Socialismo en gestiones

En las últimas semanas he coincidido varias veces con dirigentes socialistas , algunos de ellos, amigos desde hace años. Los he encontrado apesadumbrados, preocupados, sin ser capaces de ver algún horizonte mediánamente claro en el futuro del socialismo. Ni ellos mismos se lo explican; dan la sensación de impotencia ante una situación que se les ha ido de las manos, sin que su soberanía militante pueda, eso ha parecido, hacer nada para evitarlo. En resumen, sumidos en el fatalismo.

Qué lejos quedan aquellos tiempos en los que estos mismos dirigentes te abrumaban con una arrogancia dialéctica apabullante. Ahora todo es entreguismo y desánimo. Ni siquiera han sacado pecho con ocasión del quinto aniversario de la paz en Euskadi. Zapatero ni habló; Rubalcaba, muy desmejorado, dialécticamente, apareció en un documental amigo, para decir cosas, exculpándose de su propio papel, extremo que desmienten hasta los protagonistas directos de la paz, que no dejan de reconocer los méritos de Zapatero y su Gobierno. Tal vez, la confesión del ayatolá* González, referida a sus tiempos, haya empañado la efemérides y privado, a los hasta ahora orgullosos socialistas, de recoger el triunfo que sus propios enemigos vaticinaban en veinte años de Gobierno. Bueno, algo hablaron, siguiendo la estela de la peor derecha, para comparar la algarada de la Universidad Autónoma con los hábitos terroristas. Algo inaudito.

El PSOE hará posible que gobierne la derecha. Ahora toca justificar su decisión y explicar lo que van a hacer. Otra cosa serán sus líos orgánicos, incluida la versión disciplinaria. El día después vendrá acompañado de loas y encuestas de los, hasta ahora, enemigos del establishment y de los acomodados mediáticos a lo que haya siempre de venir. El pacto y compromiso entre los ideólogos del asalto a la Secretaría general consiste en afianzar el turnismo, la peor versión práctica del bipartidismo. Pero lo tendrán duro, difícil, muy difícil.

El PP no se anda con chiquitas, exigirá todo el pacto, a saber, que los socialistas se involucren en todas las medidas impopulares que el Gobierno tomará. Y si no, elecciones, quizá en mayo, lo que no quieren los socialistas ni a tiros por el bien de España, dicen, mirando de reojo sus propias encuestas, las únicas amigas que les dicen la verdad. Y sí, alguna concesión generosa del Gobierno, ya lo ha adelantado Pons, célebre por sus predicciones en creación de empleo.

Pero, si el PSOE está como está es, entre otras cosas, por el sesgo último de Zapatero y, sobre todo, por la peor oposición socialista de la historia: la de Rubalcaba. Son unos expertos en no saber oponerse a los semejantes, por indefinición ideológica. Por eso, la oposición de los socialistas, en estos momentos, es la clave. Van a tener una difícil visibilidad y peor credibilidad y ,además, dos frentes abiertos: uno, amigo, frente al PP; otro, hostil, frente a Podemos, que combinará calle y Parlamento. En el Parlamento, Podemos tendrá a un PSOE debilitado por sus contradicciones, en la calle, a un PSOE que ni estará.

Será todo un acontecimiento oír al portavoz socialista defender primero el no, y luego, la abstención. Un regalito al grupo parlamentario del Comité Federal-Editorial, presidido por un líder renovado como Blanco y otro, teledirigido, ausente. Los socialistas querrán encabezar la oposición pero Podemos peleará y fuerte, se lo pondrán difícil. Ciudadanos les ganará en esa lid por la derecha, o no; en aquel caso, un alivio. Además, la pregonada coalición en la oposición frente al PP, liderada por un grupo que no tiene ni líder, es un argumento endeble. Gobernar desde el Parlamento siempre es indeseable. Se lo pueden preguntar a los autores de la “Pinza” en Andalucía . Si no se quisieron ni los unos ni los otros como aliados para gobernar, ¿por qué va a ser posible el matrimonio en la oposición? Si ocurriera, en todo caso, será una de esas estupideces históricas de las que suele adolecer la izquierda.

Cuando haya Gobierno, Rajoy y los suyos dejarán de estar en funciones y bien que ahora funcionarán; cuando eso ocurra, el socialismo seguirá en gestiones, en manos de unos gestores obedientes que, por lo que se ve, están lejos, muy lejos de sus militantes y electores.

* El ayatolá Jomeini predicó un fetua desde París contra el Sha, desencadenando el golpe que acabó con Reza Pahlavi y estableció el régimen islámico