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Del curanto al mote con huesillo: seis platos típicos de la cocina chilena para saborear sus contrastes

El método tradicional del curanto al hoyo, en Chiloé.

Roberto Ruiz

De arriba a abajo, Chile mide ni más ni menos que 4.329 km. de longitud, y no hay más que recorrer parte de su larga y estrecha geografía para descubrir que la gastronomía es una pieza clave en su cultura, vayas donde vayas. Sus raíces mapuches se combinan con influencias españolas, francesas, alemanas e italianas, dando forma a un sinfín de sabores que sorprenden a cualquier viajero.

Para poner su cocina en boca de todos, cada 15 de abril se celebra el Día de la Cocina Chilena. Un momento perfecto para hacer un pequeño homenaje a esas recetas que ponen en armonía los ingredientes y las antiguas tradiciones de los pueblos originarios con las posteriores tendencias europeas. Por lo que si quieres conocer Chile desde el estómago como es debido, no deberías pasar nunca por alto la oportunidad de probar platos como el curanto al hoyo, el caldillo de congrio, la chorrillana, las empanadas de pino, el mote con huesillo o la torta curicana. 

Curanto, de Chiloé y bajo tierra

El curanto es un plato muy peculiar, elaborado tradicionalmente en el archipiélago de Chiloé, en el sur de Chile. Es una receta muy diferente que podemos entender mejor si tenemos en cuenta el origen de su nombre en mapudungun: kurantu, que significa pedregal. Para su elaboración primero se ha de excavar un hoyo en la tierra, pues ahí es donde se cocinarán sus ingredientes. Se compone por un poco de todo, pero principalmente se elabora con mariscos, embutidos, carnes y patatas. El fondo del hoyo se cubre de piedras, se hace fuego sobre él y, tras retirar las brasas, se introducen los alimentos para después cubrirlos con hojas de nalca o pangue (plantas típicas de las zonas templadas). Las hojas se cubren con tierra y todo junto se cocina lentamente aprovechando el calor de las piedras. ¿El resultado? Un curanto al hoyo que se puede degustar en prácticamente todo el país.

Chorrillana, de Valparaíso y al centro

Una chorrillana es un acompañamiento perfecto en las reuniones de amigos, capaz de llenar cualquier estómago en cuestión de segundos. Tiene su origen en Valparaíso como plato contundente y económico y, aunque no guarda muchos misterios, la combinación de sus ingredientes lo hace realmente apetecible cuando aprieta el hambre. Puede variar de una zona a otra del país, pero la clásica chorrillana se compone por una base de patatas fritas sobre la que se añade cebolla frita, huevo frito o revuelto, y carne de ternera picada. Se suele presentar en grandes raciones, por lo que generalmente se sirve al centro para que todos los comensales piquen de ella. 

Empanadas con su salsa pebre

Las empanadas son populares en toda Latinoamérica y cada país tiene sus variantes, ya sean dulces, saladas, fritas o al horno. Y como no podía ser de otro modo, en Chile también forman parte de la gastronomía más popular. Las hay de muchos rellenos, pero la que sin duda goza de mayor renombre es la empanada de pino. Se pueden encontrar en casi cualquier lugar y cualquier momento es bueno para tomarse alguna que otra. En la empanada de pino la masa suele ser de harina de trigo, pero el verdadero secreto está en su relleno, compuesto por carne de ternera picada, aceitunas, huevo duro, cebolla, comino, ají y a veces también pasas. Se puede acompañar de salsa pebre chilena, prima del chimichurri y del pico de gallo, compuesta por tomate, pimiento verde, cebolla, ajo, perejil y cilantro.

Caldillo de congrio, el preferido de Neruda

“En el mar tormentoso de Chile vive el rosado congrio, gigante anguila de nevada carne. Y en las ollas chilenas, en la costa, nació el caldillo grávido y suculento, provechoso”. Decía Pablo Neruda en su Oda al Caldillo de Congrio. Chile es costa, por lo que estamos ante un plato muy especial y muy representativo de la cocina chilena. Una sopa elaborada con congrio dorado y otros ingredientes como camarones (gambas), cebolla, patata, tomate, pimientos, limón y, por supuesto, cilantro. Y con todo junto en la olla, igual nos llega la misma inspiración que a Neruda: “[...] que en el caldillo se calienten las esencias de Chile, y a la mesa lleguen recién casados los sabores del mar y de la tierra para que en ese plato tú conozcas el cielo”.

Mote con huesillo, tan rico y tan popular

El mote con huesillo es una bebida tradicional chilena, aunque en realidad es mucho más que una bebida. Más bien es un postre. Imagina un vaso lleno de dulce almíbar obtenido tras la cocción de los huesillos (melocotones deshidratados) con canela y panela, con granos de mote (trigo) en su parte inferior y con un huesillo sumergido en el líquido. El mote también se cuece para que se infle y ablande, tomando todo el sabor del almíbar. Se sirve bien frío, es un clásico absoluto de la primavera y las Fiestas Patrias, y se puede tomar en cualquier momento. Es muy popular en todo el país y, aunque hay quien lo considera una bebida, es muy contundente y viene bien ayudarse de una cuchara.

Torta curicana, el toque más dulce

Y como a nadie le amarga un dulce, qué mejor manera de terminar conociendo la torta curicana. Como su propio nombre indica es natural de Curicó, en la región de Maule, y es uno de los dulces más típicos y representativos de Chile. Son una auténtica bomba, pues cuentan con diferentes capas redondas de masa, delgadas y crujientes, rellenas de ingredientes como almendras, nueces, cabello de ángel o manjar, el dulce de leche chileno tan presente en tantos y tantos postres. La pastelera Cristobalina Montero comenzó con su producción en 1870 y con la llegada del ferrocarril a Curicó sus tortas pronto cobraron fama como tentempié durante los largos trayectos en tren.

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