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Sobre este blog

No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

Las noticias sobre retrones no deberían hablar de enfermitos y de rampas, sino de la miseria y la reclusión. Nuria del Saz y Mariano Cuesta, dos retrones con suerte, intentaremos decir las cosas como son, con humor y vigilando los tabúes. Si quieres escribirnos: retronesyhombres@gmail.com

Otras voces: ¡Qué suerte tengo, no estoy loca!

Trastorno Disfórico Premenstrual (TDPM)

Marta Soler Lucas

Hoy Marta Soler nos habla en “otras voces” de una enfermedad que es muy probable que no conozcas, pero que padecen millones de mujeres en todo el mundo.

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Hace unos años me diagnosticaron una enfermedad llamada Trastorno Disfórico Premenstrual (TDPM). El nombre no me decía mucho, pero pensé “¡Qué suerte tengo, no estoy loca! ¡Lo que me pasa tiene nombre!”

Yo había llevado una juventud llena de vida. Trabajaba en el extranjero, era alegre, extrovertida. Pero ya en España, con una vida estable y plena, empecé a encontrarme mal. Los médicos de la Seguridad Social, que me atendían en consultas breves, me diagnosticaron depresión. Después de un año y medio tomando bastante medicación para la supuesta depresión, sin ninguna mejoría, tuve mi primer intento de suicidio. La palabra suicidio sigue siendo tabú en España, aunque, debido a los desahucios, ahora es más conocida y asociada a la desesperación.

Sigo aquí porque mis padres y los médicos de la Seguridad Social me encontraron y me salvaron la vida.

Decidí probar la medicina privada y, en unos meses, tras un desembolso económico considerable, me diagnosticaron TDPM. Según estudios realizados en EEUU, Inglaterra y Suecia, mis neurotransmisores son demasiado sensibles a mis hormonas sexuales. Quince días al mes, desde la ovulación a la menstruación, tengo fuertes dolores musculares, cólicos, cansancio extremo, insomnio, migrañas, crisis de angustia y llanto, sufro y no salgo de casa.

Supe que el TDPM afecta de un 3 a un 8 % de la población mundial femenina en edad fértil, es decir, entre unos 40 y 100 millones de mujeres y pensé “¡Qué suerte tengo, no estoy sola!”.

Con este diagnóstico, volví a la Seguridad Social, donde pocos médicos habían oído hablar del TDPM. Consulta tras consulta, me dijeron que era bipolar, depresiva, ansiosa, que lo premenstrual era una “cosa de mujeres” que “naturalmente” teníamos que “soportar”. Otros decían que era un simple Síndrome Premenstrual (SPM).

Mientras, seguía perdiendo vida, trabajos, amigos, parejas... ¡Sólo los mejores se han quedado con el tiempo!

¿Hasta cuándo los médicos de cabecera, ginecólogos, endocrinos, psiquiatras, psicólogos y neurólogos seguirán ignorando este problema? ¿Cuántas pacientes serán innecesariamente tratadas con litio por TDPM? ¿Son las enfermedades neurológicas la “medicina del futuro”? ¿Cuándo habrá más investigación en este tipo de enfermedades?

El 10% de las mujeres con TDPM, los casos severos, cometen intentos de suicidio y sus síntomas, a nivel físico y emocional, son insoportables. Es decir, de unos 4 a 10 millones de mujeres en todo el mundo en algún momento de su vida cometerán un intento de suicidio por TDPM. Te puede tocar a ti, a tu madre, hermana, hija, vecina o compañera de trabajo.

Hoy por hoy me considero afortunada por haber podido pagarme un tratamiento que me deja estéril pero me permite vivir, tengo mucha suerte de compartir el día a día de mi enfermedad con otras muchas mujeres de todo el mundo, que, a través de las redes sociales, intentamos difundir esta enfermedad y apoyarnos mutuamente.

Cada vez somos más... y cada vez estoy menos sola y menos loca.

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Mas información sobre el TDPM en el grupo de facebook y en twitter.grupo de facebooken twitter

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No nos gusta la palabra “discapacitado”. Preferimos retrón, que recuerda a retarded en inglés, o a “retroceder”. La elegimos para hacer énfasis en que nos importa más que nos den lo que nos deben que el nombre con el que nos llamen.

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