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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Neuroinclusión: accesibilidad más allá de lo físico

Mariano Cuesta

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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

A menudo se habla de accesibilidad pensando en rampas, subtítulos o lectores de pantalla. Todo eso es necesario, pero hay otra parte menos visible de la accesibilidad que tiene que ver con cómo las personas perciben, procesan y se relacionan con el mundo. Esa parte se llama neuroinclusión.  

La neuroinclusión parte de una idea muy simple: no todos pensamos igual, y eso está bien. Como señala Thomas Armstrong, cada cerebro es único y diferente, y no todos los cerebros funcionan de la misma manera. No existe un cerebro “estándar” al que todos deban compararse, ya que la diversidad entre cerebros es tan valiosa como la biodiversidad.  

Cada cerebro tiene su forma particular de funcionar. Algunas personas necesitan silencio para concentrarse; otras solo pueden hacerlo con música. Hay quienes procesan la información de manera lineal y quienes saltan de una idea a otra. Algunas personas piensan en imágenes, otras en palabras. Hay quienes necesitan tiempo para responder y quienes lo hacen casi sin pensar. Todas esas formas son válidas.