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Las Kellys, todas a una: las limpiadoras de hoteles se organizan para reivindicar sus derechos

Las representantes de las Kellys antes de la rueda de prensa

Tomeu Ferrer

Barcelona —

Las Kellys, el colectivo de camareras de piso que hace meses se organizaron para reclamar sus derechos se han constituido ahora en asociación. A pesar de la heterogeneidad del movimiento tienen una posición común: extender al conjunto del Estado un mecanismo que garantice sus derechos. Un sistema equivalente al que funciona en Las Palmas, donde se aplica el convenio provincial a todos los empleados que trabajan en hoteles.

El colectivo ha hecho su presentación en Barcelona, en la sede del Col·lectiu Ronda, ante una cincuentena de periodistas, pero también de representantes de organizaciones cívicas y sindicales. Han hablado, Isabel, de Barcelona; Nani, de Palma; Míriam y Susana, de Lanzarote; Amparo, de Pontevedra; además de Yolanda, de Benidorm, y representantes de Fuerteventura y Madrid, que han desgranado las razones a partir de las cuales se han organizado.

Las Kellys afirman tener unas 2.000 afiliadas en todo el Estado. Sus reivindicaciones ponen de manifiesto la contradicción que se da en la hostelería, que vive su mejor momento económico, con grandes beneficios para las empresas, mientras las personas que trabajan en los establecimientos, no notan en modo alguno la bonanza, ni en sus salarios ni en sus condiciones de trabajo.

La problemática de las camareras de piso tiene muchos frentes. Uno es que sólo una parte de las 200.000 personas que operan en este ámbito lo hace de forma legalmente correcta. Aproximadamente la mitad no están dadas de alta en dicha categoría profesional y lo están como servicio de limpieza. Además, se da una miríada de situaciones laborales fruto de la reforma laboral, que hacen que a veces en un mismo hotel que haya quien trabaje correctamente para el establecimiento, otras lo hagan para Empresas de Trabajo Temporal (ETT), y otras para empresas multiservicio, e incluso puede ocurrir que haya quien trabaje sin contrato.

Otra reclamación es, que debido a la penalidad de su trabajo, este grupo de trabajadoras acceda a la jubilación anticipada, a 55 años, como ocurre con los mineros o los marineros. También quieren que se vincule la calidad de los hoteles con la del trabajo que en ellos se desarrolla. Pero, son las externalizaciones, facilitadas por la reforma laboral, las que más preocupan a las Kellys. Por ello piden que las inspecciones de trabajo velen especialmente por los derechos de los empleados del ramo.

La presentación de Las Kellys en Barcelona se ha hecho de manera que los diferentes núcleos territoriales en que están organizadas expliquen su situación y también sus alternativas. Ha llamado la atención un vídeo donde diversas autoridades hablan del trabajo de ordenar habitaciones de hotel como uno de los nichos de empleo de éxito, “aquí hay futuro” decía uno de los eslóganes.

Las Kellys describen un panorama poco halagüeño. Tienen que hacer en los casos extremos 50 camas en una jornada laboral, con ritmos de trabajo infernales, lo que les supone enfermedades, como el síndrome del túnel carpiano, pero también lumbalgias o hernias discales. Esto implica que para mantener el ritmo de trabajo, muchas de estas trabajadoras acaben siendo adictas al Ibuprofeno, según explicaban. Curiosamente, entre sus peticiones se halla ser atendidas opor las mútuas y no por la Seguridad Social, cuándo enferman o tienen un accidente.

“La inseguridad laboral hace que las Kellys no nos podemos poner enfermas, si lo hacemos nos despiden. Pero tampoco pueden enfermar nuestros familiares, porque no nos dan permiso para cuidarlos y si faltamos al trabajo nos echan”, afirmaba una activista.

Otra de las camareras de piso ponía énfasis en la diferencia que se da entre hoteles que cobran al cliente entre 200 y 300 euros por dormir una noche en un cuarto y lo que se paga a la mujer que la limpieza, sólo de 2,5 euros en el caso mejor, aseguraba.

Las camareras de piso organizadas en la nueva asociación han mostrado su desafección hacia los sindicatos. “No somos la marca blanca de ningún sindicato”, manifestaron. Los acusan de no hacerse eco de su situación. Pero, al mismo tiempo reconocen que en algunas ocasiones coinciden a título personal en movilizaciones con delegados y delegadas sindicales .

La portavoz de la zona de Benidorm explicaba que sólo contando los últimos seis meses, la actividad de las Kellys ha hecho que aumentaran en su territorio un 30% las denuncias a inspección de trabajo que afectan a hosteleria. También ha supuesto un 15% más de denuncias a las autoridades judiciales. Además, han realizado una docena de movilizaciones frente a hoteles que no respetan los derechos de los trabajadores.

Al final de la rueda de prensa las Kellys han recibido la solidaridad de colectivos diversos, como las trabajadoras del sexo y de un incipiente sindicato de trabajadores del hogar y el cuidado de personas.

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