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Colau se enfrenta a la primera protesta vecinal contra el turismo masivo

Aglomeración de vecinos que no pudieron entrar en la audiencia pública sobre el turismo al final del mandato de Xavier Trias / ENRIC CATALÀ

Cristina Palomar

Hace poco más de un mes que Ada Colau ganó las elecciones municipales en Barcelona, pero las asociaciones de vecinos, sobre todo las de los barrios más afectados por la masificación turística, tienen mucha prisa en arrancar a la nueva alcaldesa un compromiso firme que ponga fin a los estragos que ha provocado en la ciudad el modelo turístico del exalcalde Xavier Trias. La pérdida de residentes, el encarecimiento de los precios de la vivienda, la invasión de espacios públicos emblemáticos como las Ramblas, la Sagrada Familia, el Park Güell o las playas de la Barceloneta, y el monocultivo comercial son algunos de sus perversos efectos.

Coincidiendo con uno de los puntos álgidos del verano por lo que respecta a la llegada de turistas, entidades sociales y asociaciones vecinales coordinadas por la Federació d’Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB) se manifestarán el jueves 2 de julio en los Jardinets de Gràcia ante el edificio del Deutsche Bank, candidato a convertirse en un nuevo hotel de lujo si el nuevo gobierno municipal no lo para definitivamente. La tría del lugar no es casual. Las antiguas oficinas del banco alemán se han convertido en uno de los símbolos de las protestas vecinales, tanto del distrito de Gracia como del resto de la ciudad, contra presuntas operaciones inmobiliarias especulativas y opacas.

Precisamente, la moratoria de nuevas licencias de apertura de establecimientos turísticos y la revisión de todos aquellos proyectos bajo sospecha –como el Deutsche Bank i el edificio de Henkel Ibérica- o aprobados por el ejecutivo municipal saliente deprisa y corriendo días antes de las elecciones, son dos de las seis medidas que las entidades vecinales exigirán a Colau que ponga en marcha inmediatamente. Los otros puntos tienen que ver con la recuperación de la ciudad como “espacio de convivencia y de cohesión social”, y con la auditoría y funcionamiento transparente de los organismos públicos y público-privados relacionados con el turismo como es el caso de Turisme de Barcelona, dirigido por el incombustible Jordi William Carnes, un hombre del equipo de Jordi Hereu repescado por Trias.

Los vecinos también reclamarán al nuevo equipo de gobierno un incremento del control sobre los establecimientos turísticos empezando por los apartamentos turísticos tanto legales como ilegales y un estudio sobre el impacto que la llegada de cruceros tiene sobre la contaminación de la ciudad y en la ocupación del espacio público del distrito de Ciutat Vella. Así mismo se exigirá la creación de un Consejo Ciudadano del Turismo dónde los barrios tengan voz y voto a la hora de tomar decisiones sobre políticas turísticas que les afecten directamente.

Según cifras oficiales, Barcelona soporta cada año la visita de 27 millones de turistas concentrados sobre todo entre los meses de abril y octubre. El turismo genera 120.000 puestos de trabajo y supone el 15% del PIB de la ciudad, pero ya no es visto por todos los barceloneses como una fuente de riqueza. Cada vez son más las voces que alertan sobre el riesgo de burbuja turística y sobre la insostenible presión que este volumen de visitantes supone para una ciudad de 1,6 millones de habitantes. La otra cara de la moneda son las quejas de los mismos turistas, que se encuentran una Barcelona colapsada, con precios cada vez más abusivos y con unos habitantes cada vez más hostiles.

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