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Cuando trabajar en Telepizza parece un lujo: subcontrato de repartos y precariedad total en Deliveroo o Glovo

Un 'rider' de Deliveroo en una imagen de archivo.

Laura Olías

Llega a tu puerta en moto o bici, incluso andando y en transporte público, con la comida lista para servir. Puede ser una persona que trabaja con un contrato laboral, que reparte como autónomo o al que le pagan en negro. El reparto de comida a domicilio va en ascenso en los últimos años, con cada vez más presencia de las plataformas digitales como Deliveroo, Glovo o Just Eat. Al repartidor tradicional, como el de Telepizza y otras cadenas que apostaron desde hace años por las entregas de pedidos en los hogares, se suman en algunas ciudades los llamados riders de las empresas digitales, cuyo modelo laboral está siendo investigado y ya ha sido sancionado por la Inspección de Empleo. “En Deliveroo han dicho incluso que esto es un hobby. No, es un trabajo y solo les importa explotarte”, critica José*, exrider de la empresa británica.

Javier, de 20 años, trabaja en Domino's Pizza haciendo repartos en un municipio madrileño y tiene un contrato laboral temporal. “De 15 horas semanales, aunque generalmente puedes hacer más. Según el contrato, podemos hacer más horas según como estén los puntos de venta, pero no más de 40”, explica. El salario combina varios factores: “Cobramos 4,85 euros la hora, más 40 céntimos por pedido y luego los complementos de 10 céntimos por nocturnidad a partir de las diez de la noche y de 20 céntimos a partir de las doce”. Al final de mes el sueldo varía bastante, pero en su caso es de unos “300 euros, otras veces he cobrado 260... depende”. El joven eligió este empleo para poder cobrar algo de dinero mientras continúa formándose. “Te permite estar estudiando a la vez, o tener libres las mañanas, y trabajas sobre todo el fin de semana”.

Este era hasta ahora el perfil más habitual de repartidor, explican en UGT. En su mayoría, chicos jóvenes que optaban por este tipo de empleos para poder compaginarlos con sus estudios y obtener unos ingresos. Miguel Justribó, director de Comunicación Corporativa de Telepizza, corrobora que el perfil más habitual de sus más de “7.000 repartidores” es el de estudiantes que “acceden por primera vez al mundo laboral. Hay mucha gente que nos dice 'mi primer trabajo fue en Telepizza'”, cuenta. Según el directivo, hay opciones de promocionar dentro de la empresa: “El director general para Europa es alguien que empezó de repartidor”.

Aunque no detalla el sueldo por hora, por las diferencias según los casos, Justribó afirma que “hay un salario base al que se suman pluses de nocturnidad, calidad del servicio, fines de semana...”. En el caso de esta cadena, el reparto de pizzas a domicilio “fue la seña de identidad de la compañía hace 30 años” cuando este servicio no era habitual y continúa manteniendo sus repartidores “en plantilla, con contratos laborales, y siempre les damos la moto”. Si sus trabajadores sufren algún accidente durante sus turnos, la empresa responde por ellos, asegura.

En el caso de Domino's Pizza, Javier vio cómo funciona su protocolo en el caso de un compañero. “Bajando la moto al taller se escurrió, cayó con las manos y se fisuró el escafoides. Fue nada más empezar, el primer mes de contrato es de prácticas, en el que te pueden echar”, cuenta. Este repartidor “estuvo un mes y medio de baja, cobró el sueldo de las 15 horas semanales y un plus de 90 euros. No sé si esa cantidad siempre es la misma, pero en su caso fue así”.

Nuevos perfiles que llegan con los 'riders'

Si algunos repartidores tradicionales critican los sueldos bajos que cobran, los riders de las plataformas digitales denuncian la nula protección social y la laboralidad encubierta tras su discurso amable y su modelo de trabajo, sustentado en trabajadores autónomos. Ellos tienen que proveer la bici o la moto, que facilitar su móvil para trabajar usando la app de la empresa de turno, y asumir los gastos de impuestos. La aplicación actúa de intermediaria entre los restaurantes y los consumidores, facilitando que sus riders lleven los pedidos de un punto a otro. El modelo de negocio que convierte a estos trabajadores en precarios digitales se repite de manera similar en empresas como Deliveroo, Glovo, Uber Eats y Stuart, denunciadas ante la Inspección por la Intersindical y UGT.

Lo primero que destaca Carlos Gutiérrez, secretario de Juventud y Nuevas Realidades del Trabajo de CCOO, es que “no creemos que sean trabajadores autónomos, no es una relación mercantil. Las plataformas dicen que se dedican solo a la intermediación, pero consideramos que no, que son empresas de distribución y transporte”.

Por parte de UGT, que tiene abierta una vía de comunicación para los trabajadores de este tipo de plataformas (Tu respuesta sindical)Tu respuesta sindical, comparten esta interpretación. Rubén Ranz explica que con la entrada de este tipo de apps en el reparto a domicilio –que se han hecho con el 12% del mercado– detectan nuevos perfiles entre los repartidores: la motivación para elegir este trabajo es “fundamentalmente la necesidad, no es para pasar el rato, que es una de las grandes mentiras que venden desde estas empresas”.

