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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

'Furgoneteo' para principiantes: consejos de una viajera para iniciarse en el mundo cámper

Viajar en furgoneta.

Jara B. Gavín / Jara Gavín

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Hace tiempo que viajar en furgoneta dejó de ser cosa de bohemios. Como ha ocurrido con tantas otras cosas, las redes sociales han jugado un papel crucial en el boom de los viajes en furgoneta, una peculiar forma de aventura 'con la casa a cuestas' que, especialmente después de la pandemia, vive sus días de gloria.

Plataformas como Instagram, Pinterest o YouTube nos enseñan un idílico mundo cámper en el que todo es tan perfecto que parece irreal: despertares entre inmaculados edredones y guirnaldas de bombillas, cafeteras bullendo al compás del canto de los pájaros o fotos de furgonetas con carrocerías bicolor aparcadas sobre acantilados que caen al mar con atardecer imposibles.

Más allá de estas perfectas puntas de iceberg con las que el algoritmo nos bombardea, hay una forma de viajar, vivir y relacionarse con el entorno que, siempre que se esté dispuesto a renunciar a unas pocas comodidades superfluas, puede cambiar para siempre la forma de ver el mundo.

Iniciarse en el mundo cámper no es sencillo. Aquí algunos consejos para recorrer el mundo sobre ruedas sin caer en los errores más comunes.

Qué tipo de furgoneta elegir

Salvo que se esté dispuesto a desembolsar lo que cuesta la entrada de un piso –o el piso entero–, la furgoneta perfecta no existe. Como no es, ni mucho menos, el caso del común de los mortales, nos centraremos en las opciones más asequibles, entre las que el cotizado mercado de segunda mano destaca con diferencia.

Si se es nuevo en el mundillo es muy probable sentir la tentación de elegir una furgoneta pequeña: existe una falsa creencia de que estas, tipo mini van, se conducen de manera mucho más parecida a un coche, son más manejables y, por lo tanto, resultan más cómodas.

Algo que podría haber inclinado la balanza hace unas décadas no debería ser hoy una de las razones para elegir o descartar modelo. En los años que llevo compartiendo afición y carretera con otros furgoneteros, todavía no he conocido a nadie a quien su furgoneta le resulte demasiado grande; cuanto más amplia sea la casa con ruedas, más cómodo será hacer vida dentro de ella.

Y, aunque se pueden hacer verdaderas virguerías en espacios muy reducidos, algo tan simple como tener que desmontar la cama para preparar el desayuno sobre una superficie estable cada mañana puede devenir en la búsqueda desesperada de una furgoneta más grande o, lo que es peor, en el alquiler de un apartamento en Benidorm.

Para evitar llegar a ese punto, existen un par de factores que –si el bolsillo lo permite o se consigue encontrar– elevarán el nivel de confort dentro de la furgoneta: la altura y el largo. Me atrevo a decir que si se amplía uno de los dos, se puede prescindir del otro.

Una furgoneta alta o, en su defecto, con un techo elevable que permita estar de pie es, sin duda, el sueño dorado de todos los que elegimos esta forma de viajar.

Precisamente por ese motivo, es una opción que escasea en el mercado así que, si en su lugar se da con una furgoneta de largo especial, mejor no temer al momento aparcamiento y hacerse con ella. Las posibilidades de camperización son mucho más amplias.

¿Cuánto cuesta camperizar una furgoneta?

Convertir ese cajón de chapa en un hogar habitable y medianamente cómodo trae consigo una pregunta inevitable: ¿cuánto cuesta? Todo lo que se esté dispuesto a pagar y la equipación que se desee instalar.

Hay quien no necesita más que un simple colchón en el suelo y un hornillo portátil para ser feliz viajando, pero si se busca tener, al menos, los muebles básicos (cama, algunos armarios, un lugar en el que poder cocinar...) y un buen aislamiento, la horquilla va desde los 600 euros que pueden costar los materiales –si lo hace uno mismo–, hasta los 4.000 o 5.000 euros que cobran algunos talleres especializados en camperizaciones.

Eso sí, la tarifa de estos últimos suele incluir el precio de la homologación de la reforma, un peaje que habrá que pagar, sí o sí, para circular de forma legal y que suele rondar los 400 euros.

Instalar una segunda batería y una placa solar que proporcionen electricidad para, por ejemplo, llevar una nevera eléctrica o cargar los dispositivos electrónicos sumará entre 500 y 1500 euros más.

En caso de que se vaya a utilizar la furgoneta en invierno, convendrá instalar también una calefacción estacionaria, para lo que habrá que añadir otro tanto. Si se es más de vacaciones estivales y cervezas al fresco, hay neveras a partir de unos 300 euros.

