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España, el rompecabezas que no encaja

La triple derecha manifestándose en Colón, Madrid

Rosa María Artal

España se ha convertido en uno de esos problemas enquistados cuyas variables no logramos enjaretar. Las evaluamos una por una, sumamos, restamos y no cuadran. Cuesta doblemente con  productos cada vez más grotescos. Parece haberse adueñado del espacio político la estupidez. Recalcitrante, competitiva en el logro del trofeo en la categoría. No es normal afrontar unas elecciones con el plantel de políticos que tenemos. Con buena parte de los medios haciendo campaña de intereses. Y con un sector de la sociedad entregado a la pasión irreflexiva. Los les gusta y no les gusta se han convertido en valores supremos en la toma de decisiones de entidad.

Si Rajoy, muy españoles, mucho españoles, había dejado el listón a niveles difícilmente superables, llegó Pablo Casado a demostrar que siempre se puede ir a más. El actual presidente del PP es un ser que nos deja atónitos en su descabellada verborrea. Resulta incomprensible que alguien le haya elegido para puesto tan destacado, siquiera que le escuchen sin sentir auténtico bochorno. Su lección magistral a las mujeres sobre nuestra obligación de saber qué llevamos dentro al estar embarazadas nos dejó boquiabiertas… e indignadas. Pero el hombre fue a más en la presunta entrevista en RTVE al asegurar que se habían transcrito mal sus palabras. “Hay que leerse las entrevistas enteras”, dijo. Cuando está grabado y en su propia voz  su fatídico: “Creo que es bueno que las mujeres sepan lo que llevan dentro”, mientras parecía espantar moscas con las manos. TVE se limitó a decir que lo había negado. Y le dejó soltar mentira tras mentira. Sobre el paro, sobre todas sus fake news en las que insiste con total desparpajo: las mentiras sobre el programa de Unidos Podemos, las 21 de Torra en la que el que la triple derecha fundamentó su soflama de Colón. Es una máquina de mentir. Obvia.

La oferta estelar del PP se completa con otro circo de los horrores en los que hay lanzadores de huesos de aceituna con la boca, mujeres que enarbolan la bandera del machismo, racistas sin complejos, compitiendo también entre ellos mismos para ver quién suelta la peor idea.

De su cantera precisamente salen fichajes estrellas de Ciudadanos, la otra pata destacada de este tremendo panorama. Silvia Clemente, factótum en Castilla-León, acredita una gestión plagada de sombras que incluyen pasar como gastos “de representación” joyería, ropa y pastas de té, y haber concedido subvenciones a las empresas de su marido. Este ejemplar político ha merecido que el partido naranja pugnara para hacerse con su candidatura. 

Igual que Casado, Albert Rivera sigue, inasequible al desaliento, con los 21 de Torra, aunque la verdad lo haya desmentido. Inés Arrimadas deja la Catalunya de sus amores a la que no pensaba abandonar por venirse a Madrid. Y se estrena con un patético viaje a Waterloo. Ruth Toledano le dio aquí su dimensión más exacta: “Lo que pudo ser grandeza fue patetismo, lo que pudo ser elegancia fue zafiedad, lo que pudo ser construcción fue nada. Porque Arrimadas no fue a Waterloo a hacer gran política sino ínfima campaña electoral. Y la hizo mal”.

Políticos como Toni Cantó o Girauta figuran como nombres naranjas de postín. Girauta, quien dice que Catalunya le echa cuando le mandan presentarse por Toledo. En Madrid tenemos a Begoña Villacís y sus trampas en su sociedad mercantil.  Un documento notarial prueba que falseó su cese en esa sociedad.  ABC avanza que negoció con VOX para entrar en sus filas, en alguna de las guerras familiares que se lleva esta derecha.  Es cierto que personajes así se han dado en la política española, pero no tantos, llenando sus cúpulas.

Abundantes medios y periodistas trabajan entre los jardineros de este tinglado. Lo de Villacís está pasando por encima de los informativos como suele ser habitual en el caso del partido naranja que goza de una especie de bula. Todo lo contrario que Unidos Podemos. Muchos medios y periodistas son parte activa de la política en sus decisiones. Ante la inminente campaña han resucitado a sus clásicos, para captar al electorado menos exigente con sus propios razonamientos. Son campañas masivas, y es solo el principio.

