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Andaluces de otra orilla

Brahim Ahmed.

Juan Miguel Baquero / Javier Ramajo

Andalucía, cuna de civilizaciones, travesía tradicional de pueblos del mundo y germen así de profundos mestizajes históricos. Aún hoy. Fruto del flujo migratorio hay quien viajó agarrado al porvenir de su familia y creció en suelo andaluz, al sur más al sur de Europa. Son inmigrantes que caminan con una mano en el origen y otra donde crece la raíz en un tramo crucial de sus vidas. Pasado, presente y también futuro, una unión sin fisuras para un devenir común que se viste de profusas razones y entre ellas, la clave: Andalucía es su “tierra”. Celebran el 28 de febrero, el Día de Andalucía, como algo propio. Se sienten, y son, andaluces.

Brahim Ahmed, andaluz del Sáhara

Brahim Ahmed, andaluz del Sáhara“Soy medio andaluz, saharaui y andaluz”. Brahim Ahmed llegó a Sevilla en el año 2002. Lo hizo viajando en avión, con su pasaporte “en regla” y después de ahorrar en un billete “para buscarme la vida”. Tenía 23 años, antes ya había tenido “mucha relación” con la región y siempre se sintió integrado. “En Andalucía estamos como si fuera nuestro país, aquí la gente es abierta, tenemos casi las mismas costumbres y un trato muy parecido a como es en el Sáhara y no te dejan sentir que eres extranjero”.

“Sólo nos diferencia”, puntualiza, “la religión”. Brahim sonríe a menudo, pero su rostro también denota cansancio. “Ahora mismo estoy viviendo una mala racha, como todo el mundo”, confiesa. Con anterioridad “todo estaba mejor, tenía un locutorio, era mi negocio, pero ya no”. Parece abandonarse un tanto a la tristeza, pero se recupera. “He trabajado en el campo, de guarda, en la obra, en todo lo que iba saliendo y ahora, aunque estoy parado, trabajo en todo lo que sale”.

Seis miembros de la familia de Brahim viven en Coria del Río (Sevilla). Su intención es “seguir aquí, sobre todo mientras el Sáhara no tenga la independencia, porque lo que hace Marruecos con el pueblo saharaui –relata– es una guerra”. Si su país de origen se independiza, podrá “ir y venir”. Aunque Brahim tiene un sueño para él y su familia: “Si tengo suerte y compro una casa aquí, ¿para qué voy a ir otra vez? Aquella es mi casa, pero esta también”.

Evelyn, andaluza de Bolivia

Evelyn, andaluza de BoliviaHace una década, Evelyn Guanacoma llegó desde Bolivia a tierras andaluzas. Contaba apenas ocho años de edad. “Me timaron, me habían dicho que venía para un mes de vacaciones y, bueno, se alargó un poco”. Ríe abiertamente. Se la ve feliz. Estudia, tiene proyectos de futuro y ha visto nacer en Sevilla a sus tres sobrinos. “Primero vino mi madre, Miriam, después dos de mis hermanos, luego yo y al final mi último hermano”.

Madre e hija viven juntas, en un piso de barrio obrero. El resto fue formando sus propias familias y, como fruto, varios niños nacidos en Andalucía. Miriam, la madre de Evelyn, dice que sus nietos propician “una gran felicidad, pero me hicieron abuela muy pronto”. Se queja sin mucho ímpetu. Evelyn tiene “pocos recuerdos” de Bolivia. “Vine muy pequeña, casi no recuerdo y aunque al principio lo pasé un poco mal por el cambio, ahora mis amigos, mi vida, todo está aquí”. ¿Te sientes andaluza? Miriam y Evelyn, se miran, sonríen. Contesta la madre, antes de entrar en la cocina: “No, Bolivia siempre primero”. La hija replica, cuando sabe que ya no la oye, aunque se percibe complicidad, tampoco le importa: “Sí, me siento andaluza”.

“Añoro la tierra donde nací –prosigue–, pero a medida que pasa el tiempo… me gustaría ir, pero de vacaciones, no me importaría hacer toda mi vida aquí”. De nuevo una sonrisa inmensa. Aún no tiene muy claro qué estudiará, pero sí que seguirá “progresando”. Recuerda, por ejemplo, el asombro del primer Día de Andalucía en el colegio y cómo, desde entonces, “y a medida que lo hemos ido celebrando”, iba “viviéndolo cada vez de una forma diferente, sintiéndolo cada vez más”. Ríe y alza la vista atrás para ver si su madre la oyó esta vez o, quizás, se hizo de nuevo la despistada. Evelyn es andaluza, y de Bolivia.

Youssef y Morad, vidas casi paralelas en Granada y Sevilla

Youssef y Morad tienen cada uno 22 años. Uno vive en Granada, otro en Sevilla. Su origen es marroquí pero muy pequeños llegaron a Andalucía. Este viernes también es su día. El primero procede de Casablanca, el segundo de Larache. Algún miembro familiar hizo de avanzadilla hasta que se afincaron finalmente.

Compagina sus estudios de Educación Social con su trabajo en Granada Acoge, en el área de infancia y familia. Él sabe bien lo que es. “Mi padre llegó en el 94 y cinco años más tarde vinimos mis hermanos -él es el cuarto de cinco-. Estamos muy arraigados”. Youssef tiene familia en Marruecos, pero afirma echar de menos realmente a sus abuelos, y comenta que contacta con algún primo a través de las redes sociales.

Su agenda para el 28F parece muy apretada. “Iré a la manifestación que hay aquí en Granada; yo me siento andaluz. Y luego a una paella que suele haber en el Zaidín”. ¿Y cómo ha vivido los 28F desde que vive en Andalucía? “En el cole lo vas viviendo desde siempre. Hoy hemos pedido un desayuno de los que nos ponían cuando éramos pequeños”.

La historia de Morad es parecida. Vino a vivir con su tía a España a los 11 años. La mitad de su vida ya la ha pasado en andaluz. Reconoce que los primeros tiempos fueron complicados. Siempre en Sevilla, le costó adaptarse a nuevas costumbres y, principalmente, al idioma. Hasta los cinco o los seis meses no se sintió integrado, recuerda. Incluso pensó en volver. Los amigos, el esfuerzo y el paso del tiempo hicieron el resto.

Ahora no se arrepiente de haber permanecido en Sevilla. Y aunque le costó centrarse en los estudios en cierto momento, Graduado Social y Derecho son en estos momentos sus objetivos, que compatibiliza con acciones de voluntariado. De cara al 28 de febrero, señala que “antes, en el instituto, lo notaba más”, ahora es “un día festivo”. Afirma que se siente muy vinculado a Andalucía.

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