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Ser madre a los 62 años no es un “milagro de la ciencia” sino un dilema ético

Lina, un "milagro del cielo" con una madre de 62 años

Laura Galaup / Marta Borraz

“Nunca pensé que esto pudiese tener semejante repercusión”, responde Lina Álvarez, nada más coger el teléfono. Esta gallega de 62 años lleva todo el día hablando con periodistas, después de que la Voz de Galicia publicase que a su edad será madre por tercera vez en octubre.

Lina Álvarez considera que su embarazo ha sido “un milagro”. “Por supuesto que lo creo, ha sido un milagro de la naturaleza humana. Solo tomé medicación durante las diez primeras semanas, así me prepararon el útero para albergar el embrión pero después el cuerpo reaccionó por sí mismo. A partir del tercer mes la placenta se encargó de llevar adelante la gestación”, explica a eldiario.es.

Sin embargo, los médicos especialistas en reproducción asistida no se muestran tan sorprendidos por el resultado satisfactorio de este embarazo, pero esta situación sí que les crea dudas éticas. “Que una mujer con menopausia consiga un estado de gestación es muy sencillo, gracias a la donación de óvulos”, explica Juan Antonio García Velasco, director de la clínica IVI (Instituto Valenciano de Infertilidad) en Madrid y docente de la Universidad Rey Juan Carlos.

“Estas mujeres no tienen óvulos y tampoco tienen producción hormonal. Pero la producción de hormonas femeninas (estrógenos y progesterona) se puede administrar mediante píldoras diariamente de manera que el útero se comporte de igual manera que si el ovario está funcionando correctamente. A partir del tercer mes la placenta ya produce suficiente dotación hormonal como para que se haga cargo del embarazo”, indica Carmina Vidal, ginecóloga especialista en reproducción asistida del IVI. Además de la edad, estas clínicas evalúan el estado de salud físico y mental de la paciente. Si no pasa las pruebas, no realizan el tratamiento, a pesar de que la paciente sí tenga una edad propicia.

En España no existe una ley que establezca el límite de edad legal para ser sometida a la reproducción asistida. Pero, según apunta la psicóloga Diana Guerra, en nuestro país se “consensuó a través de la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida que las mujeres pueden utilizar estas técnicas hasta los 50 años, con un margen de dos años arriba y abajo”. Esta especialista ha formado parte de este organismo y ahora pertenece a la comisión catalana.

La edad de la menopausia

La edad planteada no se escogió de forma aleatoria, fue propuesta porque es el momento en el que de media las mujeres inician la menopausia y a partir de entonces las complicaciones durante el embarazo y el parto aumentan.

“Si pensamos que de forma natural una mujer no se embaraza a partir de los 50 años, nosotros no debemos contribuir a esa sobrecarga del cuerpo. Aumentan los riesgos, hay estadísticas de países en los que sí que tratan a estas pacientes, como en Estados Unidos, que demuestran que hay mucha más prematuridad, más trastornos hipertensivos del embarazo, más diabetes, más hemorragias en el parto. Los niños nacen con menos peso. No es un embarazo sencillo”, incide García Velasco.

No es la primera vez que Lina Álvarez desafía los límites marcados por los expertos. Hace diez años dio a luz a Samuel. Una década después ha querido repetir esa experiencia que supuso “un renacimiento en su vida”. Como la edad era un obstáculo, en Galicia no encontró ginecólogos dispuestos a tratarla. Así que recurrió a la red. “Conocí al ginecólogo por internet, me propuso hacer las pruebas médicas. Todo salió bien, no tenía ninguna contraindicación, ningún factor de riesgo, ninguna enfermada crónica”, indica.

Sobre el porcentaje de éxito, los especialistas aseguran que no depende de la edad de la paciente, sino de la edad de la donante. Por eso, recomiendan la cesión de óvulos hasta los 35 años. “Si el óvulo es joven el riesgo de aborto es bajo. Las posibilidades de que el bebé tenga un síndrome de down también es reducido”, continúa Vidal, “el porcentaje de embarazo que conseguimos poniendo solo un embrión de excelente calidad, procedente de óvulos donados, es del 55 % y 60%”.

Muchas voces feministas coinciden en afirmar que tras la controversia se esconde una base machista que provoca un tratamiento diferenciado de la mujer y el hombre cuando deciden ser madre y padre con edades que escapan de lo “médicamente aceptable”. “Vivimos en una cultura en la que se dice a las mujeres cómo y cuándo tienen que vivirlo todo, también la sexualidad y la maternidad”, afirma María Llopis, autora del libro Maternidades Subversivas (Ed. Txalaparta).

“No nos preguntamos lo mismo con un hombre”

Más crítico con la decisión se muestra Jose Antonio Castilla, médico embriólogo y antiguo Secretario General de Sociedad Española de Fertilidad, que pone el foco en el profesional que ha tratado a Lina. “Esta persona está asumiendo muchos riesgos. En la ley que regula la reproducción asistida se plantea que las técnicas se deben realizar siempre que no se ponga en peligro ni al bebé ni a la madre”, recalca.

La feminista y diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid Beatriz Gimeno pone el acento en que la decisión “condena al hijo o hija a tener una madre mayor de manera voluntaria y quedarse huérfano pronto”. La mayoría de personas mayores que cuidan de nietos o nietas, dice, “lo hacen por circunstancias sobrevenidas”.

Asegura que “una mujer anciana no tiene la misma fuerza física y psicológica para encargarse de un niño”, a lo que añade que “cuando el menor sea adolescente ella puede enfermar o convertirse en dependiente, ¿en qué situación se queda el niño o niña?”, se pregunta.

En el otro lado de la balanza, la artista, activista feminista y bloguera Alicia Murillo apunta a que “poca gente se pregunta eso cuando son los hombres los que tienen 62”. De hecho, dice, “hay muchos y entendemos que es lo más normal porque asumimos que él no se va a encargar del cuidado, pero cuando es la mujer damos por hecho que sí”.

Murillo desliga la responsabilidad del cuidado de la madre biológica y enfatiza en la diversidad de composiciones familiares, “que son libres”, afirma. “Si la mujer se ha garantizado los medios para que al hijo o hija no le falte de nada, ¿cuál es el problema?”, sentencia.

“A lo mejor esta mujer con 60 años tiene un cuerpo más saludable que una más joven que se droga”, apunta Llopis, que hace hincapié en que “hay otras situaciones en las que madres o padres abocan a un riesgo de orfandad a los menores, como por ejemplo siendo alpinista, y no se cuestiona”. Las opiniones se dividen en aquellas que ponen el acento en la libertad de decidir los procesos vitales y otras las posibles consecuencias para el menor. “No debería encontrar la colaboración con médicos porque, en este caso, la decisión no solo te afecta a ti, si no a un niño o niña”, matiza Gimeno.

Otras opiniones también destacan puntos de vista relacionados con las limitaciones del cuerpo humano. “Romper las limitaciones biológicas suele estar relacionado con el nivel económico: uno quiebra las barreras de la biología dependiendo de si es pobre o rico”, sostiene Isabel Serrano, ginecóloga y miembro de la Federación de Planificación Familiar Estatal. Serrano alude a que la forma de acceder a este tipo de tratamientos es por la vía privada, algo que “no todo el mundo puede permitirse, con lo que entran elementos comerciales que es importante nombrar”.

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