Antena 3 decide hacer un debate a 5, inspirado en las encuestas, dado que Vox no tiene representación en el Congreso, solo un senador en el Senado por el parlamento andaluz. El problema principal es que se trata de un partido de ultraderecha y rechaza numerosos principios democráticos, no es uno más. La idea de que puede disuadir a sus votantes es no conocer a sus votantes. En estos momentos, los políticos de este cariz aspiran primordialmente a ser conocidos. Forzar su presencia en estas condiciones favorece su difusión. Y es desproporcionada a su presencia real. 

TVE, embarcada en las duras y a menudo injustas críticas y presiones de la derecha, parece haber caído víctima de ellas. La entrevista a Pablo Casado fue un paseo triunfal del candidato del PP, cuando la de Pedro Sánchez había sido incisiva y rigurosa. En el tema Venezuela TVE está inequívocamente a favor de Guaidó,  lo que implica apoyo a la injerencia de la América grande de Trump. Una toma de partido en un medio público. 

Igual era esto lo buscado. Porque ¿dónde inscribimos la carta de la presidenta del PSOE  a Albert Rivera, con la mano tendida pese al cordón sanitario que dice haber puesto Ciudadanos? Los deseos de las buenas gentes que ostentan el poder sin pasar por las urnas salen una y otra vez en el fondo de todo movimiento: un gobierno PSOE-Ciudadanos, tan centrista como es el socio de Vox en Andalucía y en el futuro español como ha anunciado.  Pero el asunto está crudo al menos hasta el próximo giro de la veleta naranja. Ciudadanos responde a Narbona a nivel menor de escalafón y con esta coz: “Después de nueve meses de desgobierno de la mano de Podemos, ERC, EH Bildu y la antigua Convergencia, el PSOE sigue dedicándose a ofender al consitucionalismo

Las radios de la mañana que apoyan a la derecha andan en el agip prop a saco. Este martes, el programa de Alsina en Onda Cero criticaba con dureza el gasto en pensiones, el gasto, lo que se invierte en las personas, es un gasto para la derecha. El gobierno en uso de sus atribuciones quiere decretar que las subidas anuales sean de acuerdo con el IPC, y eso no lo toleran. Era así hasta que, en 2014, el gobierno del PP sustituyó el referente del IPC por el llamado Índice de Revalorización (IR) que suponía una merma de lo percibido, a pesar de que trataron de disimularlo.  Me produce una especial rechazo que los colegas “olviden” puntos esenciales como éste. 

Es factor esencial, porque después dos ministras han comparecido “sugiriendo” que el gobierno iba a renunciar a esa medida estrella, según algunos medios. Algo que ha llevado a un titular sin sugerencias: categórico. “El Gobierno renuncia”... En este país estamos. Y la pugna es que ni la Guerra del Peloponeso entre Esparta y Atenas.

Las elecciones no están decididas

Las elecciones no están decididas. De hecho, lo más probable es que todo quede como está. Solo unas décimas pueden determinar el gobierno. En minoría de nuevo. El signo puede ser radicalmente distinto. Y hay que encajar las variables imposibles. Hay políticos dignos y políticos indignos. Los hay que reciben un máster regalado, lo sabemos gracias al periodismo, y unos pagan y otros van a la presidencia de un partido.  Los pensionistas que gritan en los parques que lo único importante es la unidad de España parecen no oír ni cuando se les habla tan claro sobre las pensiones como lo ha hecho el colaborador de Alsina. Algunas mujeres obviarán el machismo violento que encarna la triple alianza de derecha extrema. Algunos hombres, también. Muchos intentarán aliviar sus complejos odiando a los catalanes independentistas. Todavía quedará quien prefiera tapar con la bandera rojigualda las enfermedades que no le atenderá la sanidad ultra, y el resto de los derechos y libertades amenazadas. Hay quien responde que el Rey hace muy bien en no detenerse en el pabellón de Catalunya en Mobile Word de Barcelona porque eso es defender la Constitución.

Y luego están los españoles de todos los puntos del país que quieren vivir con tranquilidad, en un ambiente sano que propicie el crecimiento. Los que miran y reflexionan con datos fundados.  Y ahí andamos unos y otros sumando, restando, encajando. Este partido, el otro, las carencias, los deseos, las trampas, la honestidad. Cuesta encajar las variables, pero lo que cae al suelo en desecho nos está pudriendo la tierra que pisamos.

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