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Pobres armados de razones

La periodista y escritora Cristina Fallarás con los miembros de la PAH ante la sede del PP en Barcelona (cc: João França)

João França

Barcelona —

“Yo no soy una criminal, yo lo que soy es jodidamente pobre”. La periodista y escritora Cristina Fallarás es contundente, pero sabe de lo que habla. Tanto es así que la multitud grita con ella “¡Somos pobres!”. Fallarás es una de las muchas personas afectadas por la hipoteca y ayer participó en el debate sobre el escrache organizado por la PAH de Barcelona frente a la sede del PP catalán. Varias afectadas –mujeres todas– cogieron el micrófono ante la multitud sentada en la calle para explicar sus casos, dramáticos, con mucho ánimo y buen humor.

La criminalización de la protesta fue un tema recurrente en las intervenciones, en especial la denuncia de Manos Limpias contra Ada Colau. “Yo he insultado a un político, no Ada Colau”, decía Lina. “Le llamé cucaracha, a mí que me denuncien por esto”, añadía. Colau por su parte, aseguró que no tiene miedo, porque forma parte de un movimiento colectivo donde todos, dice, “son imprescindibles”. “Piensan que si la gente no tiene un jefe no se mueve, pero gracias a miles y miles de personas estamos consiguiendo más que cualquier partido político”, declaró.

“Cuando dijeron la palabra ETA entendí que esto era una guerra”, dijo Fallarás. “Pero en esta guerra tenemos una arma brutal: Nos asiste la razón”, añadió. Colau criticó la actitud “antidemocrática” del gobierno, que considera que “no es sólo no escuchar a la ciudadanía, también es criminalizar la protesta”. Al PP, dice, “le da igual quedarse solo, perder toda legitimidad y no escuchar la voz de las personas”.

Lina, que lleva tres desahucios parados, se indigna ante los comentarios en defensa de los hijos de los políticos delante de los escraches. “Con 5 años mi hijo contestó al teléfono y me dijo llorando que una señora le había dicho que por mi culpa se iba a quedar sin casa, ¿eso no es violencia?”, pregunta. “La diferencia es que mi hijo es hijo de una pobre”, asegura.

Olga lamenta que sus hijas, por tener 4 y 10 años, queden fuera del decreto aprobado por el PP. “¿Cuando un niño cumple los cuatro años deja de tener derechos?”, se pregunta. Paula, la mayor, también intervino junto a su madre. “No soy ninguna nazi, soy una niña de diez años que espera una segunda oportunidad”, dijo.

Otra afectada cuenta que se puede “agarrar a esas malas leyes”, en referencia a las promovidas por el PP, pero cuenta que es únicamente por ser víctima de la violencia de género, el mismo motivo por el que no pudo seguir pagando la hipoteca. La moratoria de dos años a la que autoriza el decreto es, según la afectada, “pan para hoy y hambre para mañana”. “Yo lo que quiero es una vivienda digna de aquí hasta que me muera”, concluyó.

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