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La alerta para suspender la pesca de sardina revela cómo se explotan recursos hasta agotarlos

La sardina en el Atlántico está en situación crítica.

Raúl Rejón

Los científicos lo tienen claro y han disparado la alarma: la sardina del Atlántico está en situación crítica y debe suspenderse su pesca para salvar a la especie. La advertencia ilustra cómo se explotan los recursos marinos hasta llevarlos al borde del precipicio. El Gobierno de España niega el aviso científico y pretende que se mantenga cierto nivel de capturas.

El Consejo Internacional para la Exploración del Mar (CIEM) emitió la semana pasada un informe cuya conclusión es rotunda: es necesario un parón total. Cuota cero. La investigadora del Instituto Español de Oceanografía, Isabel Riveiro, confirma en conversación con eldiario.es el estado “crítico” de este recurso marino: “Está en la peor situación que hemos visto, en los peores niveles nunca detectados”, explica. Al fin y al cabo, la base científica que emplea el CIEM es facilitada por el instituto.

Sin embargo, el Gobierno español ya ha contradicho el criterio de los científicos y defiende que “existe margen” para seguir pescando en 2018, al menos, 13.500 toneladas en las aguas del Atlántico ibérico. Lejos de compartir los análisis del consejo, ha asegurado que con esa cuota se podrá además “recuperar la biomasa un 5%”. Los dictámenes del CIEM no son vinculantes, aunque desde hace un lustro son seguidos cada vez más por las autoridades europeas a la hora de establecer cuotas pesqueras.

Los bancos de sardina han padecido unos niveles de pesca que se revelaron insostenibles. Una dinámica, la sobreexplotación marina, que está extendida por todas las latitudes. La FAO advirtió el año pasado que el ritmo de explotación estaba colocando los recursos al borde de su capacidad. El caso de la sardina atlántica no deja de ser un ejemplo cercano de un fenómeno global.

El informe de la FAO señaló entonces la “especialmente alarmante” situación del Mediterráneo. Incluso el Ministerio de Medio Ambiente admite que en esas aguas el abuso “sigue generalizado”, según explicitaba en el borrador de plan de conservación que adelantó este medio. Entre las especies en mal estado en el Mediterráneo también está listada la sardina.

El agotamiento del stock de sardina es un ejemplo ahora muy palpable de la presión que se ha ejercido. En los años 40 del siglo XX las capturas anuales ascendían a 250.000 toneladas. En los 80 todavía se pescaban 100.000 toneladas. Ante los informes de disminución de las poblaciones, en la última década la media se situó en las 50.000.

España consiguió un aumento el año pasado

Pero, sin ir más lejos, el año pasado, España pidió y consiguió que la Comisión Europea revirtiera la dinámica de rebajas. Así que se incrementó la cuota de capturas en 3.000 toneladas para situarse en 17.000 anuales. El Ejecutivo aseguró que está cuota iba a permitir “la recuperación de la situación de la sardina atlántica al menos en un 4%”, explicaba el Ministerio de Agricultura y Pesca. El dictamen de este año del CIEM ha desmentido esas afirmaciones.

Isabel Riveiro añade que en sus investigaciones han detectado, además, que “no se capturan sardinas grandes. Son ejemplares muy jóvenes lo que indica poco éxito de reproducción”. Es decir, las condiciones ambientales están siendo desfavorables. Así que, desde 2004, la entrada de nuevos ejemplares en los bancos no es suficiente. “La pesca no es el único factor, de hecho, reducir las cuotas rebajó la mortalidad, pero es el único factor en el que podemos influir directamente”, remata esta doctora en Ciencias del Mar que entiende que “se tiene que conseguir un equilibrio con el sector porque se trata de una pesquería muy importante”.

La sardina ibérica atlántica se extiende desde el Cantábrico, pasando por el noroeste y llega al golfo de Cádiz. Son poblaciones que se comunican entre sí. La que peor está, según los análisis científicos, es la del Atlántico portugués, que luego envía ejemplares a otras zonas.

Pero, como en otras regiones los niveles se mantienen mejor algunos pescadores piden que se les deje seguir pescando. Por ejemplo, la cofradía bizcaina de Ondarroa se ha mostrado contrariada: “Los pescadores no nos han expresado ninguna queja hasta ahora y no sé a qué viene [la cuota cero]porque está pesquería anda bien. Los primeros que se quejarían si no hubiese pescado serían los mismos pescadores, sin duda”. Para Eneko Aierbe, responsable de pesca en Ecologistas en Acción esta visión no sirve: “No podemos quedarnos en la foto local. El total es muy escaso, aunque se concentren en algún punto”.

El Gobierno portugués tampoco está por la labor de atajar la sobreexplotación en sus aguas. Su idea es ir de la mano del Ejecutivo español a Bruselas y conseguir esa cuota de 13.500 toneladas. “Y apostarán por un proyecto de acuicultura para recuperar la especie. Planean gastar un montón de dinero para nada” cuenta Rita Sá, ecologista lusa que participa en la Comisión de Gestión de la Sardina en Portugal. Este pescado ha vivido un auténtico boom asociado al incremento turístico en el país vecino.

Importancia económica

La pesquería de la sardina en el Atlántico es un segmento muy relevante del sector pesquero español. La flota suma unos 350 buques cerqueros activos. Se trata “probablemente de la especie en la que existe una mayor interdependencia entre el sector extractivo y la industria conservera”, según el último informe de mercado de la Secretaria General de Pesca. La producción de conservas supone más de 95 millones de euros anuales.

Raúl García, de WWF, analiza que “España y Portugal tienen pocos argumentos para pedir que se mantengan las capturas porque el riesgo es de colapso”. García también opina que “lo probable es que la causa no sea solo la sobrepesca pero, hay que admitir que nos hemos pasado. Que los pesqueros han enviado reportes de capturas muy sospechosos de ser falsos y se han remitido informes de otras especies -como el xurel o la boga- absurdamente altos”.

En todo caso, la imagen del espeto de sardinas para el verano de 2018 no peligra. España todavía pesca sardinas en el Mediterráneo e importa desde los caladeros de Marruecos. Además, la postura política del Gobierno busca mantener capturas en todo el litoral. El próximo verano parce que verá sardinas en las brasas aunque sean cada vez más pequeñas.

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