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Sigue, la juerga sigue

Robe Iniesta, de Extremoduro, en el concierto reciente de Cáceres

Tomás Martín Tamayo

La Junta de Extremadura, Gobex para los ocurrentes, convocó oferta pública para 306 plazas en turno libre de personal laboral, pero el Tribual Superior de Justicia de Extremadura ordena la paralización del proceso porque incumple normas básicas del convenio colectivo. ¿Qué sentido tiene empecinarse en mantener la convocatoria de unas oposiciones cuestionadas por el TSJEx? Es un “erre que erre” tan esperpéntico que, para encontrar alguna razón lógica, hay que pensar en un interés concreto por parte de la Junta, más allá de una necesidad apremiante para cubrir esas plazas. Hay quien sostiene que esas 306 plazas tienen nombre y apellidos, pero aunque el interés de la Junta fuera tan torticero, resulta que ni el propio consejero de Administración Pública se atreve a garantizar que los primeros exámenes puedan realizarse antes de mayo, mes de las próximas elecciones autonómicas.

¿Están seguros de ganar las elecciones y por eso mantienen la convocatoria o están seguros de perderlas y precisamente por eso se empecinan en seguir adelante? En este caso, que es el más probable, sería una forma de dejar la administración “minada” de propios al que asumiera la responsabilidad del gobierno en la siguiente legislatura. Algo tan alambicado y delirante que cuesta creer, a pesar de saber que en el autollamado “gobierno de los mejores” todo es trompetería electoral, cohetería barata y que está en manos de un personajillo que se dedica a vender relojes vacíos y con las agujas pintadas sobre el cristal. Aún no teniendo sondeos electorales de solvencia que puedan aportar hoy una tendencia fiable, parece poco probable que la conjunción de los astros Monago-Escobar pueda repetirse dos veces en cuatro años. Lo normal, dentro de lo anormal que a veces resulta la política, es que Monago pague un alto precio electoral por sus desvaríos ideológicos y ocurrencias de “tienda cien”, y que IU, de la mano de su actual coordinador regional, tenga serias dificultades, incluso para lograr el 5% de los votos necesarios para optar al reparto.

¿Tiene sentido haber ido de machitos en la contención del déficit en el presupuesto anterior y mostrar 12 meses después esta “cagalera” despilfarradora, superando incluso las cotas de la prudencia? Ir de “guay”, enmedallando a Extremoduro y gratificándole con 100.000 euros para que nos promocione en sus giras, es tan estrafalario e inútil como darle 25.000 euros a Huecco para que haga lo propio en su periplo por Sudamérica, donde solo tiene garantizada una actuación. ¿Se mitiga nuestra agónica situación de paro quemando casi un millón de euros para codearse en una noche de Ceres con la farándula, mientras se da carpetazo a la promoción de las artes escénicas propias? Sigue, la juerga sigue y va a continuar hasta el último día de esta feria, porque ya, a la desesperada, se han quedado sin tiempo para cambiar un rumbo gilipollezco que nos ha dejado en alta mar y con mar picada a todos los extremeños, mientras ellos, los novios y sus invitados, siguen brindando con champán en el camarote del capitán. En apenas unos meses la parejita tendrá que conformarse viviendo del recuerdo y acudir al melancólico “con lo que yo he sido…” Después se lamentarán de que no los supimos entender o, lo que es peor, que no supieron comunicar sus bondades.

La última bondad es anunciar un aeródromo en Cáceres, con una inversión de cuatro millones y medio de euros, mientras amenaza con cierre el aeropuerto de Badajoz. ¡Menos mal que hemos logrado subir a lo más alto del cajón, haciendo de Cáceres la capital de la gastronomía! Hasta puede que parte de esas exquisiteces gastronómicas lleguen a los comedores sociales, porque en todos los banquetes nupciales hay sobras.

Este y otros artículos de Tomás Martín Tamayo los puede leer también en su blog 'Cuentos del día a día'

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