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Este blog se ocupará de las series más influyentes del momento, recomendará otras que pasan más desapercibidas y rastreará esas curiosidades que solo ocurren detrás de las cámaras.

'Olive Kitteridge': borde y sentimental

Frances McDormand, protagonista de 'Olive Kitteridge'

Miriam Lagoa Vidal

Las miniseries de HBO siempre son el referente y el rival a batir. Son el ejemplo de lo que debería ser un relato televisivo condensado en pocos capítulos, al margen de la moda de remakes cinematográficos y series evento que vivimos ahora, y son las grandes favoritas si hablamos de ceremonias de premios, sobre todo de unos Emmy que en los últimos años se han visto desbordados por el número de candidatas y las estrategias de algunas cadenas para colocar a sus series en la mejor posición.

Al margen de modas y sorpresas, las miniseries de HBO son una apuesta casi segura. Defienden la imagen de marca de la cadena estadounidense y son un modo de entender la ficción televisiva que se rige por la factura impecable y un tipo de relato que aspira a perdurar en el tiempo. Su última perla es Olive Kitteridge, una miniserie de cuatro capítulos emitidos en EEUU en dos noches consecutivas y que a partir del jueves llega a Canal Plus 1 (dial 30 de Movistar TV).

Antes de sumergirse en su historia, hay dos cosas que llaman la atención de Olive Kitteridge: su reparto lleno de caras conocidas encabezado por Frances McDormand y Richard Jenkins y estar basada en la novela homónima de Elizabeth Strout, ganadora del Pulitzer en 2009. Frances McDormand ejerce de productora y protagonista, un papel que reivindica como esos que ya no es capaz de encontrar en el cine, de la dirección se encarga Lisa Cholodenko (Los chicos están bien) y la producción se puede permitir hasta tener a Martha Wainwright poniendo música en vivo a algunas escenas.

El personaje que da título a la miniserie es una profesora de un pequeño pueblo de Maine, que en la primera escena está a punto de quitarse la vida. A partir de ahí el relato va intercalando escenas en tiempo presente con flashbacks para ir desvelando los motivos que la han llevado a tomar esta decisión tan drástica.

La vida de Olive Kitteridge es un relato río en el que se van intercalando las pequeñas historias de los personas que se han ido cruzando con esta mujer borde, estricta, aparentemente insensible pero también tremendamente frágil y sobre todo profundamente triste. Tiene un marido que es un buenazo y que se desvive por ella a pesar de todo, un hijo que busca desesperadamente su aprobación y vive rodeada de unos vecinos a los que detesta, salvo contadas excepciones, que la temen y que saben cómo mantener un distancia prudencial para no recibir un comentario sarcástico o una respuesta cortante como el cuchillo más afilado.

Olive Kitteridge es uno de esos personajes con los que es difícil empatizar, por lo menos al principio, pero también uno de esos con los que terminas solidarizándote una vez que conoces su ciclo vital y el duro bagaje emocional con el que tiene que cargar. Conoce de cerca la pena, la soledad y la frustración y aunque su modo de comunicarlas sea a través de comentarios sarcásticos, miradas heladoras y silencios incómodos, el espectador no puede dejar pasar la oportunidad de entrar en su vida como observador e ir separando poco a poco las capas bajo las que se esconde la verdadera Olive Kitteridge.

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