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Juanjo Braulio novela sobre el “fango” del poder en “El silencio del pantano”

Juanjo Braulio novela sobre el "fango" del poder en "El silencio del pantano"

EFE

Madrid —

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La muerte, la codicia y la falta de escrúpulos emergen del “fango” sobre el que se alza la ciudad de Valencia en “El silencio del Pantano”, una novela negra sobre “el poder” con la que el exjefe de informativos de Ràdio Nou Juanjo Braulio cuenta “mentiras para decir verdades”.

“El poder lo tienen casi siempre los mismos, aunque las chaquetas van cambiando”, afirma Braulio (Valencia, 1972) en una entrevista con Efe sobre una historia que se hunde en las mismas aguas que lamen tanto “los orgullosos edificios” diseñados por Santiago Calatrava como los muros de las barracas que describía Blasco Ibáñez.

“El silencio del pantano” está protagonizada por Q., un escritor inmerso en la redacción de la que será la tercera entrega de una serie policíaca en la que el héroe es un tal David Grau, un brigada de la guardia civil, licenciado en Historia del Arte, que tiene un secreto: es homosexual.

La novela de Q., a quien Braulio no da un nombre porque más que una persona “es un sentimiento”, nace con la aparición, en un recodo del río Turia, de un cadáver dentro de un saco, con un perro, un mono, un gato y una serpiente, recreando un antiguo ritual romano reservado a los reos culpables del parricidio.

Dos tramas paralelas, una encabezada por Q. y otra por David Grau, forman la trama, en la que Ferrán Caballero, “el prototipo de político que el país ha dado”, tiene un papel fundamental.

“Ferrán Caballero es mucha gente, es un político como docenas que yo he conocido”, apunta Braulio, quien responde en boca de sus alter ego literarios sobre la política actual en su comunidad: “Q. pensaría que no ha cambiado nada, y David Grau estaría más ilusionado y pensaría que sí, que hay esperanza”, cuenta.

Él ha decidido dejar de contar verdades que parecían mentira, según explica, porque en ocasiones cuando escribía un titular como periodista tenía “la convicción de que nadie lo leería”, y ahora, en la ficción puede contar “mentiras para decir verdades”.

Entre risas trata de entender el momento en el que la Policía detuvo al Delegado del Gobierno de la Comunidad Valenciana, Serafín Castellano, “es decir, la Policía deteniendo a su propio jefe”, recuerda.

Más fácil le resulta crear historias de su propia pluma bajo el prisma de hechos históricos y verídicos que hayan sucedido, y al final de eso trata esta novela, “un reflejo del tiempo y de la sociedad”.

“En treinta años hemos pasado de tener miedo al terrorismo a tener miedo de la corrupción”, dice, y aunque no califica la suya como una “novela de corrupción”, sí reconoce que habla de ello porque “es una herramienta más de poder”, explica.

“No hemos sido los únicos de esta locura. Estos casos de corrupción sufridos en Valencia no han sido más grandes ni más numerosos que en otros sitios como en Madrid la Gürtell o en Andalucía los EREs”, defiende el autor valenciano, para quien “con la motivación adecuada cualquiera puede ser un canalla”.

Con la referencia de la que define como “la gran dama” de la novela negra, Patricia Highsmith, al frente, y con alusiones a Paul Auster o Rafael Chirbes, Braulio pinta su ciudad en una novela que bien podría estar situada “en Seseña o en Andalucía”.

“Con Madrid y Barcelona como grandes ciudades, la Comunidad Valenciana intentó subirse al carro con la Copa América o la Fórmula 1, y le salió mal; pero la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia es el edificio más visitado después de la Alhambra de Granada”, concluye.

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