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De Arteaga mitiga la fama misógina de Carlos V en “Por amor al emperador”

De Arteaga mitiga la fama misógina de Carlos V en "Por amor al emperador"

EFE

Valladolid —

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La fama de misógino que ha acompañado a Carlos V a lo largo de los siglos “no es real”, ya que si bien utilizó a las mujeres al servicio de la causa imperial y de la unidad familiar, también les recompensó debidamente, ha explicado la novelista Almudena de Arteaga, autora de “Por amor al emperador”.

“Si hubiera sido misógino, no las habría nombrado regentes de numerosos territorios”, ha argumentado De Arteaga (Madrid, 1967) en una entrevista con la Agencia Efe, antes de presentar esta tarde en Valladolid su nueva novela, un eslabón más en una trayectoria íntegramente dedicada a la novela histórica.

Una aproximación a la Princesa de Éboli, publicada en 1997, fue el punto de arranque de la obra de Almudena de Arteaga, cuya redacción compatibilizó entonces con su profesión de abogado, hasta el punto de que “alternaba un capítulo con una demanda”, ha resumido esta escritora, heredera de la Casa del Infantado y descendiente, entre otros, del Marqués de Santillana y de Garcilaso de la Vega.

Licenciada en Derecho y diplomada en Genealogía y Heráldica, como novelista trata de “seducir al lector” y como historiadora convertir en “algo ameno” el equivalente a un capítulo de un ensayo, eso sí desde el rigor, el conocimiento y el respeto que merecen los hechos narrados, en todo caso compatibles con la presentación de la historia “de una forma ligera pero sin ligereza”.

Así sucede en “Por amor al emperador” (La Esfera de los Libros), un recorrido cronológico por la vida del Carlos V a través de las voces, en primera persona, de las diecisiete mujeres más influyentes en su biografía, entre ellas su madre (Juana de Castilla), esposa (Isabel de Portugal), madre adoptiva (Margarita de Austria), una de sus hermanas (Leonor) y de una hija bastarda (Margarita de Parma).

De este elenco forman parte mujeres “muy conocidas y desconocidas” que, “con sus voces y sentimientos aportan diferentes perspectivas” para configurar la vida de Carlos V (1500-1558), nieto de los Reyes Católicos y de Maximiliano de Habsburgo, y que dirigió el Sacro Imperio Románico Germánico desde 1520 hasta su muerte en Yuste (Cáceres).

“Tuvo una vida muy complicada pero esa etiqueta de misógino no fue real. Utilizó a sus mujeres en un momento en que lo primero era el imperio y después la unidad familiar, pero de haberlo sido no las hubiera hecho regentes a casi todas de algunos territorios”, ha apreciado.

El único margen que se permite Almudena de Arteaga para dar paso a la ficción en sus novelas es el vacío que los cronistas de cada época dejaban sobre “los momentos más personales” de los personajes, lagunas que ella siempre ha tratado de rellenar “sin cometer anacronismos”, en este caso con la ayuda de las féminas que rodearon al hijo de Juana de Castilla y Felipe el Hermoso.

Por las venas de esta autora corre la “sangre literaria” de antepasados como el Marqués de Santillana, de cuyos archivos documentales echa mano de vez en cuando para componer libros como el dedicado a este en 2009, a “La Beltraneja” (2001), a “Catalina de Aragón” (2002), a “María de Molina” (2004) e incluso a “Eugenia de Montijo” (2000).

Su única veleidad literaria al margen de la historia fue “Estúpida como la luna” (2001), un paréntesis del cual regresó a un género, el de la novela histórica, que “es eterna” y sustenta un grupo de “muy fieles lectores durante toda su vida”.

“A mí nunca me ha gustado hablar de modas ni estilos. Los libros no pueden estar nunca sujetos a ellas, aunque indudablemente los lectores se mueven un poco por lo que tiene el mercado”, ha reflexionado De Artega, marquesa de Cea e hija y heredera del duque del Infantado.

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