiten seguir estas escenas sin alterar el entorno.

El humedal es uno de los ecosistemas salinos más singulares de Europa. Tiene más de siete kilómetros de longitud y, en años de lluvia, supera los dos metros de profundidad. Durante el invierno, la Red Natural de Aragón organiza visitas guiadas, y el Centro de Interpretación y los miradores ayudan a entender mejor el comportamiento de las aves. También hay rutas a pie o en bicicleta que rodean el humedal y permiten disfrutar del paisaje amplio y austero que lo rodea.

Lagunas de Villafáfila

Villafáfila, en Zamora, es uno de los mejores lugares de España para ver avutardas, pero en invierno el protagonismo lo tienen otras muchas especies. En diciembre abundan el ánsar común y el ánade friso, y es relativamente fácil ver barnaclas cariblancas o ánsares caretos. Enero concentra el mayor número de ánsares comunes y también se observan silbones europeos y cercetas. En febrero, cuando los ánsares se marchan hacia los países nórdicos, llegan las cigüeñas que les dan el relevo. 

La reserva cuenta con varios observatorios equipados con telescopios de uso público. Además, la Casa del Parque ‘El Palomar’ dispone de un centro de interpretación y un pequeño recorrido con lagunas y hasta ocho observatorios. Con las lluvias del invierno, el complejo lagunar suele estar en un buen momento y la variedad de aves aumenta de forma notable.

Ánsar común en Villafáfila.

Marismas de Santoña

Las marismas de Santoña, Victoria y Joyel, en Cantabria, forman uno de los humedales más importantes del norte peninsular. Su mezcla de rías, estuarios y marismas atrae aves procedentes del Atlántico que pasan aquí el invierno. Hay colimbos, somormujos y espátulas, además de una gran variedad de anátidas y limícolas.

Entre las especies más llamativas destacan la serreta mediana, el somormujo cuellirrojo, el pato havelda, el negrón especulado y el eider común. También se pueden ver alcatraces, alcas y araos acercándose a la costa. Santoña registra en pleno invierno más de 20.000 ejemplares entre anátidas, limícolas y gaviotas, entre ellas la barnacla carinegra o la gaviota cabecinegra. Es un lugar accesible, con muchos puntos de observación repartidos por la zona, lo que facilita dedicarle una jornada completa.

Delta del Ebro

El Delta del Ebro, en Tarragona, combina lagunas, marismas y arrozales inundados. En invierno, estos arrozales se convierten en una fuente enorme de alimento para aves que llegan desde el centro y norte de Europa. Es uno de los humedales más importantes de España para la invernada, tanto que en algunos años se han contado cientos de miles de ejemplares.

Los miradores del Zigurat en la playa de Riumar, la playa de Migjorn o la laguna de L’Encanyissada permiten ver bandadas de patos y el vuelo de los flamencos. En las lagunas abundan cercetas, patos cuchara, rabudos, arlequines y patos blancos, además de grandes grupos de fochas. Uno de los momentos más curiosos del invierno es el fangueo, cuando los tractores remueven la tierra y atraen a garzas, gaviotas y otras aves que se alimentan de lo que queda al descubierto. También es habitual ver avefrías, muy características con su cresta y su llamativo canto. Si quieres saber más, aquí tienes una completa guía de aves del Parc Natural del Delta de l'Ebre.

Grullas en vuelo en las cercanías de Gallocanta.

Una migración que va a menos

Aunque el invierno sigue siendo un buen momento para observar aves, los datos muestran una tendencia en retroceso. Según el programa Sacin de SEO/BirdLife, en 2023 había alrededor de un 19% menos de aves invernantes que en 1998. Algunas especies están en claro declive (como el escribano cerillo, el verderón común o la perdiz roja) y a otras les afecta que los inviernos sean ahora más suaves, lo que reduce la necesidad de viajar al sur.

Este seguimiento a largo plazo es clave para entender cómo evoluciona la biodiversidad y cómo influye el cambio climático en la presencia de aves en España. Aun así, lugares como Doñana, Gallocanta, Villafáfila, Santoña y el Delta del Ebro siguen ofreciendo cada invierno una oportunidad única para observar este movimiento de aves que, aunque cambia, sigue marcando el paisaje de muchos de nuestros humedales.

Flamencos en el Delta del Ebro
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