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La crisis de Catalunya y el acuerdo presupuestario acercan a Albert Rivera a Rajoy y le alejan de Pedro Sánchez

Rivera exige al PSOE que no sea "equidistante".

Carmen Moraga

La crisis con Cataluña y el principio de acuerdo sobre los Presupuestos Generales del Estado de 2018 que ha cerrado Ciudadanos con el Gobierno han conseguido dejar en segundo plano la tensión que se había instalado entre Albert Rivera y Mariano Rajoy por culpa de la corrupción del PP. La sintonía que se palpa entre el líder de Ciudadanos y el presidente del Gobierno en estos dos temas, que para los dos partidos son fundamentales, contrasta con el paulatino alejamiento que se ha ido fraguando entre Rivera y Pedro Sánchez.

La comunicación entre Rivera y Rajoy es desde hace semanas permanente. Hablan a menudo por teléfono y, en sus recientes visitas a la Moncloa, Rivera no ha dejado de dar su apoyo al jefe del Ejecutivo en todas las decisiones que está tomando ante el desafío independentista. En Ciudadanos reconocen que el clima de las conversaciones es “cordial”, y destacan que ambos dirigentes políticos coinciden en el diagnóstico y en cómo afrontar la situación para intentar frenar el 1-O. “En eso no hay fisuras”, afirman.

Ni siquiera la negativa del dirigente del PP en Catalunya, Xavier García Albiol, a apoyar la moción de censura que quiere abanderar en el Parlament la portavoz de Cs Inés Arrimadas para forzar unas elecciones autonómicas, ha logrado romper esa unidad entre Rivera y Rajoy.

En el partido naranja asumen que el PP catalán no va a dejar que Arrimadas utilice una iniciativa abocada al fracaso como trampolín electoral. El propio Rivera abordó este asunto en su último encuentro con Rajoy y le pidió que intercediera con su formación catalana. Pero la dirección nacional del partido a lo más que ha llegado ha sido a emplazar a Ciudadanos a esperar a que pase el 1-O para replantearse la posibilidad de ayudarles a presentar la moción en el Parlament.

No obstante, una de las cosas que ha conseguido avinagrar algo esa buena sintonía frente la crisis catalana ha sido la posición favorable del PP a la propuesta del PSOE de crear una comisión de estudio del modelo territorial en el Congreso. La iniciativa salió adelante la semana pasada con el apoyo de todos los grupos, excepto ERC y Ciudadanos.

Rivera no entiende que los de Rajoy hayan dado el visto bueno a estar en ese foro con el PDeCAT, formación a la que acusa de ser los artífices del “golpe a la democracia” que a su juicio están dando los independentistas en Catalunya.

“No vamos a participar de pasteleos”, adelantó en el Congreso. “Nosotros dialogamos con demócratas, no con golpistas”, aseveró Rivera, dando a entender en un principio que no acudirían a las reuniones. Pero este mismo lunes matizaba que aunque no estén de acuerdo con la comisión participarán en ella.

Además de esa coincidencia en torno a las medidas que hay aplicar en Catalunya para frenar a Puigdemont, el líder de Ciudadanos acaba también de certificar que está dispuesto a seguir dando “estabilidad al país” y, por ende, al Gobierno de Rajoy cerrando un “principio de acuerdo” a los Presupuestos Generales del Estado para 2018, como hizo con los de 2017.

Un apoyo que Ciudadanos sabe vender muy bien destacando los logros que han conseguido, como la rebaja de impuestos, el aumento en una semana del permiso de paternidad o la paulatina equiparación salarial de la Policía Nacional y la Guardia con los Mossos d'Esquadra y la Ertzaintza.

El apoyo de Ciudadanos no garantiza la aprobación de las cuentas. La negativa del PNV a negociar con el Gobierno a causa de su actitud en relación a Cataluña puede hacer que esos presupuestos nunca lleguen a ver la luz. Por ello ahora Rivera ha pedido al PSOE que se abstengan cuanto se vote la ley en el Congreso.

El distanciamiento con Pedro Sánchez se acrecienta

Por contra, el alejamiento de Rivera con Pedro Sánchez ha ido acrecentándose en las últimas semanas. El líder de Ciudadanos discrepa de su modelo territorial, de esa definición de España como una nación de naciones que el dirigente naranja denuesta, y de su deseos de dialogar con los nacionalistas para reformar la Constitución.

En ambos partidos reconocen que la relación actual entre los dos dirigentes es prácticamente nula. El líder de Ciudadanos no consiguió que el socialista accediera a hacerse una foto a tres en la Moncloa para simbolizar la “unidad” de los partidos constitucionalistas frente a los independentistas. “No es momento para fotos”, replicaron en Ferraz.

Poco después llegó el rechazo del PSOE a la moción de Ciudadanos en defensa de la actuación del Gobierno ante el 1-O, que irritó sobremanera a los dirigentes naranjas. Ahora la dirección federal también ha prohibido a sus diputados andaluces apoyar la misma propuesta que Ciudadanos ha presentado en el Parlamento de Andalucía en donde Susana Díaz se mantiene gracias al apoyo de los de Rivera.

En Ciudadanos ven con suma preocupación los continuos desmarques de Sánchez, al que acusan de dejarse arrastrar por Unidos Podemos.

Otra de las cosas que no entienden es que en estos “momentos tan delicados para el país” el líder socialista se niegue a salvar los PGE de 2018 ante la negativa del PNV a apoyarlos por la respuesta “exacerbada” que ven que está dando el Gobierno a la crisis catalana.

“Nadie entendería que el PSOE se situara al lado de los que quieren bloquear la estabilidad política y económica en España”, aseguró Rivera en la rueda de prensa que ofreció tras la Ejecutiva de su partido.

A pesar de que este idilio entre Rivera y Rajoy puede ser pasajero -el 26 de octubre el PP ha llamado a declarar a la Comisión del Senado sobre financiación del partidos al responsable de finanzas de C's-, en el Congreso hay diputados de otros grupos de la oposición que creen que ambos partidos están empezando a abonar el terreno para un posible pacto de Gobierno tras las generales.

Algunas de las recientes encuestas señalan que el PP modera su caída. Pero también que el PSOE recupera terreno frente a Unidos Podemos. Los populares confían en que “la firmeza” que está demostrando Rajoy ante el conflicto con Catalunya sea valorada por ese electorado que teme una alianza de izquierdas que ponga en peligro la “unidad de España” y el modelo de Estado que el PP y Ciudadanos defienden.

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