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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

El mito del usuario ideal

Mariano Cuesta

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

En el mundo del diseño digital hay un personaje de ficción que tomamos como modelo a seguir. Es alguien que nunca se cansa, que lee textos minúsculos sin esfuerzo, que tiene el pulso perfecto para hacer clic en botones diminutos, que oye hasta el último matiz de un audio y que jamás se confunde al teclear su contraseña. Ese ser fantástico es el usuario ideal, una especie de unicornio que existe en la mente de muchos diseñadores y desarrolladores, pero que es imposible de ver en el mundo real.

La cuestión es que este mito condiciona cómo se construyen webs, apps y servicios. Si todo se piensa para un usuario que ve perfecto, oye perfecto y se mueve perfecto, cualquiera que se salga de esa supuesta perfección empieza a encontrar barreras. Y la verdad es que la mayoría de nosotros estamos fuera de ese molde, aunque no siempre seamos conscientes de ello.

¿Nunca te has equivocado de botón al ir con prisa? ¿Nunca has dejado un formulario a medias porque te pedía mil datos sin explicarlos? ¿Nunca has desistido al intentar resolver un captcha ilegible? Bienvenido a la realidad: todos somos usuarios imperfectos. No hace falta tener una discapacidad para toparnos con las barreras digitales que levanta la obsesión por el “usuario ideal”.