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Matas a la cárcel, con o sin escobilla de váter

José María Calleja

Anda Jaume Matas preparando el hato para entrar en el talego y lo más relevante es saber si en su equipaje incluirá la escobilla de váter de más de 300 euros que tenia en su palacete o no. Una escobilla de váter de más de 300 euros proporciona mas información en sí misma que tres libros de ensayo concienzudo y documentado sobre la corrupción, el caciquismo y el 'modus operandi' del PP cuando el mañana, y el presente, y el pasado, les pertenecía en sus virreinatos.

Si uno vive en un palacete, remodelado millonariamente, comprado por debajo de su estratosférico precio inicial, rodeado de pantallas de plasma lujoso, iluminado con lámparas de diseño de a tropecientos euros, arsenal de botellas de vino Vega Sicilia (como si fueran botellines de tinto de verano) y la mujer de uno, Matas, asalta joyerías sin media en la cabeza, como si fuera la collares en tiempos de Franco, es que uno es un corrupto. Es como el pato: si anda como un pato, si defeca como un pato, si dice cua…, es pato.

El caso es que el aún protopreso Matas era el paradigma de lo que Mariano quería para España. Luz de donde el sol la toma de la ideología popular. Cuando Mariano hablaba, decía que quería para España un gobierno con los mismos logros que Matas había conseguido para Baleares: la escobilla del váter de 300 euros. También decía el antaño Mariano hablador que él estaba delante, detrás al lado, la yenka, un dos tres, de Camps, y mira con los trajes.

El caso es que Matas puede elegir talego y prefiere uno en Madrid antes que otro en Baleares, que él inauguró, por muy alicatados hasta el techo que tenga los vátares. ¡Qué justicia poética hubiera sido que Matas entrará en la cárcel que él mismo inauguró en 1999, con su mingitorio individual incluido!

Tendría su punto que Matas entrara en la cárcel de Soto del Real, en Madrid, con Bárcenas y Díaz Ferrán, para hacer tertulia de sobremesa sobre cómo los españoles han vivido por encima de sus posibilidades, cómo hemos cambiado -de amistades peligrosas-, y Mariano, siempre de perfil, con lo que hemos hecho por él. Pero Soto es para presos preventivos y Matas ya es preso que inaugura antecedentes, que cumple condena y espera la veintena de juicios que le quedan por delante. Eso sí es que te juzguen por encima de tus posibilidades.

De hecho, de no haber conseguido caudillo Matas dinero para su finanza -de manos de entidades corruptas-, hace tiempo que el cacique balear hubiera entrado en la cárcel, a encontrarse consigo mismo.

Cuando Matas se quite los calcetines en el quicio de la cama, en esta su última noche en libertad, pensará en lo injusta que es la vida y se acordará de Rajoy, es posible que de su madre también. Es probable que se acuerde además de los periodistas que le hicieron la ola, que cobraron una pasta pública de su mano y que ahora que enfila el talego no le han hecho ni un ripio.

Lo terrible de todo es que Carlos Cano -qué copla hubiera hecho el cantante homónimo- ya ha entrado en la cárcel por formar parte de un piquete, por manifestarse por encima de las posibilidades que un autoritario Rajoy tiene previstas para los españoles que no son auténticos españoles por protestar en la calle y no quedarse callados en casa.

Siempre he defendido que España es una democracia, pero encarcelar a un piquetero me confirma que vivimos una regresión autoritaria.

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