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El día que los geek se convirtieron en superhéroes

Big hero 6

Pedro Moral Martín

Hubo un tiempo en el que los geeks (tipos obsesionados con la tecnología y la informática o frikis, si se prefiere) eran tipos marginales, seres que se escondían en el fondo de un armario, asociales, vengativos, envidiosos y verdaderos pringados. Hubo un tiempo en el que los directores de cine los utilizaban como motivo de gags, personajes secundarios que servían para aliviar tensiones y desatar risotadas a su costa. Hoy ya no nos reímos de ellos, en todo caso nos reímos con ellos.

Llevamos varios años siendo espectadores de la revolución de estos personajes, protagonizan series, películas de todo tipo: de amor, de superhéroes… sin embargo, están a punto de romper otra barrera más, están a punto de ser los guías de una jovencísima generación de cinéfilos y potenciales genios (o simplemente empollones, si nos ponemos en lo peor). Resulta que Disney ha decidido hacerles protagonistas de su última película, Big Hero 6.

No es casualidad que la productora de cine infantil sea la más poderosa de la industria. El año pasado revitalizaron y de paso modernizaron los cuentos de princesas con Frozen, que sigue estando hasta en la sopa –la directora pidió perdón a los padres que hoy todavía tienen que soportar a sus criaturas cantando las canciones una y otra vez-, y este año ha tocado sumarse a la moda geek y la de los superhéroes. Dos ingredientes que convierten la cinta en una imparable máquina de hacer dinero. Pero más allá de los intereses lucrativos de Disney están las consecuencias educativas y culturales de su último filme.

Big Hero 6 no sólo es una película entretenida, un filme que sigue la estela de Pixar intercalando momentos de gran sensibilidad con secuencias de acción, también es la fábula definitiva. La cinta la protagoniza un carismático niño prodigio de 14 años que es todo un genio de la tecnología y cuyo sueño es entrar en la Universidad. Los personajes secundarios son universitarios sobresalientes cuyas capacidades tecnológicas innatas varían de uno a otro. En resumen, la última película de Disney la protagonizan empollones cuyas habilidades con la tecnología les convierten en auténticos superhéroes. ¿Quién asumirá ahora el papel de pringado de instituto?

Cuando el mundo no estaba preparado

“Soy el Sherminator, una sofisticado robot sexual enviado a través del tiempo para cambiarle el futuro a una mujer afortunada. Has sido elegida para la sherminación”, esta frase viene de uno de los geeks más excéntricos de los últimos años. Este tipo obsesionado con Terminator fue la esperanza de todos los nerd que pertenecieron a la generación de American Pie, y que al final conseguía acostarse con la chica. Aunque resultó ser mentira, durante más de una década el friki siguió condenado al onanismo.

Los geek no sólo estaban salidos, también eran seres vengativos. Mientras que todos los asistentes de la fiesta que se organizaba en la terrible película Ya no puedo esperar, con una jovencísima Jennifer Love Hewitt, intentaban pasárselo bien, el personaje de Charlie Korsmo tenía un objetivo claro, humillar al atleta que le había estado torturando todo el curso. Al final se convertía en el alma de la fiesta, pero su mezquindad ya había dejado huella.

A pesar de todo, son geniales como camaradas del protagonista, que siempre es menos raro y más audaz. En el caso de Wayne’s world ¡Qué desparrame!, El personaje de Mike Myers no se sostiene sin su inseparable secuaz, el inventor de gadgets más popular de Illinois interpretado por Dana Carvey.

El otro gran inventor de gadgets es Richard 'Data' Wang, de la revaloradísima cinta de los 80, Los goonies. El personaje de Jonathan Ke Quan parece un auténtico inútil al principio pero sus aparatos, que construye el mismo, acaban salvando la vida de sus compañeros en la difícil empresa de conseguir el tesoro de Willy el Tuerto. El público empezaba a amarlos pero el protagonismo se les estaba vetado, Los cazafantasmas no hubieran funcionado sólo con los inventos del parapsicólogo interpretado por Harold Ramis ni Regreso al futuro con las ideas de Doc.

De reyes de la comedia a salvadores de la humanidad

Judd Apatow tuvo la maravillosa idea de apartar a los geek de ese segundo plano para convertirlos en auténticos reyes de la comedia norteamericana. Supersalidos triunfó donde los hermanos Farrelly fracasaron. La deslenguada cinta de Apatow sobre tres inadaptados que viven su periplo personal para conseguir comprar bebida para una fiesta donde les esperan las chicas de sus sueños marcó el inicio de una nueva era donde el geek, o el nerd, o el pringado era el héroe, el tipo gracioso, el personaje con el que te conseguías identificar. El secreto del éxito de Apatow son los deliciosos diálogos y la excentricidad de unos personajes que por dentro son pura sensibilidad. Definen a una generación, esa que tiene pánico a pasar al mundo adulto.

La última conquista del universo geek han sido los superpoderes, o casi. Porque uno de los nerds más famosos de Marvel, y el auténtico culpable de que cada semana estrenen una película sobre superhéroes, es Ironman que no tiene poderes especiales, sólo una inteligencia descomunal que le permite construirse sus propios supergadgets. Ser Superman es imposible pero ¿quién sabe si algún genio de la robótica podrá algún día crear su propio Ironman? El mensaje es este, lo puede ser cualquiera.

Disney ha rescatado la misma idea de otro cómic de Marvel. Una panda de empollones con un robot enfermero (será la sensación de las navidades) capaz de ser tan amoroso como letal. Y la diferencia con los superhéroes normales es que no están destinados por arte de magia a salvar el mundo, ellos son dueños de su propio destino. Nadie les ha dado poderes ya que la inteligencia hay que educarla. Así se las gastan los geeks de las nuevas generaciones.

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