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Los obreros palestinos en Israel y colonias judías, castigados por la tensión

Los obreros palestinos en Israel y colonias judías, castigados por la tensión

EFE

Ramala (Cisjordania) —

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Más de 100.000 palestinos trabajan en Israel y sus colonias en Cisjordania, pero su labor y su sustento se ven afectados por la ola de tensión que vive la zona, debido a las restricciones israelíes cada vez que hay un ataque palestino.

“Los empleados palestinos nos sentimos bastante incómodos al acudir a trabajar. Ha tenido que transcurrir una semana desde el ataque en (la colonia judía de) Beit Horón hasta que he podido regresar a mi puesto de trabajo”, dice a Efe Asad Said, de 28 años y de la aldea de Tira, al oeste de la ciudad cisjordana de Ramala.

Este palestino lleva diez años trabajando en ese asentamiento judío aledaño a la carretera 443, parte de cuyo trazado transcurre por territorio ocupado y que el pasado 25 de enero fue escenario de un ataque protagonizado por dos palestinos que apuñalaron a dos mujeres, una de las cuales, una joven de 23 años, falleció un día después a causa de las heridas.

Los agresores, uno de la vecina aldea de Beit Ur al-Tahta y el otro de la zona de Ramala, fueron abatidos por disparos de un guardia de seguridad de la colonia.

Tras este suceso, las fuerzas israelíes impusieron restricciones a los trabajadores de las aldeas vecinas de Beit Ur el-Foka, Beit Sira o Tira.

Igual suerte corrieron recientemente en la aldea de Qabatia próxima a Yenín, de donde procedían tres atacantes que mataron a una agente de seguridad israelí de 19 años en Jerusalén Este, o en el entorno de la colonia de Tekoa, donde hace poco hubo un caso similar.

Pese a todo ello, Said asegura que mantiene “unas excelentes relaciones” con sus empleadores israelíes, aunque lamenta que, tras el ataque, no se les haya permitido entrar en el asentamiento.

“Es cierto que en mi caso nuestro empleador no ha cambiado el trato hacia nosotros, pero desde que comenzó la ola de violencia (el pasado octubre) la seguridad se ha incrementado en la colonia y no se permite a ningún trabajador árabe deambular libremente”, recalca.

Así, a la entrada del asentamiento, un guardia permanece en una garita vigilando quién accede e impidiendo el paso a los obreros palestinos hasta que su empleador acude allí a recogerlos, para conducirlos personalmente a su lugar de trabajo.

El empresario, detalla Said, debe portar un arma cuando acompaña a su obrero y, si un día está ocupado y no puede ir a buscarlo, el empleado no puede acudir al trabajo por su cuenta.

Said es uno de los entre 40.000 y 60.000 palestinos que trabajan en colonias israelíes en Cisjordania, de acuerdo con datos facilitados por fuentes oficiales palestinas.

Se trata, según denuncian las mismas, de mano de obra barata para sus empleadores israelíes, aunque ellos salgan beneficiados, porque cobran un promedio de 200 shekels (45,7 euros) por día frente a los 80 shekels (18,3 euros) que ganarían por la misma labor en territorio palestino.

“Nos vemos obligados a trabajar en los asentamientos porque la Autoridad Nacional Palestina (ANP) no tiene la capacidad de proveernos empleo y, además, ganamos el doble”, explica Said.

En paralelo, alrededor de 55.000 palestinos cuentan actualmente con permisos de trabajo en Israel, mayoritariamente en los sectores de la construcción y la agricultura, según el Banco de Israel.

Estos han de superar unos controles de seguridad para poder recibir el permiso de trabajo.

A ellos se suman otros 30.000 que entran en el país cada día de manera irregular.

Iqab Mohamad, 35 años y de Beit Sira, una pequeña aldea cerca de Ramala, ha estado trabajando desde que se incrementó la tensión en la zona en Tzur Itzjak, una localidad israelí en el centro del país.

“Cada vez que hay un incidente de seguridad, los soldados del puesto de control nos envían de vuelta a casa”, dice y añade que lo considera “un castigo colectivo que sólo aumentará la tensión”.

Este graduado en contabilidad por la Universidad Al-Quds (Jerusalén) asegura que no tuvo otra opción que buscar empleo en Israel, ante la imposibilidad de encontrarlo en territorio palestino.

Israel y Palestina viven desde octubre una ola de violencia que ha dejado hasta la fecha 171 palestinos muertos, en su mayoría al llevar a cabo ataques o presuntas agresiones, y 28 israelíes y tres personas de otras nacionalidades han fallecido víctimas de esas acciones.

Pese a esta situación, Israel estudia incrementar en 30.000 el número de permisos de trabajo a palestinos de Cisjordania.

Es precisamente el Ministerio de Defensa el que impulsa este plan, con el argumento de que estas autorizaciones suponen un incentivo financiero que podría rebajar el nivel de violencia.

Frente a esta explicación, los grupos más conservadores reclaman que se revisen los permisos, al considerar que la entrada de palestinos a Israel y sus colonias genera inseguridad a la población israelí.

por Nuha Musle y Daniela Brik

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