Una travesía hacia el “fin del mundo”: el recorrido senderista que es perfecto para una escapada de verano
El Camino de Santiago es una de las rutas más conocidas por senderistas y viajeros de todo el mundo. Aunque la mayoría de los peregrinos terminan su recorrido en Santiago de Compostela, cada vez más personas optan por continuar hasta Fisterra, un pequeño pueblo costero de Galicia que durante siglos fue considerado el “fin del mundo”. Este tramo adicional ofrece una experiencia diferente, más cercana a la naturaleza y con menos aglomeraciones.
El recorrido entre Santiago y Fisterra se organiza en cuatro etapas bien definidas, que suman poco más de 90 kilómetros. Es una distancia accesible para quienes buscan una escapada de verano que combine actividad física, paisajes variados y la oportunidad de desconectar del ritmo diario. El clima en esta época del año es favorable, con temperaturas suaves y largos días que permiten disfrutar sin prisas del entorno.
A lo largo del camino se atraviesan bosques, aldeas rurales y tramos costeros que muestran una Galicia más pausada y menos turística. La llegada a Fisterra y su emblemático faro marcan un final simbólico y visualmente impactante para esta travesía. Por todo ello, esta ruta se ha convertido en una opción atractiva para quienes buscan un viaje diferente durante el verano.
Una ruta con siglos de historia y leyenda
La idea de viajar hacia los confines occidentales de Europa tiene raíces muy antiguas. Para los pueblos celtas, estos territorios estaban asociados con creencias relacionadas con el ciclo solar: el viaje diario del sol hacia el oeste simboliza el tránsito hacia el más allá. Esta visión reforzó la carga simbólica de Fisterra, una tierra donde el sol parecía hundirse en el océano, y que siglos más tarde sería integrada en la tradición jacobea.
La vinculación de Fisterra con el culto al Apóstol Santiago se remonta a la Edad Media. El Codex Calixtinus, uno de los documentos fundamentales del Camino de Santiago, ya menciona en el siglo XII la ciudad de Duio, situada cerca de Fisterra. Según la leyenda recogida en el texto, los discípulos de Santiago pasaron por este lugar mientras trasladaban sus restos hacia Galicia. Allí solicitaron permiso a la reina local, Lupa, quien los envió al gobernador Dugium con la intención oculta de tenderles una emboscada. Sin embargo, los discípulos lograron escapar, reforzando así el carácter casi mítico de esta ruta.
A lo largo de los siglos, El Camino a Fisterra fue transitado por numerosos peregrinos. Documentos de 1119 reflejan la preocupación del rey Alfonso VI y del abad de San Julián de Moraime por garantizar alojamiento a los caminantes de esta región. Relatos de viajeros como Jorge Grisaphan (1355), León de Rosmithal (1465), Sebalso Rieter (1462), Erich Lassota (1581) y Julián Iñiguez de Medrano (1583) recogen sus propias experiencias de peregrinación hacia este emblemático “fin del mundo”.
A diferencia de las rutas tradicionales del Camino de Santiago, cuyo destino es la catedral compostelana, este recorrido tiene su punto de partida en Santiago y se dirige hacia la Costa da Morte. Hoy en día, la prolongación hasta Fisterra es una opción elegida por miles de peregrinos que desean extender su experiencia más allá de la ciudad santa y explorar algunos de los paisajes más espectaculares de la costa atlántica.
Itinerario de las cuatro etapas
El tramo del Camino desde Santiago de Compostela hasta Fisterra está dividido en cuatro etapas que suman alrededor de unos 90 kilómetros. Esta ruta es accesible para senderistas con una condición física moderada y ofrece una combinación entre naturaleza, patrimonio y cultura. Las etapas de este itinerario son:
- Etapa 1, desde Santiago de Compostela a Negreira: esta primera etapa sale desde la emblemática plaza del Obradoiro y atraviesa zonas rurales de gran belleza. El camino pasa por bosques, campos cultivados y pequeños pueblos de encanto como San Paio, conocido por su monasterio. En Negreira podrás visitar el Pazo do Cotón, la casa de campo de la familia Cotón, y la capilla dedicada a San Mauro. Esta etapa tiene una longitud aproximada de unos 20 kilómetros.
- Etapa 2, desde Negreira a Olveiroa: se considera la etapa más larga y exigente del recorrido que transcurre por áreas más montañosas y boscosas, atravesando el río Barcala. Una vez subes Monte Aro, puedes disfrutar de las vistas del embalse da Fervenza, la Serra de Castelo y el valle del Xallas. Esta etapa del recorrido tiene una longitud de casi 34 kilómetros.
- Etapa 3, de Olveiroa a Cee: esta etapa es la última por el interior, acompañados gran parte del recorrido por el río Xallas mientras subimos hacia el Hospital. Más adelante está la bifurcación que va hacia Muxía, pero nosotros seguimos hacia Cee. Pasamos por el Cruceiro Marco del Couto, la Ermita de Nuestra Señora das Neves y la Capilla de San Pedro Mártir hasta llegar al Cruceiro da Armada, donde se ve el mar por primera vez. Desde ahí, bajamos por un camino empinado hasta Cee, nuestro destino. Esta etapa tiene una longitud de algo más de 19 kilómetros.
- Etapa 4, desde Cee a Fisterra: esta etapa final es la más corta y posiblemente la más emocionante. Comenzamos el día caminando hacia Corcubión, un pintoresco pueblo pesquero declarado Conjunto Histórico Artístico. El océano Atlántico nos acompaña en este tranquilo paseo hasta el Cabo Fisterra, el destino final de la ruta. Si el clima lo permite, aquí podemos disfrutar de una de las puestas de sol más bonitas en el llamado “fin del mundo”. Esta última etapa tiene una longitud aproximada de unos 13 kilómetros.
Algunos consejos para preparar la ruta
Antes de comenzar el Camino a Fisterra, es importante prepararse bien para que la experiencia sea agradable y segura. No es necesario ser un atleta, pero sí conviene estar acostumbrado a caminar varios días seguidos, ya que algunas etapas tienen subidas y caminos irregulares.
La mochila debe ser ligera y llevar lo básico: calzado cómodo y ya usado, ropa que permita moverse y sirva para diferentes climas, protección contra el sol y la lluvia, agua y algo para comer durante el camino. En cuanto al alojamiento, hay albergues y pensiones en cada etapa, pero en verano es recomendable reservar con anticipación porque suele haber mucha gente.
También es útil llevar mapas o aplicaciones móviles para no perderse y conocer los servicios en el camino. Si quieres un certificado oficial, recuerda pedir la credencial del peregrino al inicio de la ruta.
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