Por dónde empezar

Para distribuir el espacio habitable, hay dos puntos clave a tener en cuenta: la altura de los viajeros habituales, pues de ellos dependerá que se pueda montar la cama a lo ancho o a lo largo de la furgoneta, y el volumen del equipaje con el que se viaje habitualmente.

Por norma general, cuantos más recovecos tenga el habitáculo final más fácil será almacenar bártulos de forma segura durante el viaje y mantener recogido un espacio en el que el orden resulta esencial.

En internet existen algunas páginas en las que se puede diseñar el espacio interior antes de ponerse manos a la obra o encargar la camperización a una empresa especializada.

Mi consejo, en este punto, es empezar por lo básico teniendo en cuenta la duración de las estancias en lugares sin servicios como electricidad o agua.

Si, por norma general, no se va a hacer un uso de la furgoneta alejado de la civilización durante más de tres días, mejor montar los muebles, invertir en unos buenos colchones a medida, añadir un bidón de agua con grifo y una cocinilla portátil.

El rodaje permitirá ver si conviene hacer el resto de inversiones: electricidad, calefacción, grifo, toldo, váter portátil, ducha, nevera… Elementos que, sin duda, aportan comodidad pero que también aumentan el coste y disminuyen el espacio habitable. Se puede viajar sin ellos de forma bastante decente e, incluso, divertida.

Gadgets que harán tu vida en la carretera un poco más sencilla

Entretanto, existen multitud de soluciones que ayudan a salvar la papeleta. Desde la típica nevera de plástico rígido cargada de hielos hasta una placa solar plegable que permita cargar algunos dispositivos electrónicos en caso de emergencia.

Más económica todavía resulta una powerbank, a la que se puede incluso conectar una ristra de bombillas led que, al contrario de lo que pueda parecer, no solo servirán para tener la furgoneta más acogedora del parking, sino también como iluminación interior.

Una forma muy digna de transformar el bidón de agua en lo más parecido al fregadero de una cocina es añadir un pequeño grifo con bomba de agua incorporada, reconvertir una ensaladera en lavabo incrustándola en la superficie que se utilice como encimera y acoplar debajo otro bidón para las aguas sucias.

Algo que no puede faltar en el kit cámper son unas calzas, segundo elemento imprescindible por detrás del colchón, que servirán para nivelar la furgoneta en terrenos desiguales y lograr conciliar el sueño en prácticamente cualquier lugar.

Un juego de ganchos con imán para colgar toallas húmedas, bolsas y textiles, una linterna frontal y un buen repelente de insectos, son también un trío ganador.

En la 'cocina' son muy útiles los recipientes plegables, como ensaladeras o cubos blandos –cualquier cosa plegable es muy útil dentro de una cámper–.

Para los utensilios rígidos, como platos y tazas, mejor elegir acero esmaltado o de fibras recicladas como el bambú; se limpian mucho mejor que el plástico –el agua se convierte en el bien más preciado y racionado de una furgoneta. Además, contaminan mucho menos.

Pasar mucho más tiempo en la naturaleza hace que se lleve el tema de la contaminación todavía más a rajatabla: mejor incluir en el neceser champú, jabones y pasta de dientes ecológicos y biodegradables que se puedan utilizar casi en cualquier lugar. Mi última recomendación: una ducha portátil del tipo bolsa de agua, que permite calentar la cantidad de agua suficiente para una ducha rápida cuando el sol incide sobre su superficie oscura.

Primeros viajes en furgoneta

Tener una furgoneta camperizada es, sin duda, sinónimo de un tipo de libertad muy especial, pero eso no significa que se pueda plantar a esta nueva compañera en cualquier lugar.

De hecho, la legislación en algunos lugares es bastante estricta en este aspecto y se corre el riesgo de recibir multas altísimas por pernoctar donde no está permitido.

España no es todavía el país mejor preparado para la vida cámper y, según en qué regiones, puede resultar bastante frustrante encontrar un lugar que aúne comodidad, seguridad, buenas vistas y que no cueste un ojo de la cara.

Nuestros vecinos franceses nos llevan años de adelanto en ese sentido y tienen una red amplísima de lugares preparados para furgonetas camperizadas y autocaravanas, muchos de ellos rodeados de una naturaleza exuberante y salvaje.

Para encontrarlos, lo mejor es utilizar alguna de las aplicaciones móviles de tipo colaborativo que funcionan en casi toda toda Europa y que permiten activar multitud de filtros, según preferencias y necesidades en cada momento.

Existe incluso una opción para seleccionar granjas y viñedos, ofrecidos por particulares a personas que viajan buscando una experiencia diferente a la típica zona de acampada. Sin duda, una de las opciones de pernocta más enriquecedoras.

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