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Jesús Carrasco: “Para mi segunda novela prometo intensidad y tensión en el lenguaje”

Jesús Carrasco

Mercedes Barrado Timón

La primera vez que entrevisté por teléfono a Jesús Carrasco (Badajoz, 1972) ya sabía que era un excelente escritor y que su primera novela ‘Intemperie’ iba a ser el éxito editorial de 2013. Pero lo que aprendí enseguida, además, fue que la honradez intelectual y el respeto rigen su comportamiento con los demás y que eso hace de él una persona de fiabilidad a prueba de bomba.

Cuando contacté con él aquella primavera, se disculpó por no poder hacer la entrevista en aquel momento puesto que tenía una comida apalabrada, pero me aseguró que él mismo me llamaría en cuanto terminase con aquel compromiso previo. Recuerdo que colgué el teléfono mirando el auricular con cierta desazón y pensando que, seguramente, se le olvidaría y yo tendría que volver a intentar más adelante que descolgase aquel número continuamente ocupado.

Para mi sorpresa, unas pocas horas después, Jesús Carrasco me devolvía la llamada y se aprestaba a someterse a las preguntas que yo quisiera hacerle.

Más de un año después, he vuelto a marcar aquel teléfono con la sospecha de que el escritor a quien el éxito había robado la tranquilidad se habría desecho de un número “quemado” por su inclusión en numerosas agendas periodísticas. Pero, qué va, atento y calmado como siempre, Jesús Carrasco aparece al otro lado de la línea y no duda en aceptar un cuestionario de preguntas que devuelve con presteza ya contestado.

El escritor extremeño afincado en Sevilla continúa escribiendo su segunda novela y permanece a la expectativa de cómo vaya a desarrollarse el proyecto de llevar al cine su éxito ‘Intemperie’. Ha conseguido equilibrar la tranquilidad que necesita para escribir con las numerosas peticiones de que apadrine actos públicos relacionados con el libro.

Hace pocos días, su intervención abrió en Badajoz el Congreso Nacional de Bibliotecas pero después volvió rápido a Sevilla y a sus lecturas, que en los últimos tiempos se han centrado en la escritura de otro autor extremeño, Luis Landero.

El tesoro está en las bibliotecas

Jesús Carrasco se ha propuesto entregar a su editor “el mejor libro que sea capaz de escribir” y admite que sólo es pesimista cuando comprueba que nadie piensa en la sostenibilidad a largo plazo de nuestro planeta.

-Estuvo en Badajoz para participar en la apertura del VII Congreso Nacional de Bibliotecas y dijo que no concibe a la sociedad sin bibliotecas, que son “un tesoro social” y fundamentales para que todos avancemos. ¿Qué papel han jugado las bibliotecas públicas en su vida? ¿O ha sido más importante su propia biblioteca personal?

-El papel de las bibliotecas públicas en mi vida ha sido determinante. Yo debía de tener 8 o 9 años cuando tomé por primera vez un libro prestado de una biblioteca pública, concretamente de un bibliobús. Tendrían que pasar casi quince años para que yo empezara a formar lo que ahora es mi biblioteca personal. Hoy, con 41 años, sigo acudiendo a la biblioteca a escribir.

-¿Cuándo tuvo consciencia de estar comenzando a construir una biblioteca propia?

-La primera vez que compré un libro con ánimo de conservarlo. Recuerdo que fue un poemario de Alfonsina Storni que adquirí en la boca del Metro de Ciudad Universitaria en Madrid en 1995. Era una edición baratísima de Editores Mexicanos Unidos que todavía conservo.

La isla del tesoro

-¿Se acuerda de cual fue, en su caso, ese libro que le marcó en la adolescencia?

-El que recuerdo con más cariño es, sin duda, La isla del tesoro, de Stevenson. Pero también El cementerio de animales, de Stephen King. Pasé miedo leyéndolo y eso me gustó. Uno que me inquietó mucho fue La plaza del diamante, de Mercè Rodoreda.

-Es hijo de maestro. ¿Se inició en la escuela su afición por la lectura o fue un lector más tardío?

-Tuve un maestro, don Juanjo, quizá el mejor que he tenido en mi vida, que nos leía relatos de Poe cuando teníamos 6 o 7 años. Había en aquella escuela del pueblo una biblioteca que cabía en un armario. Allí leí, entre otros, Las aventuras de la mano negra. Ahora se lo leo a mi hija y le encanta. En todo caso, la afición por la lectura como una actividad cotidiana e importante en mi día a día se consolidó más tarde, casi entrando en la universidad.

