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GRÁFICO: El terremoto que se avecina en Cataluña

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José Antonio Gómez Yáñez

El barómetro cuatrimestral del CEO catalán, publicado la semana pasada y en el que incluyó la pregunta sobre “la consulta”, nos depara dos claves de presente y dos interrogantes para el futuro inmediato.

Primera clave, el debate “independentista” se ha polarizado. El juego de las “dos preguntas” que propuso Artur Mas para “la consulta” consistía en conseguir que la opción intermedia (que, en la tabla, es “Sí + No”) consiguiera suficientes votos para poder utilizarla en una negociación con “el Estado”, interpretándola a conveniencia. Así, lo conseguido finalmente se podría presentar a la opinión pública catalana el acuerdo (o desacuerdo) como “la voluntad de Cataluña”, y proceder en consecuencia. Mas y la dirección de CDC debieron pensar que podían conseguir que esa respuesta fuera atractiva para los votantes de CiU. Pues bien, el debate se ha polarizado tanto que la opinión pública se ha aglutinado entre la “independencia” y “otra cosa”, en la que se suma el “no”, la abstención y el NS/NC, una amalgama cuyo denominador común es su resistencia a la independencia. La “posición intermedia” ha sido laminada. Mas ha arrastrado a Cataluña a un problema considerable.

Segunda clave, CiU ha perdido el control sobre su electorado y lo ha arrojado, en el fragor de la batalla, a los brazos del independentismo. Para muchos, la clave que explicaba este proceso era una apuesta muy atrevida de CiU para alcanzar un acuerdo final con el Estado, cuyo resultado desembocara en una confederación o una suerte de “estado dual” (algo así como una Austria-Hungria, donde se unificaran Castilla, Cataluña, Andorra y Portugal, tal como definió uno de las propuestas del Consejo para la Transición catalán). Pero esta apuesta requería un discurso muy sofisticado que articulase su electorado y lo encaminase hacia la “respuesta intermedia” entre los dos polos. Si este era el plan, parece que partía de un terrible defecto de previsión: ¿quién ha ganado alguna vez un referéndum con una respuesta “Si + No”? Con este fallo, Mas ha arrastrado a CiU al borde del precipicio.

Y de aquí se derivan los dos interrogantes:

¿Sobrevivirán CiU, PSC e ICV a esta polarización extrema? Reconducir esta escisión de la opinión pública catalana va a requerir bastante talento político por parte de CiU. También de las direcciones de PSC e ICV-IU, Sus electorados están divididos en cuatro porciones, algo desiguales, sobre este tema. Vistos los resultados, uno se pregunta cómo el PSC se atrevió a lanzarse a la aventura estatutaria con un electorado tal plural y vulnerable a la polarización. Apuestas dudosas o equivocadas han metido a Cataluña en un problema de difícil solución, que va camino de destrozar (si no lo ha hecho ya) a sus partidos más plurales.

¿Esta polarización puede darle a ERC el empujón necesario para obtener una victoria histórica en estas elecciones europeas, al menos en el electorado catalán? Hasta el momento, la hipótesis de una CiU derrotada por ERC ha sido un escenario que solo existía en estimaciones fabricadas por las encuestas de opinión. A partir del 25 de mayo puede ser la antesala de un terremoto de gran escala en la política catalana y española.

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