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The Guardian en español

Arianna Huffington marca un nuevo comienzo para Uber: “Basta de capullos inteligentes”

Quienquiera que sea el nuevo director heredará el trabajo de Arianna Huffington, la empresaria de medios

Amanda Holpuch

Nueva York —

El próximo consejero delegado de Uber tendrá la tarea de limpiar una gran cantidad de pecados corporativos. En su bandeja de entrada encontrará una abrumadora variedad de problemas y temas a solucionar tras la salida de Travis Kalanick en junio.

Entre los temas a tratar se incluye la reforma de la empresa hacia adentro y hacia afuera, después de escándalos como la investigación por acoso sexual que terminó con más de 20 personas despedidas en junio; el vídeo de Kalanick reprendiendo a un conductor de Uber; y la reciente confesión de que la empresa se había ahorrado millones de dólares por pagar menos de lo que debía a conductores de la ciudad de Nueva York.

Quienquiera que sea el nuevo director heredará el trabajo de Arianna Huffington, la empresaria de medios devenida en experta en trastornos del sueño y luego en comandante a cargo de las reformas de Uber.

Se podría decir que Huffington ha estado manejando los hilos de Uber desde hace meses. Y hay rumores de que ella misma podría quedarse para llenar la vacante.

Uber quiere que la nueva persona a cargo esté en su puesto a principios de septiembre. Aunque Huffington insiste en que ella no sucederá a Kalanick, la lista de posibles candidatos se está acortando. La exdirectora ejecutiva de eBay y de Hewlett-Packard, Meg Whitman, era la supuesta favorita para el puesto, pero se bajó de la carrera el jueves pasado desde Silicon Valley, cuando tuiteó que los rumores se habían convertido en “una distracción”. “La directora ejecutiva de Uber no será Meg Whitman”, escribió.

Escándalos y más escándalos

La histeria por nombrar al nuevo consejero delegado de Uber llega después de que Huffington dijera durante una reunión de personal de junio que había llegado el momento de un “nuevo Uber” en el que, según explicó en repetidas ocasiones, no habrá “más capullos inteligentes”.

La urgente necesidad de un “nuevo Uber” se había vuelto obvia para todo el mundo meses antes de esa reunión, cuando una exingeniera escribió en febrero sobre el acoso sexual y la posterior represalia que había sufrido en la empresa.

Ese escenario habría hecho recular a la mayoría de los ejecutivos y miembros de la junta directiva, pero no a Huffington. La empresaria podía haber dado fácilmente un paso a un lado para concentrarse en Thrive Global, su naciente empresa de calidad de vida con la que busca fomentar un equilibrio entre el tiempo libre y el trabajo para terminar con la “pandemia global” del síndrome de desgaste profesional. En lugar de eso, Huffington se ocupó plenamente del escándalo hablando de las acusaciones en publicaciones, reuniones de empresa y teleconferencias con periodistas.

Se hizo imposible hablar del escándalo sin mencionar a Huffington. Fue la presidenta de un comité que trabajó junto al bufete de abogados liderado por Eric Holder, el exfiscal general de EEUU para investigar la cultura corporativa de la empresa.

Hasta llegó a publicar su dirección de correo electrónico en Twitter, donde tiene 2,75 millones de seguidores, pidiendo a la gente que se pusiera en contacto con ella directamente por temas relacionados con el escándalo.

En una reunión de personal, Huffington habló sobre los resultados de la investigación y explicó cómo Kalanick, en ese momento CEO de Uber, se tomaría una licencia por tiempo indeterminado. Kalanick dimitió días después por la presión de los accionistas y con la venia de Huffington.

Una vez ocurrida la dimisión de Kalanick, los meses que Huffington pasó trabajando tan intensamente con Uber parecían los esfuerzos de alguien que aspiraba al puesto de Kalanick. Pero un portavoz de Huffington dijo al periódico the Guardian esta semana que ella no tiene “ningún interés” en el cargo.

Eso sí, Huffington lidera el comité que contratará a su reemplazante. “Arianna no tiene ningún interés en el puesto de CEO y, de hecho, como directora del comité de búsqueda, está dedicada de lleno a encontrar al mejor candidato para dirigir Uber”, escribió en un correo electrónico a the Guardian Monica Lee, la jefa de comunicaciones de Thrive Global.

Huffington se ha tomado en serio la tarea de crear una cultura más productiva, a pesar de que un miembro de la junta directiva no está obligado a arreglar ni fijar la cultura corporativa de una empresa.

