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Sobredosis de psicodelia nipona

Tres músicos, muchas bandas: bienvenidos al circo de Acid Mothers Temple SWR

Luis J. Menéndez

En la que hasta hoy es la Biblia occidental sobre la psicodelia japonesa, Japrocksampler, su autor Julian Cope sitúa las raíces del género en los años inmediatamente posteriores a la II Guerra Mundial, cuando un Japón ocupado por las fuerzas norteamericanas se empapó súbitamente de la efervescente cultura yanqui. En ese caldo de cultivo y de la mano del famoso milagro económico nipón y el incremento desaforado del consumo, comenzaron surgir en la isla los primeros grupos de rock’n’roll y surf instrumental paralelamente a una serie de workshops experimentales como Jikken-Koubou o compositores fascinados por la concrete music como Toshiro Mayuzumi, retornado a Tokio tras formarse en París junto a Pierre Schaeffer.

Esa dicotomía entre lo popular y lo experimental junto a la huella cultural norteamericana se han convertido con el paso del tiempo en marca de la casa de la producción musical del país del sol naciente, con Yoko Ono como cabeza visible, y un underground compuesto por bandas de psicodelia pesada y noise de los 70 -Flower Travellin’ Band, Les Rallizes Denudés, Far East Family Ban, Taj Mahal Travelers- o los que llegaron después desde presupuestos aún más extremos: Fushitsusha, Friction, Merzbow, High Rise.

Acid Mothers Temple, embrión de la mayor parte de proyectos musicales que se desplegarán ante el público de Madrid y Barcelona este fin de semana (viernes 17 sala El Sol de Madrid y sábado 18 en Almo2bar de Barcelona), son aún sin pretenderlo descendientes directos de aquellos grupos y su actitud artística y vital. Formados hace dos décadas alrededor de la figura de Kawabata Makoto -veterano de las seis cuerdas y el rollo experimental que había formado parte de diferentes grupos desde finales de los 70- la formación ha ido mutando en función de las circunstancias y con ella el nombre del grupo. Bajo una de sus últimas reencarnaciones, Acid Mothers Temple SWR, posiblemente la más prolífica y dinámica a la hora del directo, se han embarcado en una suerte de tour infinito que les ha traído en numerosas ocasiones en los últimos años por España.

En todas ellas se han mostrado infalibles en lo suyo: mantras de psicodelia embrutecida que se van hasta los 20 minutos, con un Makoto desatado en su papel de Jimi Hendrix kamikaze, descolgándose por las torres de luces del escenario o torturando su guitarra con cuantos artefactos encuentra a su paso. Respaldado por Tsuyama Atsushi y Tatsuya Yoshida al bajo y la batería, Makoto consigue recordarnos que hace un tiempo el rock llegó a parecer peligroso.

Makoto oye drones

Al echar la vista atrás Makoto jamás ha reconocido la cosanguinidad con sus ascendientes japoneses. Crecido en la ciudad de Osaka y curtido en esto de la música de forma autodidacta, Makoto rememora no sin sentido del humor sus orígenes entre referencias a la actuación de Stockhausen en su ciudad con motivo de la Expo de 1965:

“Desde que era joven he escuchado esos hermosos sonidos fantasmales en mis oídos. Estaba totalmente convencido de que se trataba de ovnis intentando comunicarse conmigo y cuando aparecían en mi cabeza corría a la ventana para intentar vislumbrarlos. El otro gran shock que recuerdo fue cuando por vez primera escuché música de la India por televisión: estaba muy cerca de los sonidos que llevaba escuchando en mi cabeza desde crío. Pensando en ello con perspectiva, creo que escuchar aquellos drones en cierto modo arruinó mi vida”.

La formación de Acid Mothers Temple en 1995 le permitió de una vez por todas dar salida a sus obsesiones musicales: el hard rock pesado de bandas como Blue Cheer o Hawkwind, la electrónica avant-garde y -la aportación de su futuro compañero Tsuyama Atsushi- el folk psicodélico que se practicaba en Francia, Gran Bretaña o en el área mediterránea de nuestro país.

Obviamente con esos planteamientos hay un algo anacrónico no sólo en el sonido sino también en la filosofía vital de esta tribu en perpetuo movimiento.

“Uno de los miembros de lo que llamamos el Acid Mothers Soul Collective es granjero. Otro no ha parado de viajar a través del desierto de Australia y ha vivido con los aborígenes, otros suelen estar perdidos en India. Un tercero formaba parte de la mafia Yakuza hasta que dejó aquello para atravesar Japón en busca de sirenas. Respetamos profundamente las vidas del resto e intentamos no menospreciar al resto de miembros del colectivo. Los miembros de Acid Mothers Temple tenemos casas a lo largo y ancho de Japón y contamos con la libertad para ir y venir. Así que no se puede decir que seamos una comuna en el estricto sentido de la palabra, a la manera de las bandas hippies de los 70, todos viviendo en el mismo espacio. Nuestro eslogan es sencillo: ‘Si quieres hacer algo, no te detengas’. El resultado de esa filosofía es que hemos perdido dinero y concebimos la sociedad como un todo, pero somos ricos en tiempo y libertad”.

Empanada de psicodelia nipona

Íntimamente relacionado con ese pensamiento, el concepto de este Japanese New Music Festival es diferente de lo que por aquí entendemos por “festival”, de la habitual sucesión de bandas en directo con poco o nada que ver entre sí. En esta ocasión el concierto se convertirá en realidad en una suerte de variantes estilísticas y de formación entre los tres músicos que forman Acid Mothers Temple SWR ¿Resultado? Una verdadera empanada de psicodelia y virtuosismo aberrante que augura momentos cercanos a la boutade sonora junto a otros de verdadera inspiración trascendental. Lo que podrás ver:

Acid Mothers Temple SWR

Ahora mismo la formación más dinámica de las diferentes variante englobadas bajo los diferentes nombres de Acid Mothers Temple. No hay fallo, la forman los dos componentes históricos, Kawabata Makoto (guitarra) y Tsuyama Atsushi (bajo) junto a una bestia parda a la batería, el 50% de Ruins Tatsuya Yoshida. Desbarre rock como pocas veces has visto.

Zubi Zuva X

Los mismos tres reconvertidos en trío vocal. Y ríete tú de los Platters.

Akaten

Yoshida Tatsuya y Tsuyama Atsushi haciendo canciones utilizando cremalleras, tijeras o cualquier cacharro que tengan a mano como instrumento.

Zoffy

Kawabata Makoto y Yoshida Tatsuya entregados a una suelte de folk cósmico a caballo de la ópera japonesa y la música tradicional de la India.

Ruins

Dúo de guitarra y bajo que se encuentra entre las más reputadas formaciones del avant nipón de los últimos 25 años. Aunque en realidad y tras pasar diferentes bajistas por el grupo durante la última década Yoshida Tatsuya ha reducido sus shows a su sola presencia tirando de looperas y un brutal dominio de la batería.

Psyche Bugyo

Entre el free jazz y lo progresivo, es un proyecto en solitario de Tsuyama Atsushi, aunque cuando la ocasión lo permite (que teóricamente no va a ser el caso) suele tocar acompañado de banda. De lo más ortodoxo del lote.

Tsuyama Atsushi

Cuando Tsuyama Atsushi se enfrenta al público bajo su propio nombre tira de guitarra acústica para dar rienda suelta a una de sus grandes pasiones: el folk ácido europeo.

Kawabata Makoto

Su faceta en solitario le permite explayarse en las texturas, el ambient triposo y las diferentes posibilidades sonoras de la guitarra eléctrica. ¿Veremos OVNIs? Él seguro que sí.

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