-¿Qué relación tiene con los libros? Es de esas personas que no pueden separarse de ellos una vez leídos o prefiere donarlos a amigos y conocidos?

-Me gusta comprar libros y tenerlos en casa. Leo con un lápiz, tomo notas, subrayo, señalo erratas o aspectos de la traducción que no me gustan o que me chirrían. Cuando termino con el libro le busco un sitio en la biblioteca de casa dependiendo del placer que me ha deparado. Si me ha gustado, tendrá un lugar de fácil acceso, para poder verlo al pasar, sacarlo, releerlo, manosearlo y recordar los buenos momentos que me regaló. Si no me gusta, lo envío a los estantes superiores o a los que quedan a la altura de los pies. Para mí es importantísimo que los libros estén a la vista. Sentirlos siempre ahí. Que ocupen un lugar destacado de la casa.

-¿Anota los libros?

-Ya lo decía antes: cuando los termino ya no son los mismos.

-Vive en el centro de Sevilla. ¿No tiene problemas para alojar su biblioteca?

-Es que mi biblioteca no es la de Sánchez Dragó, que contiene, según él, más de 100.000 libros. La mía es mucho más modesta. En cualquier caso, si para hacer hueco hay que sacar de casa una silla, una mesita, o lo que sea, se saca.

-¿Lee mucho en libro electrónico?

-No tengo reader. Como decía, me gusta tener los libros a la vista y con el reader, lo único que ves es el dispositivo que, como objeto, a mí me deja frío. Lo que si hago es descargar muestras promocionales de libros que me interesan. Hago una primera cata y si me gusta lo que leo, me voy a la librería.

-¿Ha participado alguna vez en una ‘suelta de libros’?

-Hace años, en Madrid, cuando comenzó el fenómeno del bookcrossing.

Tiempo para escribir

-Le admiro. Es de esos escritores que nunca se queja de la gran cantidad de compromisos que le han surgido tras el éxito de Intemperie. Le solicitan por doquier entrevistas, artículos, participación en acontecimientos culturales diversos… ¿Le ayuda en su trabajo de escritura esa necesidad de sentarse a reflexionar para plasmar sus ideas y luego contarlas?

-Leyendo a Luis Landero he descubierto una cita de Pascal que dice que todos los infortunios del hombre vienen de no saber estarse quieto en un lugar. Mi infortunio, en este caso, sería no ser capaz de encontrar todo el tiempo que necesito para escribir. Ese tiempo debo repartirlo con estos compromisos de los que me habla. Últimamente voy siendo más selectivo con lo que hago para poder quedarme quieto en un lugar y escribir. En cuanto a las quejas, considero que no tengo derecho a ellas.

-2013 fue el gran año de Intemperie y de ajetreo para su autor. ¿Ha conseguido recuperar el sosiego en 2014?

-Sí, poco a poco. Como decía antes, voy aprendiendo a decir que no, que es la única manera de sosegarse.

Prometo intensidad

-Ya desde que apareció su primera novela, los periodistas empezamos a preguntarle por la segunda, pero usted ha conseguido mantener el misterio. Que si vuelve a repetirse la relación del hombre con la tierra, que si la naturaleza vuelve a ser telón de fondo… Pero no hemos tenido muchas más pistas. ¿Nos promete personajes tan inolvidables como el niño, el viejo o el alguacil?

-Prometo intensidad y tensión en el lenguaje. Prometo que entregaré a mi editora el mejor libro que sea capaz de escribir, lo cual es algo que solo me sirve a mí. Serán los lectores los que digan si es mejor o peor que Intemperie, si aporta algo o si es un libro prescindible.

-Creo recordar que la segunda novela ya estaba empezada cuando se publicó Intemperie. ¿Cuándo estará lista?

-Cuando considere que no puedo hacer nada más por ella. Soy de los que piensan que los libros no se terminan sino que se abandonan. No tengo prisa.

-¿Le da miedo defraudar las expectativas creadas por su primer libro?

-No. Yo no soy responsable de las expectativas de los demás. Mi única responsabilidad es escribir el libro que quiero escribir y hacerlo de la mejor manera posible. En ello estoy.

Intemperie en películaIntemperie

-Si no estoy equivocada, Morena Films compró ya el pasado año los derechos de Intemperie para el cine. ¿Sabe cómo marcha el proyecto?¿Participa usted en el mismo?

-En este momento el productor de la película está en Estados Unidos tratando de armar un proyecto internacional. Lo primero es encontrar al mejor director posible. Me mantengo en contacto con el productor, con quien tengo muy buena relación personal, pero más que nada para saber cómo va todo por allí. El cine no es mi lenguaje. Cuando el proyecto esté en marcha, mi idea es sentarme a ver cómo trabajan los demás.

