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El blog Opinions pretende ser un espacio de reflexión, de opinión y de debate. Una mirada con vocación de reflejar la pluralidad de la sociedad catalana y también con la voluntad de explicar Cataluña al resto de España.

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Carta contra la “arquitectura disuasoria”

Clara Valverde

Estimado Alcalde Trias:

Yo también necesito echarme.

Afortunadamente tengo hogar, pero soy parte de ese alto porcentaje de la población (más de un 5%) de menos de 65 años que vive con una enfermedad crónica discapacitante. Miles como yo, tenemos Encefalomielitis Miálgica (el mal llamado “Síndrome de Fatiga Crónica”), enfermedad inmunológica que nos mantiene, sobre todo, entre la cama y el sofá, haciendo, como gran tarea semanal, el ducharnos, enfermos que hacemos en 6 meses lo que una persona sana hace en un día. Otros enfermos similares son los que tienen Lupus, Esclerosis Múltiple, Artritis Reumatoide y muchas más patologías más.

Las pocas veces que consigo salir de casa para ir, por ejemplo, al médico, veo, con horror e indignación, que en esta “ciudad-parque temático”, tan bien organizada para acoger a cientos de turistas cada día, no hay un sitio para sentarme o para lo que realmente necesito hacer que es echarme.

Usted y sus sanos-con-techo y poder, llevan a cabo esa cruel practica que es la “arquitectura disuasoria”, que tiene como objetivo echarnos del espacio público a los que no podemos andar ni estar sentados en sitios de pago.

La ciudad está llena de alteraciones arquitectónicas agresivas para prevenir echarse, como pinchos y otras formas arquitectónicas menos o más discretas que impiden a enfermos, ancianos, madres y padres agotados con niños, discapacitados y personas sin techos, de poder tener un rato del tan urgente descanso que necesitamos para poder seguir desplazándonos.

Tampoco nos podemos echar en los parques de la ciudad debido al uso que su administración hace del herbicida nocivo de Monsanto, Roundup en los pocos espacios verdes.

Ustedes han decidido que solo las personas con recursos económicos que se pueden costear un cómodo sofá en un restaurante con zona chill-out tienen derecho a gozar de la ciudad. Desde su limusina, Sr. Trias, usted ve cómo miles de turistas invaden nuestra ciudad a golpe de VISA, mientras los vulnerables no tenemos ni una esquinita en la que recobrar nuestro aliento.

¿Por qué tengo que vivir yo con esta discriminación y tortura? ¿Cuál es mi crimen?

Quieren que los que nos desplazamos con dificultades no salgamos de nuestras casas (los que tenemos casas) para no estropear su paisaje de ciudad-disney.

Pero esta ciudad es nuestra, la creamos nosotros cada día con nuestras vidas y cuerpos imperfectos, y la pagamos nosotros con nuestros impuestos.

A lo mejor le interesaría saber que hay países en los que la gente enferma como yo pueden participar en su ciudad, dar clases, ir a actividades, participar en plenos del ayuntamiento, echados.

De la misma manera que en esta ciudad, tan poco dada a los derechos de las personas, se empieza a adaptar la arquitectura para las sillas de ruedas, hay ciudades que aseguran que los que tenemos que echarnos, tengamos dónde.

Pero en Barcelona no tenemos ni donde caernos muertos.

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