Ranz añade que en UGT han detectado un número muy elevado, “un 70%”, de repartidores inmigrantes que acuden a esta vía de contratación por su facilidad de acceso. Entre los casos estudiados, en Glovo el sindicato tiene constancia de que hay personas que “se alquilan las cuentas entre ellas y los más precarios van andando o en metro para hacer los pedidos”. Con este sistema, los que tienen la cuenta con la plataforma se llevan una parte y el resto se lo da al repartidor que han 'subcontratado'. “Cuando tienen dinero suficiente, estos se compran una bici o alquilan una de BiciMAD (servicio de alquiler público de bicicletas en la capital). Es un tema complicado, son situaciones de necesidad”, explica.

Este nuevo perfil más precarizado también lo ha detectado José. “Antes había más jóvenes, pero cuando se movilizaron en Barcelona y Valencia, por ejemplo, echaron a mucha gente. Ahora hay muchos padres de familia que utilizan este trabajo para que coman sus hijos, no como un complemento salarial”, cuenta el exrider.

Tarifas que “fomentan la división y la peligrosidad”

Diana Morato, directora general de Deliveroo en España, defiende su modelo destacando “la flexibilidad” de los trabajadores, más de mil repartidos por nueve capitales de provincia y algunas pequeñas localidades limítrofes: “Es totalmente flexible, no tienen que dar explicaciones de las rutas que siguen, van por donde ellos quieran y no llevan uniformes”. Para los repartidores tradicionales, destaca Morato, “sería impensable” rechazar un pedido, pero según el sistema de Deliveroo, los riders señalan qué horario tienen disponible y dentro de ese margen “pueden hacer los pedidos que quieran”.

El salario medio es de “10 euros la hora más IVA” –sostiene Morato– por encima del que cobran otros repartidores tradicionales, por lo que considera que su modelo “no está alimentando a la precariedad”, como les acusan. “Lo que puede pasar es que en España hay una realidad complicada a nivel laboral y nosotros damos una opción para generar ingresos, que es flexible y da más opciones a la gente”.

José, que trabajó para Deliveroo en Valencia y colabora con el movimiento RidersxDerechos, critica que la empresa “tienen muy buen marketing, te dicen que 'colaboras', no que 'trabajas' con ellos. También lo visten como un tema ecológico, que fomentan el uso de la bici... Todo mentira, lo que premian con su sistema de excelencia es la eficiencia, que no la consigues si vas en bici sino repartiendo en moto y haciendo muchos pedidos”. Tanto el exrider como UGT señalan las largas jornadas diarias que emplean muchos repartidores de estas plataformas y su reticencia a rechazar los pedidos que les asignan para que “no les penalice” el sistema que adjudica las horas. Los puntos de excelencia como riders les da acceso a elegir el horario de manera prioritaria.

“Los grados de sacrificios son tremendos: la gente acaba trabajando 10 horas diarias. Ese es el caso de la mayoría de las personas a las que les va bien. A los que no hacen eso, no les va bien”, lamenta José. Además, lamenta que este sistema está logrando dividir a los repartidores: “No son tus compañeros, son tus competidores. Que al otro le vaya mal significa que a mí me va mejor. Es una táctica de la empresa para dividirnos y lo están consiguiendo”.

El joven, estudiante de un máster, apunta que es muy difícil explicar el sistema de cobro de Deliveroo “porque lo cambian cada mes”. En general, cobran un fijo por pedido (“3,38 euros”, dice) a lo que hay que sumar algunos pluses según el “plan de tarifas adicionales de cada momento”. Estos premian las horas puntas, es decir, los fines de semana por la noche. El último plan de febrero, al que tuvo acceso el exrider, establece que “cada dos semanas, por cada 25 pedidos te dan 30 euros adicionales, y por cada 30, ganas 100 euros más”. Este gran escalón, de 70 euros por solo cinco repartos más, es un ejemplo “de los incentivos que fomentan que haya que arriesgarse y el trabajo a destajo”.

Rubén Ranz también alerta de la peligrosidad de los “pluses por lluvia” que ofrece Glovo, que impulsa que más riders repartan con condiciones meteorológicas adversas. “En Stuart, les dicen el tiempo en el que deben hacen el pedido. 'Esto lo tienes que hacer en 8 minutos', por ejemplo, lo que supone que tienes que saltarte semáforos” –critica el representante de UGT– “y, si no lo hacen, les mandan un mensaje de que no están trabajando bien, que es importante su compromiso... Son pruebas de que existe una dependencia absoluta de los trabajadores”.

Y los accidentes llegan tarde o temprano, sostienen desde la organización. “En Tu respuesta sindical hemos detectado que a partir del sexto mes todos los que van en bici han tenido algún accidente de trabajo”, cuenta Ranz. Como son trabajadores autónomos, la empresa no cubre ningún tipo de accidente, aunque algunas plataformas como Glovo y Uber Eats están poniendo en contacto a sus riders con algunas aseguradoras. Desde UGT advierten que muchos riders no se dan de baja para no perder reputación en el sistema y que la app les siga asignando horas de trabajo. Un repartidor que iba en moto y sufrió un accidente, cuenta Ranz, tuvo que ser intervenido en una oreja “y se dio de alta antes, porque no podía permitir estar sin trabajar. Es un sistema muy pernicioso y muy peligroso”.

José cree que si no cambian las reglas para estas empresas digitales, sus responsables seguirán beneficiándose y los pedidos llegarán puntuales a nuestras puertas. Aunque los riders cambiarán de rostro. “Este trabajo es muy sacrificado: te explotan hasta exprimirte, hasta que al final te cansas. Porque es eso, al final te cansas y te vas, no se puede aguantar mucho tiempo. Así va la cosa”.

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*Los nombres de los trabajadores, José y Javier, son ficticios, para preservar su anonimato.

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