Un liderazgo protagonizado por mujeres

“Arianna Huffington es una habilidosa emprendedora que construyó una importante empresa de medios digitales, así que Uber tiene suerte de que haya dedicado parte de su tiempo a la empresa y de que tenga ganas de tomar cartas en el asunto”, escribió en un correo electrónico a the Guardian Rosabeth Moss Kanter, presidenta y directora de la Iniciativa de Liderazgo Avanzado de la Universidad de Harvard.

Kanter, que trabaja con Frances Frei (la nueva vicepresidenta sénior de Liderazgo y Estrategia de Uber), dijo que esperaba “ver un importante cambio para mejor” en la empresa, a medida que se encomiendan más roles de liderazgo a mujeres.

Muchas de esas mujeres han venido de la mano de Huffington. Entre ellas, la segunda mujer de la junta directiva de la empresa, Wan Ling Martella (directora de Nestlé en Asia); y Bozoma Saint John, la gurú del marketing que trabajó con Spike Lee, Pepsi y Apple.

Saint John se sumó a la empresa en junio, después de haber sido agasajada por Huffington y Kalanick en la reunión de ocho horas que los tres celebraron en mayo en la casa de Huffington en Los Angeles, según publicó The New York Times. “Arianna me contó todos los problemas de Uber directamente, sin rodeos”, le dijo Saint John al periódico. “Esa es la magia que la hace tan creíble”.

Huffington se había unido a la empresa sólo 14 meses antes, en abril de 2016, con la diferencia de que en ese momento ella era la única mujer en la junta. La corta historia de Uber ya estaba arruinada por una larga lista de pecados de los muchachos de las tecnológicas: un ejecutivo había sugerido buscar información comprometedora sobre una periodista crítica con la empresa; había salido a la luz una tecnología que usaba Uber para conocer la ubicación de los usuarios; y Kalanick había respondido así a un periodista que bromeaba sobre su creciente atractivo para las mujeres: “Sí, a eso l llamamos Boob-er” (un juego de palabras entre la palabra inglesa “boob”, que significa teta, y Uber).

Cuando Huffington se unió a la empresa, Kalanick se refirió a ella como una amiga que personificaba el “liderazgo optimista” que Uber necesitaba en su crecimiento. Dijo que estaba muy entusiasmado por aprender de su “inteligencia emocional”. “Su guía ha sido inestimable para mí a través de todos estos años, y sé que en su nuevo rol Huffington ayudará a Uber a alcanzar el próximo nivel”, dijo entonces Kalanick.

Entre el Huffington Post y la vida sana

Huffington Post Nacida bajo el nombre de Ariadnē-Anna Stasinopoúlou en Atenas en 1950, Huffington se hizo famosa en la década de 1990 como analista conservadora, antes de cambiar de partido y comenzar con el medio en Internet The Huffington Post, un antídoto progresista y competidor de la página de links y orientación conservadora The Drudge Report. Fue un éxito rotundo. En 2011, Huffington vendió el Huffington a AOL por 315 millones de dólares.

El modelo dependía de una red de blogueros no remunerados, algunos famosos y, por lo tanto menos dependientes de un buen sueldo que la mayoría, y otros dispuestos a no cobrar a cambio del prestigio de aparecer junto a esas firmas célebres. En marzo, Huffington dijo a the Guardian que los que criticaban su decisión de no pagar a miles de blogueros no entendían el funcionamiento de los sitios de Internet. “Es igual que la gente que va al programa de la BBC Newsnight y a la que no le pagan”, dijo.

Todavía era jefa de redacción en The Huffington Post cuando se sumó a la junta directiva de Uber. En ese momento le restó importancia a su rol en la empresa de coches compartidos para proteger la independencia de su página de Internet. Esa protección fue cuestionada casi de inmediato, cuando un periodista propuso un artículo sobre Uber y se lo rechazaron. Según un correo electrónico interno, Huffington no estuvo involucrada en esa decisión editorial.

Unos meses después, Huffington dejó The Huffington Post y se fue a Thrive Global. Con la inminente llegada del nuevo director de Uber, tendrá más tiempo para dedicarse a la iniciativa que busca fomentar el equilibro entre el trabajo y el tiempo libre.

Para tener una idea de lo que le espera, la persona que suceda a Kalanick podría volver a lo que se dijo en esa reunión de junio en la que Huffington marcó el comienzo de una nueva era de Uber.

Cuando Huffington habló con los empleados de Uber sobre la investigación, mencionó que tener una mujer a la junta directiva aumentaba la probabilidad de sumar a otra. Entonces, un miembro de ese consejo, David Bonderman, le espetó: “En realidad, lo que aumenta es la probabilidad de que se hable más”.

Bonderman dimitió como miembro de la junta en menos de 12 horas.

Traducido por Francisco de Zárate

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