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Una riada hecha de agua y negligencias

Imagen de las inundaciones en Lorca tras la riada del 28 de septiembre. Autores: Juan Abad y Pilar Sánchez (asociación ACUDE)

Belén Toledo

Más de cien millones de euros en daños, 300 viviendas y 260 granjas con “daños severos”, 200 toneladas de animales muertos y 10.000 hectáreas de tierras de labor “gravemente afectadas”. Es el recuento de daños materiales de Francisco Jódar, alcalde de Lorca. Las instituciones murcianas hablan de “situación excepcional” y niegan errores en la prevención. Miguel Ángel Cámara, alcalde de Murcia, llegó a llamar “carroñeros” a quienes denunciaron fallos en el ordenamiento urbanístico y pidió acusar “a las nubes”.

Sin embargo, la lluvia torrencial es previsible porque es parte del clima mediterráneo, y hay agravantes de la riada que los gestores políticos podían haber aminorado.

La zona más castigada ha sido la del sur del término municipal de Lorca y Puerto Lumbreras. Es una llanura acostumbrada a las inundaciones: las sufrió, al menos, en 1879, 1948 y en 1973. La razón es que varios cauces secos desembocan allí. “Tanto la rambla de Nogalte como la de Béjar toman esa zona como valle de inundación”, explican fuentes de la Confederación Hidrográfica del Segura. Más allá de la opinión de expertos, para percatarse del riesgo basta con atender a los más viejos del lugar. Pedro Jódar, ganadero lorquino, tiene todavía vivo el recuerdo de la riada de 1973, que mató a 83 personas en el municipio limítrofe de Puerto Lumbreras.

Permitido contruir en llanura inundable

Sin embargo, las autoridades permiten la construcción en estos terrenos. En el último Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) elaborado por el Ayuntamiento de Lorca a finales de la pasada década, la zona inundada aparece calificada en su mayoría como “urbanizable especial de huerta” aunque también hay partes “no urbanizables agrícolas”. Según el consistorio, se pueden construir viviendas si se cuenta con 5.000 metros cuadrados de terreno. El resultado de este planeamiento es que la zona está llena de edificaciones: viviendas, granjas, etc.

El problema, sin embargo, no es actual. Las construcciones en la zona aumentan rápidamente desde hace décadas. En concreto, se ha multiplicado por dos e incluso por tres en algunas pedanías de la zona desde los años 60, como denunció ya en 2008 el geógrafo y profesor de la Universidad de Murcia Alfredo Pérez Morales en un estudio de título elocuente: “Aumento del riesgo de inundación por ocupación indebida de las áreas de convergencia en el Sur de la Región de Murcia”.

Desde hace años, el geógrafo ha avisado en este y otros trabajos de que la falta de precaución de las autoridades está provocando que llanuras de inundación no paren de crecer en poblamiento y en usos del territorio más allá del estrictamente agrícola. “El problema es que esos planes de ordenación urbana municipal no contemplan en la medida de lo necesario el riesgo de inundación”, afirmó en declaraciones a Eldiario.es. “Si aumenta la exposición en espacios que tradicionalmente se inundan y además se han llevado a cabo transformaciones recientes que desfiguran el trazado de ramblas y se abandonan cultivos tradicionales, es lógico que aumenten el caudal de avenida y de forma proporcional las pérdidas económicas, y lo que es más importante, de vidas humanas”, añadió.

Hombre y clima, ¿quién debe adaptarse a quién?

La responsabilidad ante esta circunstancia no es sólo del Ayuntamiento. Lo sería si esta administración tuviera mapas fiables para delimitar las zonas inundables. Pero de momento no existen planos pormenorizados que contemplen todas las áreas de riesgo. Tanto la Confederación como Protección Civil, el otro organismo al que las leyes encargan la elaboración de este tipo de documentos, no concretan lo suficiente. “No existen los trabajos técnicos necesarios que precisen la zona que se pueda ver afectada en detalle”, confirma Pérez Morales. El asunto está en vías de solución, porque una directiva europea de 2007 exige la puesta en común de todos los planos de riesgos a nivel nacional, y en este momento se está llevando a cabo esta tarea desde el Ministerio de Medio Ambiente.

Los ecologistas también creen que la raíz de las periódicas tragedias asociadas a las riadas está en el excesivo poblamiento de zonas de riesgo. Ecologistas en Acción propuso ya en 1997 que la lucha contra las riadas no se limitara sólo a la construcción de presas y al encauzamiento de ramblas con hormigón. La organización apuesta por una adaptación del ser humano a la climatología del lugar que habita, y no al revés. Se trata de limitar la construcción, que impermeabiliza el territorio, y de adaptar los usos de las zonas inundables. “La tragedia es fruto de la mala gestión del territorio”, afirma Rubén Vives, portavoz del colectivo, “la llanura se va a inundar sí o sí porque las ramblas desembocan en ella. Allí no se debe permitir las granjas de animales ni viviendas. Se debe restringir el uso a la agricultura”.

Vídeo grabado por un conductor que cruzó la zona afectada en el momento álgido de la crecida. Autores: Juan Abad Morales y Pilar Sánchez Sánchez (asociación ACUDE).

La carretera sobre el agua

Muchos de los afectados por la devastadora riada señalan otros culpables. Tanto Jódar como otros ganaderos se quejan de que la carretera que une Lorca a Águilas a través de la llanura ha servido de obstáculo a las aguas y ha agravado la tragedia. “Mi granja está a 500 metros y el agua ha alcanzado el metro y medio de altura”, afirma. Alfonso Sorroche, también propietario de una granja, formuló la misma queja respecto a la carretera en una entrevista en la cadena ser el pasado 1 de octubre.

El Gobierno murciano niega que la carretera haya sido la infraestructura responsable de la tragedia. “La prueba de que no ha actuado de presa es que había agua a ambos lados de la infraestructura”, afirmó el director general de carreteras, José Guijarro. El dirigente reconoció, no obstante, que la carretera “ha podido elevar ligeramente la lámina de agua, pero hay que mirar todo lo demás: las naves, los vallados y los movimientos de tierra. Todo influye sobre el libre discurrir de las aguas”.

Pero la principal razón para la catástrofe es, según Guijarro, la “excepcionalidad” de la tormenta, un argumento que comparte con todas las instituciones que tienen alguna responsabilidad en la prevención de lo sucedido. El presidente de la Confederación, Miguel Ángel Ródenas, afirmó que la avenida fue “el mayor episodio de lluvias conocido en la historia de la región de Murcia”. Así las cosas, pese a que las lluvias torrenciales no dejarán de repetirse porque son parte del clima mediterráneo, los políticos seguirán mirando al cielo.

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