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Desbrozando tópicos en la crisis de Podemos

Pablo Iglesias e Íñigo Errejón en Vistalegre II. EFE

Rosa María Artal

Podemos y las confluencias demostraron, en un tiempo récord, que podían ser la opción para cinco millones de votos huérfanos. Muy hartos de una versión de la realidad que se contradice con los hechos palpables. Más de 155.000 inscritos votaron en Vistalegre II para elegir qué Podemos quieren, y han dado prioridad a lo que representa Pablo Iglesias como secretario general. Con tal irritación de la prensa que raya en la caricatura. Su apuesta por Íñigo Errejón era y es tan explícita que debería propiciar una profunda reflexión. Éste mantiene sus expectativas. La corriente de Errejón pide un 40% de puestos en la ejecutiva que se corresponda, más o menos, con los resultados obtenidos para el Consejo Ciudadano. El tiempo va a decir si continúa el sucedáneo de la Guerra de los Rose.

La crisis de Podemos ha sido de una irresponsabilidad que cinco millones de votantes no merecían. Ni los miles de militantes y colaboradores que se dejan la piel por el proyecto. Si algo cabía esperar de otra forma de hacer política era evitar la pelea de gallinero a la que fuimos asistiendo estupefactos unos, encantados otros. Seguramente habrá motivaciones que compensen servir en bandeja a los muchos detractores de la formación la idea de que Podemos es un partido como todos en sus luchas intestinas por el poder. Igual hubo mucha presión acumulada por el tratamiento interesado de gran parte de la política y la prensa. Igual, escasa madurez para discernir consejos y cantos de sirena. Sin duda, una excesiva exposición mediática. El caso es que la crisis se produjo retransmitida, jaleada y comentada por medios y redes sociales .

Las responsabilidades no se reparten por igual, sin embargo. Demasiadas pasiones personales. Y factores no tenidos en la consideración que merecen. Personas de enorme valía se concentraron en torno a Íñigo Errejón, pero el método para formar una corriente establecida chirría a la vista de informaciones posteriores. Esas cuentas de Telegram, descubiertas por casualidad, hablaban de maniobras –Dinamizar, Jaque Pastor- y las corroboran hechos como las dimisiones en Madrid. Esto es lo que no se esperaba de “otra forma de hacer política”. Y con razón, porque no todo vale.

Asesores que se mueven en ámbitos más próximos al PSOE y Errejón que da claves definitivas en la entrevista para eldiario.es. Cita, como error, permanecer “lejano de otros partidos” o cómo “Ese PSOE remonta un punto y medio”, en referencia al que ha investido a Rajoy y aprobado otros 5.500 millones de recortes, según sus propias palabras. Contradictorias. Si se busca pactar con otros partidos, el PSOE parece opción esencial para Errejón y es el que, en efecto, ha dado el gobierno a Rajoy. Esa supuesta subida de intención de voto viene cargada de metralla.

La traca final precongreso con el errejonista líder de Podemos en Valencia, absolutamente fuera de sí, o con las berenjenas de rechazo a IU… y el PSOE diseminadas por Twitter, fue desorbitada.

Hay conceptos esenciales que se están pervirtiendo estos días. No ha llegado el espíritu de la revolución bolchevique a enviar a Podemos a la “ultraizquierda”, como hemos leído. Aunque, si el PP es citado como partido de centro-derecha, se entiende el deslizamiento. Lo que irrumpió fue el viraje a un entendimiento con partidos más a la derecha. Y es legítimo. Menos, que sea con un PSOE dirigido por una gestora, tras un golpe interno, y que entiende que es “proteger la democracia” dar el gobierno a Rajoy “a pesar del costo que suponga para el PSOE”, como vino a decir la líder oficiosa, Susana Díaz, en el curso de esta intervención.

En este punto las confusiones y la tibieza, la laxitud incluso, están siendo muy notables. No vale todo, la Doctrina del Mal Menor ha causado grandes estragos en la historia de España. Desde la Transición, a la situación actual de aceptar como normal la corrupción, el creciente autoritarismo o el aumento de la pobreza y la desigualdad. No se puede mencionar que hubo “traiciones” y considerar preferible la estabilidad (en las políticas injustas, por otro lado). Se ha perdido demasiado en los altares del Mal Menor.

La “purga” ha entrado en el temario mediático. A Pedro Sánchez lo desbancaron de la secretaria general del PSOE y casi de la faz de la tierra a la brava, quienes mantuvieron el “no es no” fueron multados y expulsados de cargos, pero a Podemos le exigen siempre otra actitud. Para Podemos no rige el que cuando se confronta en votos, se gana o se pierde. Y es ilógico, al margen de lo que pueda ocurrir en el futuro y de lo deseable de contar con los talentos del núcleo original.

Otro concepto que está haciendo furor es que el PP ha ganado dos congresos en un fin de semana. Al PP, aseguran, le favorece que Iglesias sea el secretario general de Podemos. Y lo repiten en reata, en todos los tonos. Hombre, pocas cosas favorecen más a Rajoy que darle directamente las llaves de la Moncloa como han hecho el PSOE de la gestora y Ciudadanos. Y no digamos el trato mediático de seda y garrote según se trate del PP o de sus adversarios. La coletilla coincidente es: con Iglesias tenemos 8 años más de PP.

Un periodismo riguroso aspiraría a informar. Sin condicionantes. Y a estimular el pensamiento crítico, a dar los elementos de juicio para, por ejemplo, valorar el daño de apoyar en las urnas la corrupción y el resto de los lamparones que afean la democracia. A no confundir a la ciudadanía. Las políticas seguidas por los partidos a los que más valoran son los que han traído el desastre actual, con su Trump incluido. Y una ciudadanía decente se tomaría en serio responsabilizarse de sus vidas y del bien común.

Una y otra vez, hay que mirar afuera. Buscar la indiferenciación de los partidos, todos hacia la derecha además, no funciona. El moderno socialismo que alentaron en Francia incluso desde medios españoles, se encuentra despeñado en las encuestas a las presidenciales. Para intentar achicar la sangría han elegido al candidato más a la izquierda que encontraron. Con el deterioro por corrupción de la derecha tradicional –que a los franceses sí les importa-, Marine Le Pen se ve ya presidenta de Francia. Los mecanismos electorales de nuestros vecinos dan un resquicio a que tamaño desastre pueda evitarse. Pero está por ver.

Los votantes de Vistalegre obraron con más sensatez e independencia de lo que los orientadores de opinión piensan, en consecuencia. La pluralidad es enriquecedora, bien planteada indispensablemente. La brecha abierta no parece fácil de cerrar, ni se puede dar por hecho el cese de las hostilidades. Hay espacio en los distintos partidos y movimientos para todo tipo de ideologías y planteamientos democráticos. Aunque el cataclismo que sacude la política, la sociedad, mundial va a alterar, lo está haciendo ya, los esquemas tradicionales. La reflexión y la honestidad deberían ser prioritarias. Apremiantes. Por lo demás, las personas valiosas son indispensables y los proyectos de envergadura van más allá de las personas.

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