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5 frikadas que hacen de Japón un país diferente

Una auténtica locura de luz y de color, los Robots Cabaret no pueden ser un espectáculo más japonés. Daisy.images.

Roberto Ruiz

Japón es diferente. Y no, no es un mito, realmente lo es. El porcentaje de frikismo por metro cuadrado es altamente elevado en una ciudad como Tokio, un lugar donde se pueden encontrar cosas que ni siquiera seríamos capaces de imaginar. Hay de todo y para todos los gustos pero, teniendo en cuenta que hablamos de un país en el que aún se pescan ballenas y los teléfonos móviles, por ley, han de hacer sonar siempre su cámara para intentar evitar casos de perversión masculina, que no te extrañe encontrar en esta lista de frikadas alguna experiencia que quizá sea mejor evitar.

Robots Cabaret

Los Robots Cabaret o Robots Restaurant son fáciles de explicar pero difíciles de comprender. Es más, lo mejor es intentar no entenderlos porque el concepto es complicado de encajar.

Piensa en un restaurante al que vas a ver un show mientras cenas, como un clásico cabaret. Pero claro, en Tokio no esperes un cabaret al estilo del viejo oeste americano, sino un espectáculo donde se mezclan robots, luces locas de todos los colores, muchos neones, laser y chicas muchas veces con muy poca ropa. Todo acompañado de música tecno a todo volumen y tambores que van y vienen.

Los robots bailan, las chicas les siguen y lo mismo aparece en el escenario algún dinosaurio luminoso que algún samurái o el mismísimo Godzilla echando fuego por la boca. Todo brillante y cegador. Un espectáculo que no puede representar mejor la extravagancia japonesa.

Owl Cafés

En Japón puedes encontrar cafés de todo tipo. Los Cat Café fueron los primeros y hoy en día ya están por todos lados, incluso en España hay algún Cat Café. Ahora en Tokio ya han ido un paso más allá y una de las frikadas más demandas son los Owl Cafés, es decir, cafeterías donde se exponen búhos y lechuzas de carne y hueso.

Como lo oyes, por un precio que ronda los 12 euros hay quien pasa alrededor de una hora rodeado de estas rapaces a las que, como podrás imaginar, no les hace ni la menor gracia vivir recluidas en una pequeña habitación. Una cafetería iluminada no puede alejarse más del hábitat natural de estos animales nocturnos… Los clientes los pueden acariciar e incluso coger para cumplir con la foto de rigor. Pero esto es sólo un ejemplo, también se pueden encontrar cafés con cabras, conejos, perros, serpientes y hasta erizos. Aquí el frikismo no entiende de respeto animal.

Purikura

El Purikura es todo un clásico, algo por lo que deberías pasar sí o sí si viajas a Japón. Lo encontrarás en Tokio pero también en la mayoría de las grandes ciudades del país. El Purikura es, por así decirlo, un fotomatón llevado al extremo más kawaii (tierno, lindo, mono o cuco) que puedas imaginar.

La idea es la siguiente. Puedes entrar en estas cabinas tipo fotomatón con tus amigos o tu pareja y, siguiendo las indicaciones del sistema, haceros varias fotos en varias posturas: unas de cara, otras de medio cuerpo, otras de cuerpo entero… según el programa que elijas la maquina te irá proponiendo cómo posar para la siguiente foto. Una vez finalizada la sesión en la que se incluyen unas cuatro o cinco fotos empieza lo divertido. Pasas a otra parte de la cabina donde en una pantalla digital estarán todas tus fotos para ser retocadas. Dispones de unos minutos para maquillaros, cambiaros el color de los ojos, de los labios, poneros lazos, orejas de animales, estrellitas, corazoncitos por doquier… lo que quieras. El resultado puede llegar a ser realmente cursi pero desde luego las risas están garantizadas y por unos 3 euros vivirás una experiencia plenamente japonesa.

Hoy en día cualquier adolescente tiene en su smartphone alguna App que hace justamente esto, pero si te preguntabas dónde habría nacido esta moda aquí tienes la respuesta. Las cabinas de Purikura las puedes encontrar, por ejemplo, en los enormes establecimientos de videojuegos y, en la línea con la prohibición de móviles con cámaras silenciosas que te comentábamos antes, no está permitida de entrada de hombres si no van acompañados por mujeres.

Maid Cafés

Los Maid Cafés son auténticos cafés de sirvientas. Sí, has leído bien, cafés de sirvientas. Cafeterías en las que las camareras visten una “versión sexy” de las sirvientas francesas del siglo pasado donde no faltan enaguas, delantales, cofias, volantes, lazos, mucho raso, faldas cortas y medias que llegan hasta la rodilla. Se han vuelto muy populares en Japón, nacieron en el barrio tokiota de Akihabara y cuentan ya con más de una década de historia.

Los Maid Cafés son el fruto de fantasías masculinas con origen en el manga y el anime, con chicas juveniles al servicio de los clientes. Son establecimientos donde se puede ir a tomar algo, aunque eso sea lo de menos. Las camareras entretienen a los clientes, jugando y cantando con ellos, todo envuelto en corazones y mucho color. A los Maid Cafés acuden tanto nacionales como turistas y, en este caso, el frikismo hace que algo puramente sexista y machista se quiera hacer ver como algo simplemente kawaii.

Pachinko

Los Pachinko están por todos lados, son enormes y los encontrarás hasta en los sitios más inesperados por todo Japón. Podríamos decir que son salas de máquinas tragaperras pero en realidad… qué diablos, sí, son máquinas tragaperras, pero a la japonesa. Enormes establecimientos de incluso varias plantas donde la música es ensordecedora y el humo del tabaco llega a nublar la vista.

Importante: hay que tener en cuenta que en Japón los juegos de azar están prohibidos con algunas excepciones como la lotería nacional, las carreras de caballos, bicis o galgos, por lo que no hablamos de un casino como tal.

Como no está permitido jugar con dinero en el Pachinko se han de comprar bolas con las que vas a jugar. El sistema del juego es parecido al del pinball, las bolas pasan por dentro de la máquina donde no faltan vídeos de manga y según el recorrido que hagan podrás obtener mayor o menor puntuación. Esta puntuación se convierte en nuevas bolas y los jugadores acumulan tantas que pueden llegar a tener varios cubos llenos a su alrededor.

Luego, al terminar el juego, se pueden cambiar las bolas por un vale con el que salir del Pachinko y, una vez fuera y en un local diferente, canjearlo por dinero o incluso por artículos como si se estuviera haciendo la compra. Es decir, está prohibido jugar con dinero, pero hecha la ley hecha la trampa. Los Pachinko son una absoluta adicción para muchos japoneses y algo muy friki a los ojos de un turista.

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