-¿Es cinéfilo? ¿Se apunta al culto a las series de televisión que tanto ha crecido en los últimos años?

-Me gusta mucho el cine, pero tengo hijas pequeñas. Con eso creo que está dicho todo. Tengo muy poco tiempo libre y si tengo que elegir entre ver una serie y leer, leo. Aún así he visto algunas cosas en estos años y, francamente, algunas me han parecido impresionantes, narrativa y visualmente hablando.

-¿Hizo cola alguna vez para que algún escritor conocido le firmase un libro?

-No.

-¿Con qué escritor le gustaría tener una larga conversación?

-Con J. M. Coetzee. Aunque no sé si sería larga. Tengo la sensación de que es un hombre muy adusto y silencioso.

Medioambiente

-Suele atribuir a su infancia pasada en pueblos pequeños su interés por el mundo rural, parece que esa educación se ha transformado con el tiempo, en su caso, en consciencia medioambiental. ¿Se considera un ecologista militante?

-No sé si militante es la palabra. Soy una persona con una conciencia medioambiental muy clara. Para mí la protección del medioambiente debería ocupar uno de los primeros lugares en las agendas políticas, después del bienestar de las personas. Además, considero imposible conseguir ese bienestar a largo plazo para todos, los del norte y los del sur, si no hay una acción global dirigida a conservar el medioambiente y a disfrutar razonablemente de los recursos naturales.

-Parece que el ecologismo es otro de los movimientos perjudicados por la crisis económica. La necesidad de rentabilidades inmediatas vuelve a triunfar sobre un conservacionismo prudente y sostenible. ¿Es pesimista sobre el futuro del planeta?

-Soy una persona optimista en todo menos en esto que plantea. En cada Cumbre del Clima asistimos a los mismos remoloneos, declaraciones vacuas y palabrería de siempre. La conservación real y global del medioambiente es algo que debe preverse. Se toman decisiones hoy para lograr objetivos dentro de muchos años. En política, todos los sabemos, se toman decisiones cuyos resultados han de estar listos antes de las siguientes elecciones. El Planeta tiene ritmos que no son electorales. Nadie quiere comprometer su crecimiento de ahora, ni sus votos, por una sostenibilidad a largo plazo. Somos así de estúpidos.

Un compendio de maldad

-Probablemente tardaremos en encontrarnos un personaje tan miserable y corrupto como el del alguacil de Intemperie. ¿Le sugiere la profundidad de otra corrupción, la político-económica que sigue descubriéndose en nuestro país, alguna idea para una novela suya?

-La miseria que veo en el día a día supera, por desgracia, a un personaje de ficción como el del alguacil. Pienso en el abominable pederasta de Ciudad Lineal o en la trama de la Diócesis de Granada, por ejemplo. El alguacil es un compendio de maldad. Todas las esferas de su ser están podridas: la emocional, la social o la afectiva. La novela sobre todo esto que nos sucede y que a mí me gustaría escribir, si fuera capaz de ello, ya está escrita por Rafael Chirbes.

-Vive en Sevilla. ¿Qué pensó cuando el alcalde de su ciudad decidió en multar a quienes buscan en los contenedores de basura y lo argumentó en que los desperdicios depositados en la calle son una propiedad pública que le había sido encomendada? Y eso en la España del fiasco de Bankia o la Gurtel…

-Lo cierto es que no salía de mi asombro. Es kafkiano.

-Cree que, como el Javier Cercas Anatomía de un instante o El impostor, ¿podría usted llegar hacer ficción sobre los personajes y la realidad más inmediata?¿Puede resumir cual es en usted el proceso de construcción de un personaje?

-Creo que me costaría, aunque no lo descarto. En cuanto al proceso de construcción de personajes, al principio solo son pequeñas fichas, muy toscamente dibujadas, que cumplen una función en una trama. Se van definiendo por el juego de equilibrios que voy buscando a medida que la narración avanza y la historia se perfila. Me sucede con frecuencia que una parte importante de los personajes viene definida por lo que pasa alrededor de ellos, más que dentro de ellos.

-Una vez me dijo que el niño de Intemperie fue surgiendo de unos apuntes, de unas ideas esquemáticas contenidas en una libreta que suele llevar siempre encima. ¿Qué es lo último que ha escrito en ella?

-Algunas de las reflexiones que me ha provocado la lectura de El balcón en invierno, el último libro de Luis Landero. Un texto cargado de belleza y de poderosas imágenes extremeñas, entre otras muchas cosas.

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