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Un mundo de abstinencia sexual gracias a Netflix

Imagen promocional de 'Orange is the new black', serie emitida en Netflix

Cristina Armunia Berges

Llega a casa, ve a su pareja y está nerviosa. Tiene hambre, pero no le importa dejar la cena para más tarde o convertirla en el desayuno del día siguiente. Va corriendo al cuarto, se quita la ropa del trabajo y se pone cómoda. Hace mucho calor en Madrid. Baja las persianas y abre una rendija la ventana, enciende la tablet y se tira en la cama: “¡Venga cari, que pongo la serie!”

Diferentes estudios realizados en los últimos años concluyen que la gente prefiere ver series en plataformas como Netflix o HBO por encima de todas las cosas. Ni leer, ni cenar, ni hacer el amor... ¿Estamos a un paso de la extinción de la raza humana? Seguramente no, pero una investigación liderada por el profesor David Spiegelhalter de la Universidad de Cambridge halló que, ahora mismo, las parejas hacen el amor un 40% menos que hace 20 años. Si la tendencia continua, las parejas dejarán de tener sexo en el año 2030.

“Si me preguntas por qué, los estadísticos te dirán que no lo saben. Uno de los investigadores mencionó la palabra iPad. Yo creo que es Netflix. ¡Oh dios mío! Tengo que ver la segunda temporada completa de Juego de Tronos”, bromea el profesor Spiegelhalter en una entrevista publicada en el Telegraph.

“La clave está en la conectividad masiva y en la revisión constante de nuestros teléfonos móviles, algo que no hacíamos hace unos años, cuando la televisión dejaba de emitir cosas interesantes a las diez de la noche y no había nada mejor que hacer”, apunta. Te suena el móvil. Es una simple notificación de Instagram, igual alguien a quien ni siquiera conoces ha subido una foto en la playa. No importa lo que estés haciendo o si estás en la cama. Desbloqueas la pantalla, la miras y quedas en paz.

¿Hará Netflix una serie sobre esto? Claro que sí y, mientras la veamos, probablemente estemos más pendientes de calcular cuántos capítulos seguidos podemos ver para dormir siete horas y rendir al día siguiente en el trabajo que a la realidad que se dibujaría ante un mundo de abstinencia. Somos adictos a las series y nos molesta no poder comentar el último capítulo de El Cuento de la Criada. No conozco a nadie que le haya pasado esto mismo con un libro.

Otro estudio más reciente llevado a cabo por la Universidad de Lancaster se ha basado en la alteración de los ritmos de consumo energético para concluir que ahora lo que se lleva por las noches es estar conectado a Internet. Entre las 21.00 y las 23.00 hay un pico de consumo energético y de dispositivos electrónicos conectados.

“Ayer me vi ocho capítulos seguidos de Vikings”, he oído decir a cierto hermano mayor con orgullo. Y nada de esto nos chirría. Estar hasta las cuatro de la mañana frente al ordenador con tu pareja es socialmente correcto. “Este fin de semana me he visto la serie nueva de Netflix”, “¿Ah sí? ¿De qué va?”, “Es como de adolescentes en EEUU”, “Ya... ¿y cómo se llama?”, “Buf tío, no me acuerdo”. Esto es lo que se llama invertir bien el tiempo.

Otro estudio que acaba de ser publicado ha analizado a personas de 80 países y ha demostrado que ver la televisión está asociado con “una reducción del 6% de posibilidades de haber tenido sexo la semana anterior, lo que concuerda con un pequeño grado de sustitución entre la televisión y la actividad sexual”.

Es decir, si estás al día de todas tus series y ya ves hasta las películas repetidas en tu plataforma favorita, hay una probabilidad más bien alta de que lleves meses abonado al celibato.

Son las dos de la mañana. Sigue haciendo muchísimo calor en Madrid, pero entra un poco de aire por la rendija de la ventana. Ya han visto tres capítulos seguidos, se sienten invencibles y terminan por besarse. “Cari, ¿y si mejor lo dejamos para mañana?”, “Mejor para el miércoles, que mañana hay capítulo nuevo”.

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